jueves, 2 de octubre de 2014

Cambios

La semana pasada saltó una noticia que cayó como una bomba entre las takies/thatters/fans de Take That: Jason abandonaba el grupo. Cuando Robbie se fue a finales de los 90 no me afectó, aún no los conocía, pero sí he visto cómo grupos que me encantan han ido modificando su formación con el paso del tiempo.

El primer cambio importante para mí fue el batería de Maroon 5. Songs About Jane ya era un éxito cuando Ryan Dusick, el batería, se dañó el brazo y tuvo que ser reemplazado por Matt Flynn. Como cuando meten a alguien nuevo en tu círculo de amigos, al principio desconfías. Pero lo peor era saber que Ryan lo dejaba por causas de salud, no podía volver a tocar la batería.

En segundo lugar, y creo que ha sido de las marchas que más me ha afectado, y además de otro batería: Sebas Limongi, de Cyan. Y es que hay músicos que marcan la diferencia. No es lo mismo Ryan, al que no tuve la suerte de conocer, como Sebas, que siempre estaba de broma y hablaba con nosotros como si fuéramos conocidos de toda la vida. Gestos que se agradecen, y mucho. Las risas que me eché con él y poses épicas como “mirada atardecer” serán cosas imborrables de mi memoria. Todo esto no quita que pudiera ser sólo una fachada para tratar bien al público, que luego fuera vete tú a saber, pero yo me quedo con lo que percibí. Y digo que fue de las marchas que más me impactó porque fue una marcha en silencio, sin previo aviso. De pronto dejó de estar en los conciertos y yo, ingenua de mí, al segundo concierto me aventuré a preguntar por él pensando que estaría enfermo. Cuando me percaté del cambio en la cara de Javi, el cantante, vi cuán equivocada estaba. Él se deshizo en justificaciones pero son cosas del grupo que a mí que no me incumben. Fue un golpe porque no hubo despedida, me hubiera gustado hablar con él sobre todo para saber si seguiría en la música, para no perderle la pista en tal caso, pero sobretodo me hubiera gustado una última charla para hacerle saber que voy a echar de menos esos momentos postconcierto.

De eso hace ya meses, parecen años, y ha sido revivirlo todo con Jason. La diferencia es que con Jason mi reacción no ha sido un shock, sino en parte alivio por él. Era el miembro de Take That más independiente, más a su bola en el sentido de que las redes sociales no iban con él, por ejemplo, y los periódicos sensacionalistas publicaban que lo habían visto en un parque sentado, en un coche hasta arriba de trastos... Cosas de cualquier persona a pie. Queda raro que lo haga una estrella del pop pero no una persona común, qué cínico. Ahora que han pasado unos días, me parece más increíble su marcha. Porque cuando el miembro de un grupo se va, en un primer momento es como si fuera su fallecimiento, desaparece de la faz de la tierra. Y Jason es especialista en desaparecer, ya lo hacía entre disco y disco. Mientras que Howard mantenía el contacto con el mundo a través del Twitter, y Gary y Mark siempre andaban metidos en música, Jason se evaporaba. Cuesta pensar que ahora es para siempre.

Y sin despedirse. Un comunicado en la web y ya está. Supongo que así funciona la música: nunca sabes cuándo va a ser la última vez que verás a un grupo, o un miembro, en un concierto. La gente dirá que no era nadie, tan sólo el bailarín, o ni eso. Pero para nosotras, las takies, era algo más que “el que bailaba”. Aunque lo suyo era el baile, en esta nueva etapa descubrimos la voz tan dulce que tenía para cantar. Y qué decir de sus expresiones faciales, el positivismo contagioso que poseía... Siempre le hemos visto como el típico hermano mediano que solventa las discusiones entre los mayores y los más jóvenes, aunque estamos seguras que también tenía su genio. Pero también tenía paciencia, este hombre era un pozo de paciencia interminable.

Así que qué más da lo que digan, nos quedaremos con lo que hemos visto, los momentos compartidos con él, los conciertos en los que nos lo ha hecho pasar realmente genial. Pero eso no evitará que siempre veremos su estilizada silueta allí donde solía estar. Se le echará mucho de menos.

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