jueves, 9 de junio de 2011

Take That (o cómo empezó todo)


Fue un soleado día de Junio (a lo mejor). Era 1995, eso seguro. Estaba en el colegio y tan sólo pensaba en bailar, cantar y dibujar. No tenía demasiados amigos pero podía contar con ellos. Uno de ellos, conocedor de mi pasión por las coreografías, me empezó a hablar de un grupo británico. Sonaban bien, se me ocurrían muchos bailes con sus canciones. Pero por aquel entonces, que nadie me quitara mis discos de Mecano.

Llegó verano del 96 y el consiguiente viaje a Madrid como cada agosto. Fue la primera vez que entré a un Vips, ese concepto de restaurante-tienda sin pinta de gasolinera cutre me llamó mucho la atención. Además la tienda tenía sección de música, convirtiéndose en una de mis tiendas favoritas al instante. Ojeando libros sobre cantantes, encontré uno de Take That.



Lo compré con la intención de regalarlo a la amiga que era seguidora de ellos. Aquella noche comencé a ojearlo, pasando como quien no quiere la cosa a una lectura ávida y desenfrenada. Me quedé con el libro y volví convertida en toda una takie, justo a tiempo para descubrir que en febrero de ese mismo año se habían disuelto.
Lo mío era suerte 05