martes, 4 de noviembre de 2014

Primer año de Daño Universal



Cuando Reikiavik montó un crowdfunding en febrero del 2013 para su primer largo, no lo dudé ni un momento. Adiós ahorros, a pesar de tener la gira del propio Mark Owen a la vuelta de la esquina. Pero era cuestión de prioridades y relevancia. Hacía realmente poco que conocía en persona a los chicos de Reikiavik, y eso de los crowdfundings era también algo relativamente nuevo en mi mundo. Hubo gente, bastante, que me dijo que estaba loca, que era demasiado confiada, que te van a tomar el pelo, te están engañando, es un timo... Pero esas personas no sabían ni comprendían lo mucho que me habían calado sus canciones. La música que ellos hacían había llenado los últimos meses, unos meses llenos de cambios, música que había ayudado a superarlos a una que tenía fobia a los cambios. Además, sabía por todos los conciertos y charlas previas que aquel disco iba a merecer la pena, y mucho. Muchísimo. No podía quedarse en el tintero, me negaba rotundamente a aquello.

Y tras una larga espera, casi de un año, por fin llegó Daño Universal. Cuando vi las fotos que me enviaron, recién desempaquetados, no lo creía. La felicidad me duró meses, pues por otro lado todos los medios hablaban del grupo y decían maravillas (menos uno) del disco. No veía el momento de tener por fin mi vinilo y comprobarlo con mis propios oídos.

Y de eso hace ya un año. Un año en el que ha ido asentándose mi opinión sobre el disco, un año donde se ha convertido en el disco que más ha sonado en casa, en el trabajo, en vacaciones, en los mejores momentos, en los peores...

Y aunque yo soy más de “este disco me gusta, éste no, aquel pseee...”, es imposible no desgranar uno que te ha encantado. A pesar de haber escuchado ya algunos temas en concierto, eran sólo unas demos en el sentido que casi nada tenían que ver con el disco final. Después del disco, esas mismas canciones volvieron a ser modificadas para el directo, más similares al vinilo que las primeras. Era como escuchar tres versiones de la misma canción, con lo cual mi cabeza no sabía por cuál decantarse. Al principio me gustaban todas, pero como he dicho, tras un año las opiniones van variando y cimentándose.

El disco se abre con Plan De Despedida 1 (Plan 1, como ponían en los setlists para abreviar). Antes del disco ya la tocaban pero por entonces para mí pasó desapercibida totalmente. En el disco queda más que demostrado que han sabido sacarle todo su potencial y hacerla más suya. Si tuviera que describirla en una palabra: potente. Otros músicos para abrir un disco hubieran escogido una canción con ritmo pero sin pasarse. Pero ellos no, ellos pusieron su tarjeta de presentación sincera y sin tapujos. Marcando la diferencia desde el principio. Y en directo, tras el lanzamiento del disco, impresionante, aunque dependió mucho del local, pues durante la gira de presentación hubo algunos sitios donde parecía que le daban más protagonismo a las guitarras que a la voz, y eso tampoco es, aún a pesar de que la letra sea tan metafórica.

La segunda canción es mi favorita de todo el disco. Me costó decidirme pues había otras dos que me volvían loca, pero desde el primer momento que escuché Aquellas Calles, no voy a decir que me gustó tanto como Primavera del 90, pero casi. Y no puedo decantarme por su versión anterior al disco, ni la del disco ni la del directo, pues tanto en acústico con sólo tres guitarras, donde gana mucho, como en eléctrico, es para quitar el hipo. Será todo lo ñoña que digan algunos, pero es que me van las canciones deprimentes. Y si además tienen un ritmo de esos que se te meten en la cabeza, para qué más decir. Y es que de este tema me gusta todo, desde el ambiente urbano del principio como del final, donde se desvanece con unos acordes de guitarra que ya quisiera yo aprender, hasta unas letras llenas de nostalgia y tristeza: "Aquellos trazos que tus manos describían por mi piel son fobia al olvido", "Fuimos tan ingenuos que que toda realidad nos descubrió y nos empujó a crecer" o "Y todo ha sido tan deprisa que no puedo agarrarte y detener el tiempo".

El siguiente corte sirve para hacer de Aquellas Calles un paréntesis de calma, pues Daño Universal es de nuevo una canción bastante cañera, tanto o más que Plan 1. Fue una de las que apuntaban a ser de mis favoritas pero que al final se ha quedado con un muy respetable tercer puesto en mi lista. Creo que es de las que menos han sido modificadas en ese espacio de dos/tres años desde que la tocaron por primera vez hasta después en la gira de presentación. Desde mi punto de vista antes era como más lenta, adquiriendo la fuerza más de la voz que de las guitarras. Así que cuando escuché la versión del disco, en concreto del último estribillo ("Ya no puedes silenciarnos, son eternos nuestros lazos") lo primero que pensé es: "fijo que Javi ha estado cantando con una botella de oxígeno junto al micro", y temí seriamente por su versión en directo (pero son chicos listos y no ocurrió nada catastrófico). Quizás en comparación con Plan 1 es menos cañera en el sentido que a lo largo de la canción va alternando ritmos más pausados como más rápidos, pero toda la energía parece explotar al final (momentos previos al "pero yo sigo luchando"). Por otro lado, creo que ha sido de las primeras canciones que he escuchado de ellos con ciertos toques que podrían tildarse de políticos, pero en la justa medida y un poco ambiguos, con lo cual siempre quedarán sometidos a la subjetividad del oyente.

Alrededor De La Tierra, otra vieja conocida. De ésta siempre recordaré aquel ensayo y la actuación del día siguiente. Contagiosa se queda corto en aquella ocasión; estuve con la canción metida en la cabeza semanas enteras y no había forma de despegarme de aquel naaaanananaaaaa (o laaaalalalaaaaa, no lo tengo claro, pero prefiero la N que es menos Masiel). Posteriormente en el disco, exceptuando un par de cosas, no la veo tan diferente pero para mí ha perdido algo de gancho. Uno de los cambios más significativos es la intro, muy étnico, una mezcla extraña de sonidos que me hacen pensar en Arabia y en India a partes iguales (de viaje, como el título). Pero el cambio que más me llamó la atención fue al llegar a la trompeta, todo un WTF en letras de neón. Y es que nunca sabes por dónde van a tirar estos chicos, que lo mismo le dan a la pandereta, que tocan un ukelele que te meten una trompeta al final de una canción.

Cuando tuve el disco entre mis manos y me senté a escucharlo, reconozco que hubo dos canciones que fueron directamente a los últimos puestos de mi lista. Puede Ser es una de ellas, y sigue ocupando el penúltimo puesto, a pesar de que tras este año he sabido valorar esa guitarra del final, y el cambio en el estribillo ("Ya no puedo soportar un día entero más. Ya no entiendo este lugar como lo hacía ayer") que no pintan tan mal. Pero por el resto de canción, sin comentarios. Quizá necesite un año más para valorarla, pues está claro que la letra es de las que me deberían de gustar: deprimente, agonía, nostalgia; la combinación perfecta. Pero de momento, permanece en ese puesto, justo al mismo nivel que El Gran Perdedor.


Pasando la mitad del disco está Abismo, la hermana de Alrededor De La Tierra. Y digo hermana en el sentido que surgieron en los conciertos al mismo tiempo, y más de una persona me ha comentado lo parecidas que son. Sin embargo, si me dieran a elegir, me quedo con Abismo, a pesar de haberla aborrecido un poco (bastante) de tanto escucharla. Pero ese toque sensual que le han dado en el disco fue otra grata sorpresa que para mí hizo que ganara muchos puntos. Jamás imaginé que pudieran hacer canciones de este estilo, y fíjate por dónde...

La canción con el título más largo del disco, Tú El Dictador Y Yo El Revólver, otra de mis favoritas. Simbiosis perfecta de guitarras, teclados, sintetizadores (y mira que me gustan poco), letras con mensaje casi político estilo Daño Universal (subjetivo, siempre subjetivo), y el ambiente, efectos que caracterizaban sus directos a finales del 2012. Es mi canción de los lunes, he de reconocerlo. Y es que esos sonidos tan rutinarios como son el reloj, la alarma, servirse café y la cucharilla, son muy de madrugar para ir al curro. Es una de mis canciones analgésicas: si estoy de mal humor y/o asqueada, esta canción consigue animarme de una forma asombrosa e instantánea. ¡Y qué decir del directo! Brutal, pura energía que invita a bailar hasta al más parado. El solo que hay de teclados, seguido por el de la guitarra, son extraordinarios. Y lo bueno del directo, que pueden explayarse un poco más, y lo hacen, y se agradece.

Volvemos a una balada, pero quizás la que más ritmo tiene de todas las del disco. De igual modo que marcaron la diferencia con Plan 1, la octava canción del disco, Acróbata, supuso hacer las cosas distintas al resto del mundo. La canción fue variando levemente antes del disco pero cuando la estrenaron en Corrientes Circulares, puedo asegurar que mi barbilla tocó suelo. Impresionante la canción y el sonido en general. Noté a la legua que aquello marcaría un antes y un después en la trayectoria de Reikiavik al igual que lo hizo Salto Mortal. Aunque, desde mi punto de vista, me pareció algo arriesgado sacar una balada como primer single. Y lo digo por este ejemplo práctico: escuchas un single, en este caso Acróbata, dices “¡Oh, qué bonita! Me voy a comprar el disco” y en cuanto pones el disco te reciben guitarras eléctricas a todo meter. Es un poco brusco desde mi perspectiva, pero también es cierto que ya la gente no se compra discos, y menos basándose en el primer single, así que seguramente esté totalmente equivocada. Acróbata por todo lo que supone siempre será especial para mí, razones tanto relacionadas por ser el primer single y todo lo que ello significa, como personales, y es que a veces las canciones ponen letra a esos momentos que no podemos exponer en palabras. ¿Es una canción de amor? ¿De desamor? No queda muy claro, igual que el vídeo, que da pie a múltiples interpretaciones (y qué risas me he echado haciéndolas). Pero si hay algo con lo que me quedo de esta canción, si pudiera sólo quedarme con una cosa, sería con estos acordes, que cuando hicieron el vídeo para el crowdfunding no sé cuántas veces lo vi tan sólo para escuchar ese final. Pagaría lo que fuera por escuchar una versión sólo instrumental de Acróbata, cosa que no debe de ser muy difícil de conseguir si aún conservan las pistas previas a la mezcla (cough, cough).

Siguiendo en la línea de romanticismo, está Septiembre. Fue de las que menos me gustaron al principio, la voz me parecía del estilo de Puede Ser y los efectos que le habían dado no terminaban de convencerme (hay un teléfono por ahí que no consigo ignorar y que me raya cuando voy con los auriculares porque creo que suena de verdad). Pero todo cambió cuando llegó el directo en La Boîte, donde hicieron una modificación que a muchos les parecerá una tontería pero que a mí me ha hecho cambiar la perspectiva y la opinión radicalmente sobre este tema. Y es que a partir de la segunda estrofa, en los conciertos le meten o acentúan algo, aún no sé muy bien el qué, la batería o el compás de la guitarra acústica quizá, haciendo que Septiembre suene distinta, con más ritmo, más rápida. En cuanto a la letra, ahora que le he prestado más atención, creo que es la que más carga nostálgica tiene, muy bien acompasada con el solo que hay antes de los últimos "los días inmortales son". De cierta manera tiene aire a Aquellas Calles, pero no exageremos.

Por último, Plan De Despedida Número 2, la canción que lo cierra todo, y sobre la cual mi opinión no ha cambiado ni un ápice en todo este tiempo. Y no sé si será porque es la última y no quiero que se acabe el disco, o será porque simplemente es "no". La verdad es que cada vez que empiezan a sonar los pájaros y esa voz enlatada típica de estación, seguido por el efecto-electro-que-no-sé-cómo-se-llama y la guitarra acústica, directamente pulso el botón ffwd para pasar a la siguiente (es decir, de vuelta a Plan 1) antes de que entre la voz. Y es que de ésta no me gusta nada. ¿Por qué la metieron? Imagino que porque les gustará, o por el juego de Plan 1 y Plan 2. Pero mi opinión es que ocupa un bonito lugar que pudiera haber ocupado alguno de los dos bonus, Cápsula (aunque ésta merezca otra posición, u otro disco si nos ponemos) o Velocidad. Creo que pocas veces la han usado como final de concierto, pero recuerdo que una vez lo hicieron, y me deprimí más de lo que suelo hacerlo después de salir de una actuación.


En resumidas cuentas, parece mentira que haya pasado un año desde la publicación de Daño Universal, un disco que he esperado como agua de mayo, como suelen decir los viejos del lugar, un disco que ha significado muchas cosas, que ha llenado muchos vacíos, al igual que  es inseparable ya de algunos recuerdos, ¿o fue el recuerdo primero? Qué más da. A veces cuando se cree en algo, hay que creer a ciegas, y en mi caso, acerté de pleno, rara vez mi intuición me ha fallado. ¿Volvería a repetir? Por supuesto, todas las veces que hicieran falta. Por ellos sí.




Reikiavik estarán presentando su nuevo EP el próximo jueves 27 de noviembre en la sala El Sol, y las entradas se pueden adquirir en Ticketea.

domingo, 26 de octubre de 2014

Head Towards The Dawn

Los mejores discos de mi colección, aquellos que guardo con más recelo, porque son mi favoritos, pero no necesariamente lo que un crítico de música calificaría de buenos, pueden contarse con una mano. ¿Soy exigente con la música? No con todos por igual, reconozco que cuanto más me gusta un artista o grupo, más quisquillosa soy, pero es lo que tiene ser fan. Podemos sacarle punta a todo pero otros de fuera del "círculo", que ni se atrevan.

Uno de estos discos “intocables” es Head Towards The Dawn, de Budapest. El disco previo, Too Blind To Hear, reconozco que tiene muy buenas canciones, algunas mejor que éste que menciono (por ejemplo la canción Censored Memories, el himno del grupo, no hay fan que no la adore), pero no es mi disco favorito de Budapest. Pero para aquellos que se han hartado de leerme y oírme hablar de su música, empecemos por ¿quiénes fueron Budapest?


Las raíces de Budapest se basan en cuatro chavales (John Garrison, Mark Walworth, Adrian Kelly y Paul Possart) que decidieron montar un grupo, Red Fridge, el cual luego pasaría a llamarse Budapest con la incorporación del quinto miembro, Chris Pemberton (Pembers), sin olvidar al amigo de siempre y mánager, Smurf (el primer mánager que me ha caído bien). Y todo esto, como fan que soy, lo digo de memoria, así que seguramente haya algún dato que esté mal, lo lamento si es así. De 4 pasaron a ser 5 y entonces grabaron el Too Blind To Hear, del cual no recibieron ni un penique de la discográfica, Easy Street. Como nota más agravante, poco antes de mezclar el disco, Mark Walworth se quitó la vida, siendo un golpe tan duro que John, amigo muy cercano de Mark, no lo superó del todo hasta años después.


Así que entre unas cosas y otras, la banda se disolvió a pesar del relativo éxito que había tenido el disco, sobre todo canciones como Is This The Best It Gets o la aclamada Censored Memories que hicieron mella en la escena tanto británica como española (quizá más la española) de lo que ahora denominan indie (discrepo, pero en fin, eso da para otra entrada de blog...). Pero por alguna extraña razón que no he alcanzado a saber, y nunca sabré, se volvieron a reunir Chris y John, y decidieron resucitar Budapest. Tanto Ade como Paul se negaron así que buscaron miembros para esta nueva etapa. De este modo se incorporaron a la formación un jovencísimo Tom Visser (creo recordar que no era ni mayor de edad cuando empezó con ellos), Jimmy Lapworth, Pete Wilson y Mark Seabridge. Es decir, primero fueron cuatro, luego cinco, y finalmente seis, sin olvidar al loco de Smurf, el miembro extra que se oculta en las sombras. Con esta nueva formación publicaron Head Towards The Dawn, con nueva discográfica por supuesto: Sinnamon.


Y aquí es cuando un chaval de Sinnamon fue el que me dio de gratis el single de presentación, Clock Face, a la salida de un concierto de Keane (Barcelona, marzo de 2005. Imposible olvidarlo). La canción correcta en el momento oportuno, como ya comenté en otro post. Recuerdo lo escéptica que me mantuve al principio, pero nunca hay que juzgar un libro por su portada, y un disco, menos. Porque además si te metes con que es un nombre poco imaginativo para una banda, el destino te juega mala pasadas (coff, coff). El escepticismo sobre el nombre de la banda despareció tan pronto sonaron los primeros acordes de la canción, la cual se convertiría en mi favorita, y en mucho más meses después.

Cuando por fin el disco cayó en mis manos, el 99% del resto de mi colección de CD's desapareció. ¿Cómo había podido estar todo este tiempo sin escucharles? ¿Por qué no llegaron a mí antes? Desde la primera canción, Say Something Wonderful, o Get Me Home que sonaba muchísimo mejor en directo, hasta la desgarradora Questions, todo era un mezclum de nostalgia, tristeza profunda, disconformidad y rabia. La excepción que confirma la regla: All This Time, que creo que es la canción más alegre que ha escrito John Garrison en toda su carrera. Podría pensar que el ritmo del siguiente corte, Oh Yeah, suena también bastante alegre, pero sigue la constante del disco acerca de huir, de alejarse, de marcharse porque donde está estacionado le está destrozando por dentro ("I will show my light upon you, it's time for me to go").

Pero la que se lleva la palma en canción deprimente, como comentaba, es Questions, dedicada a Mark Walworth, canción que da qué pensar. Como bien indica el título, es una canción consistente en una retahíla de preguntas ("All I want to know, did it cross your mind what you'd leave behind" o "Did you give a clue, I swear I never knew") a las que desgraciadamente no hay respuesta. Frases como "We talked of our tomorrow but you never came." o "And do you know, the thing that just won't lie, You never said goodbye." que te emocionan y te hace ver cómo de frágiles son las personas y cómo de la noche a la mañana tu vida puede cambiar sin esperarlo.

Quizás en mi lista de favoritas, tras Clock Face está Questions, pero muy de cerca le sigue Something Somewhere, porque con el paso del tiempo ha terminando siendo la canción que me recuerda a ellos, a Budapest, a todas las charlas que jamás pensé tener, al foro donde tan bien nos lo pasamos, a los dos únicos conciertos que asistí de ellos, a todos los amigos que hice, a todo lo que aprendí del mundo musical, tanto bueno como malo, el punto y aparte que supuso su música, y tantas cosas más que no caben en un blog. Porque aunque se separaran, aún quedan sus discos ("I know you'll always be there, I know you'll stay near") a los que recurro siempre que lo necesito. En Instagram me dio por crear el hashtag #cancionescomomantitaseninvierno para definir esas canciones en las que rebozarse y regocijarse, y dejar pasar el tiempo mientras las escuchas en bucle. Pues bien, la gran mayoría de este disco podrían definirse con ese hashtag.

Así que no me importa cuando la gente me pregunta quiénes son ésos cuando en realidad no les interesa, porque lo realmente importante es que sé quiénes fueron para mí, y a pesar del transcurso de los años, y del distanciamiento "social" que ha existido entre nosotros, su música siempre será parte de mí.


Videoclip: Set The Fire To The Third Bar

Para continuar con la lista de mis videoclips favoritos, no podía faltar éste: Set The Fire To The Third Bar, de Snow Patrol.


Desde el primer momento la canción me enganchó y de eso hace tantos años que ni los cuento. Luego me cautivó la letra, sobre amores en la distancia, lo difícil que se hace no estar con la persona que amas, no poder compartir lo que el resto del mundo hace y que ves a tu alrededor, cosas tan simples como quedar en el centro de la ciudad, una despedida eterna en un portal, una cena con otras parejas...

El caso es que di con el videoclip porque me dio por buscar la letra, y cuando lo encontré, por fin le puse cara a Martha Wainwright, cuyo apellido me sonaba lejanamente y no sabía de qué. Pensé que al ver su cara me sonaría. Pues no. Al pasar los años supe que es la hermana de Rufus Wainwright (nunca lo hubiera dicho).

Pero volviendo al tema del videoclip, y comparándolo con el que ya comenté de James Blunt,  a mí no me hace falta grandes escenarios, cambios de vestuarios, o planos espectaculares. Éste es de los vídeos más sencillos, dentro de lo que cabe, porque que te presten una sala de interrogatorio no debe ser fácil, ni montarla, que tampoco me parece tan fácil como montar una estantería de Ikea. Pero quitando eso, el videoclip está rodado al completo en el mismo sitio, claramente diferenciado tanto en color como en mobiliario: una silla a un lado, una mesa al otro. Unas paredes pintadas de blanco, las otras en oscuro. ¿Para qué más?

Lo que a mí me parece una genialidad es conseguir plasmar la letra en ese cubículo, tan sólo jugando con los planos y las superposiciones, al igual que con los gestos y el juego que da el cristal polarizado. Y el final, triste, como no podía ser de otra manera para terminar de gustarme del todo.

Por otro lado, tanto Gary Lightbody como Martha Wainwright tampoco lo hacen tan mal. ¿Sobreactuación? Sí, pero recordemos, no son actores, son cantantes. ¿Drama? Soy una dramalover tanto de pelis como de videoclips, así que no sé por qué no tendría que estar este vídeo aquí. :)

sábado, 4 de octubre de 2014

Damien Rice

Me gusta saber qué discos compran los cantantes que suelo escuchar por el simple hecho que he comprobado a lo largo de estos años que sus recomendaciones suelen ser muy afines a mis gustos. Imagino que de una manera u otra ellos beben de sus artistas o discos favoritos, para crear luego los suyos propios, que son los que termino yo escuchando. Así que es de razonamiento lógico que me guste. No en el 100% de los casos pero normalmente sí. Por ejemplo un disco de Talk Talk recomendado por John Garrison o de quien voy a hablar hoy, de Damien Rice. No me considero fan, sino más bien una supporter de este hombre, principalmente porque hasta hace unos años no sabía ni cómo era físicamente.

Pero volviendo al tema, el saber de su música fue un poco por rebote. En una entrevista Mark Owen habló de él, una amiga escuchó la entrevista y se hizo con los discos 0 y 9 de Rice, amiga que después me los recomendaría fervientemente. Y qué acertado. La música de Damien Rice creo que fue mi primer paso hacia eso que llaman folk, aunque ahora me cuesta definir su música como tal (me cuesta definir un género específico para cada artista que escucho, en general). Relajante es lo que mejor la define para mí. Fue el primer cantante que sin importar el disco, sus canciones me transmiten mucha paz y tranquilidad. Será la voz, lo acústico, yo qué sé. Sé que cuando los nervios se apoderan de mí y surgen los primeros síntomas psicosomáticos, me pongo el disco de 9 y me acuesto un rato, me levanto como nueva. Ni chill out ni música relax ni ostias. Damien Rice en bucle.

Además sus letras son de las que podría hacerse un libro y no sabrías distinguir si son poesía o son canciones. Me encanta leerlas, pero más escucharlas, porque la voz que tiene, tan concreta, distintiva, suave, susurrante, con ese toque rasgado que sale en los momentos más desgarradores de la canción. Una combinación de voz y música que me encanta. 

Still a little bit of your taste in my mouth
Still a little bit of you laced with my doubt
Still a little hard to say what's going on

En otros cantantes es fácil imaginarse las melodías cantadas por otros, y viceversa, casos donde la voz es asombrosa pero la música deja mucho que desear. Pero no en Damien Rice. Además, sabe cuándo y cómo rodearse de buenas voces. Es el claro ejemplo de todos los años que ha estado trabajando con Lisa Hannigan, cantante cuya trayectoria en solitario nada tiene que envidiar a la de Rice. Canciones como 9 Crimes o Cold Water sonarían bien con él a solas, pero combinándose con ella, las hace aún más conmovedoras.

Porque no sé si le pasará a más gente que escuche a Damien Rice, pero tiene algunos temas que hacen que se te estremezca algo por dentro, tiene esa capacidad de estrujarte las entrañas sin compasión. Además en mi caso sus canciones han sido el telón de fondo de muchos relatos que he escrito, y de los que luego la gente les ha gustado más sobre otros escritos sin su música, porque notaban algo distinto.

Obviamente, hay algunos temas de él que no son de mi agrado pero que tampoco me obligan a pasar a la siguiente canción. Por ejemplo, Unplayed Piano, Lonely Soldier o The Blower's Daughter. Ésta una de sus canciones más aclamadas y sin embargo yo prefiero quedarme con 9 Crimes, I Remember, o Cheers Darlin'. No tengo una favorita porque me es imposible escoger una, todo depende del humor que tenga el día que las escuche, pero ésta última, Cheers Darlin', me pareció sublime nada más escucharla. Los efectos para ambientar la letra, que bien podría ser una película, la voz tan pasional de la que hablaba antes, justo en los momentos de la letra tan desesperada, y una escena tan típica como el amor no correspondido y estar presente cuando la persona de la que te has colgado se va con otr@.



Y todos estos años desde aquel momento en que me pasaron sus discos, he estado escuchándolos día sí, día también. Cuando me acordaba, de vez en cuando investigaba por Internet si había sacado algo, si había algún tema nuevo, pero pocas o ninguna eran las noticias de él. Y de pronto de la noche a la mañana, apareció este clip (rodado en España):


Ocho años, y parece que no hayan pasado, pues de nuevo ese susurro en cada verso, en cada rasgada, y el caos en el momento justo para dejarte con la miel en los labios. El disco nuevo sale a la venta el 31 de octubre, y es de lo mejorcito que trae este otoño. Además, lo puedes pedir ya, y será por formatos que hay disponibles (a mí la caja de madera no me mata pero la litografía sí). Lo que tira más hacia atrás es que son sólo 8 canciones, pero si sólo te interesa la música, tienes la versión CD por 13€ (más gastos de envío, imagino). A primera vista me parece caro pero porque los últimos discos que me he comprado han sido con más canciones y menos euros (artistas poco conocidos con primer disco), o eran discos que no eran recientes. Así que al fin y al cabo no es tan caro. Pero no me decido entre tanto formato...

Además está de gira, sin pisar España de momento, pero las entradas volaron y me quedé sin verle en Berlín ¬¬ Otra ocasión será. De momento es una de mis alegrías de esta época, y estoy deseando escuchar el disco al completo. Aunque todo sea dicho, ya he escuchado el primer single,  I Don't Want To Change You, y no me mata, me sigo quedando con los escalofríos que me proporciona My Favourite Faded Fantasy.

jueves, 2 de octubre de 2014

Cambios

La semana pasada saltó una noticia que cayó como una bomba entre las takies/thatters/fans de Take That: Jason abandonaba el grupo. Cuando Robbie se fue a finales de los 90 no me afectó, aún no los conocía, pero sí he visto cómo grupos que me encantan han ido modificando su formación con el paso del tiempo.

El primer cambio importante para mí fue el batería de Maroon 5. Songs About Jane ya era un éxito cuando Ryan Dusick, el batería, se dañó el brazo y tuvo que ser reemplazado por Matt Flynn. Como cuando meten a alguien nuevo en tu círculo de amigos, al principio desconfías. Pero lo peor era saber que Ryan lo dejaba por causas de salud, no podía volver a tocar la batería.

En segundo lugar, y creo que ha sido de las marchas que más me ha afectado, y además de otro batería: Sebas Limongi, de Cyan. Y es que hay músicos que marcan la diferencia. No es lo mismo Ryan, al que no tuve la suerte de conocer, como Sebas, que siempre estaba de broma y hablaba con nosotros como si fuéramos conocidos de toda la vida. Gestos que se agradecen, y mucho. Las risas que me eché con él y poses épicas como “mirada atardecer” serán cosas imborrables de mi memoria. Todo esto no quita que pudiera ser sólo una fachada para tratar bien al público, que luego fuera vete tú a saber, pero yo me quedo con lo que percibí. Y digo que fue de las marchas que más me impactó porque fue una marcha en silencio, sin previo aviso. De pronto dejó de estar en los conciertos y yo, ingenua de mí, al segundo concierto me aventuré a preguntar por él pensando que estaría enfermo. Cuando me percaté del cambio en la cara de Javi, el cantante, vi cuán equivocada estaba. Él se deshizo en justificaciones pero son cosas del grupo que a mí que no me incumben. Fue un golpe porque no hubo despedida, me hubiera gustado hablar con él sobre todo para saber si seguiría en la música, para no perderle la pista en tal caso, pero sobretodo me hubiera gustado una última charla para hacerle saber que voy a echar de menos esos momentos postconcierto.

De eso hace ya meses, parecen años, y ha sido revivirlo todo con Jason. La diferencia es que con Jason mi reacción no ha sido un shock, sino en parte alivio por él. Era el miembro de Take That más independiente, más a su bola en el sentido de que las redes sociales no iban con él, por ejemplo, y los periódicos sensacionalistas publicaban que lo habían visto en un parque sentado, en un coche hasta arriba de trastos... Cosas de cualquier persona a pie. Queda raro que lo haga una estrella del pop pero no una persona común, qué cínico. Ahora que han pasado unos días, me parece más increíble su marcha. Porque cuando el miembro de un grupo se va, en un primer momento es como si fuera su fallecimiento, desaparece de la faz de la tierra. Y Jason es especialista en desaparecer, ya lo hacía entre disco y disco. Mientras que Howard mantenía el contacto con el mundo a través del Twitter, y Gary y Mark siempre andaban metidos en música, Jason se evaporaba. Cuesta pensar que ahora es para siempre.

Y sin despedirse. Un comunicado en la web y ya está. Supongo que así funciona la música: nunca sabes cuándo va a ser la última vez que verás a un grupo, o un miembro, en un concierto. La gente dirá que no era nadie, tan sólo el bailarín, o ni eso. Pero para nosotras, las takies, era algo más que “el que bailaba”. Aunque lo suyo era el baile, en esta nueva etapa descubrimos la voz tan dulce que tenía para cantar. Y qué decir de sus expresiones faciales, el positivismo contagioso que poseía... Siempre le hemos visto como el típico hermano mediano que solventa las discusiones entre los mayores y los más jóvenes, aunque estamos seguras que también tenía su genio. Pero también tenía paciencia, este hombre era un pozo de paciencia interminable.

Así que qué más da lo que digan, nos quedaremos con lo que hemos visto, los momentos compartidos con él, los conciertos en los que nos lo ha hecho pasar realmente genial. Pero eso no evitará que siempre veremos su estilizada silueta allí donde solía estar. Se le echará mucho de menos.

martes, 12 de agosto de 2014

Fuera y dentro la cápsula

¿Los músicos son conscientes de lo que hacen cuando lanzan sus canciones al mundo? ¿Saben que, al igual que escritores, pintores y demás artistas, cuando sueltan sus obras al exterior, de cierta forma dejan de ser suyas? Porque la gente las coge, y a los que les gustan, las hacen suyas, encuentran mensajes totalmente distintos a los que quería transmitir el creador, pero ya es demasiado tarde para cambiar esa primera versión, esa primera escucha decisiva, desde la cual el oyente se cuelga de la manera más literal de un tema, y se siente reflejado en cada verso, en cada estrofa.

Hay músicos que odian que suceda eso, e insisten, insisten una y otra vez, que la canción no va sobre esto, sino sobre aquello. Y el oyente también ve el mensaje y lo comprende, pero sigue prevaleciendo el primero, el original. Es inevitable y en cierta manera, irreparable.

Nadie puede cambiar que se te pongan los pelos de punta cuando empieza la canción, esos primeros acordes que podrías distinguir entre un millón, y luego la voz, inconfundible también, en perfecta sintonía con el resto de instrumentos que se van incorporando. Porque aunque sea de manera inconsciente, cuando te gusta mucho una canción, terminas identificando cada instrumento, cada efecto, cada coro. Y el estribillo, eso que puedes tararear en el momento más inesperado, porque es lo contagioso, lo reiterativo. El método que siempre te decían para aprender: si repites mucho una lección, al final se te queda grabada a fuego en la memoria. Igual sucede con los estribillos.

Y cuando la canción va avanzando, va subiendo el ritmo, como si fueras en el carro de una montaña rusa y empezaras a subir, pero sin miedo, sino disfrutando del viaje, deleitándote con los acordes suaves de los teclados, estremeciéndote con cada guitarra que vaticina lo que vendrá, descubriendo pequeños detalles en los que no habías reparado antes, todo ello con el telón de fondo de batería y bajo acompasados de tal manera que son el latido del tema, como el latido humano que sólo escuchas cuando le prestas toda tu atención. No quieres que se acabe ese momento pero también tienes ganas de llegar a la cúspide, allá donde reina el silencio, un silencio de no más de dos segundos, pero perfectos, el silencio oportuno en el momento correcto, para luego sumergirte de golpe en el estruendo final, allí donde se combina todo de golpe: voces más agudas, batería más insistente, guitarras y bajo rasgados con energía, y los teclados que te han acompañado durante todo el viaje. Una sinergia redonda, el mejor broche de oro para cerrar un tema, previos segundos a la batería que es como el The End en las películas en blanco y negro, y una milésima más tarde, los teclados, volviendo a empezar mientras desaparecen poco a poco, y una cuerda perdida que desaparece sin ser vista.

Y se acabó la canción, dejándote un regusto agradable en la boca, el corazón comprimido en "un-puño.rar", pero sobre todo una sonrisa que pocas canciones pueden provocarte. Las canciones que realmente importan, aquellas que la gente hace suyas, porque sólo de esa manera perdurarán en el tiempo.

jueves, 1 de mayo de 2014

Reikiavik en la sala El Sol



Un concierto es bueno cuando días después, al recordarlo, se te escapa media sonrisilla. En el caso del bolo de hace ya una semana, no es media sonrisilla, es una sonrisa que me da vuelta y media a la cabeza, justamente como empezó aquel show: se apagaron las luces, empezó a sonar una nueva música y allí salieron los cinco de Reikiavik, sonrientes como jamás de los jamases los había visto salir a un escenario. Brillaban. Aquello prometía.

Sabía que había sorpresas aquella noche, pero la primera no se hizo esperar demasiado. Un Javi peinado a lo Miles Kane pero con su propio estilo tan característico a la hora de vestir, comenzó el concierto como manda la rutina, a pelo, directamente la primera canción.

Un vuelco no, mil vueltas de campana dio mi corazón al reconocer Luna, una canción de sus inicios, de cuando tocaban en La Palma, de cuando los conocí. No era Primavera Del 90 (me hubiera muerto allí mismo) pero como ya dije, Luna es especial. Había cambiado, no era la misma canción de antaño, pero conservaba algo de sus raíces y aquello me hacía recordar con más fuerza, comparando el pasado y el presente que había visto en ellos, cómo habían evolucionado, cómo habían crecido encima del escenario.


Lagrimillas de orgullo aparte, el show continuó sin apenas percatarme hasta que empezaron las guitarras insistentes de Plan De Despedida 1, la canción con la que todo el mundo que ya los habíamos visto en directo esperábamos que iniciasen la noche. Le siguió Aquellas Calles y Tú El Dictador Y Yo El Revólver, con algún que otro percance de por medio pero que llevaron lo mejor posible.

Y de nuevo dos temas que nadie esperaba: Partículas De Mí y Sombras. Y yo como una idiota con la esperanza de escuchar mi favorita con tanto flashback sobre aquel primer EP. Imagino que su intención fue hacer un muestrario no sólo de Daño Universal, sino también rememorar el origen de la banda con estos temas que no tocaban en directo desde hacía dos años. Se me hizo raro sin embargo que no sonara El Gran Perderdor, un tema que solían tocar antes muy a menudo, pero que en esa noche yo particularmente no eché en falta para nada.

Para mí fue una actuación espectacular y fuera de lo común, se movieron y les vi muy sueltos, hasta el más tímido, Isma, se ganó a los fotógrafos pie en woofer y dando protagonismo a su bajo. Incluso hubo presentación de cada miembro por separado, olvidándose el propio presentador de sí mismo, pero ahí estaba Miguel para recordarle cuál era su nombre. Los que me acompañaban esa noche estaban ojipláticos, asegurándome que Reikiavik superaban a otras bandas en conciertos a los que también habían ido conmigo.

Quitando alguna que otra bloggera que estuvo más de una canción delante mía porque ella lo vale, fue una noche difícil de olvidar y de superar, un concierto de hora y media que se quedó muy corto, y así lo demostramos una gran parte gritando "otra, otra" cuando pusieron punto y final con Salto Mortal, el mejor cierre que tienen sus directos. Ahora tan sólo queda la larga y tortuosa espera hasta el próximo concierto, o quién sabe qué otras sorpresas guardarán en el bolsillo...

jueves, 3 de abril de 2014

Blogs musicales

Curioso mundo éste de las modas. ¿Quién iba a decir en la época del MySpace y el Fotolog, cuando Blogspot/Blogger apenas existía, que casi 10 años después se pondría de moda la música (mal denominada) indie, y que el medio predilecto de difusión sería a través de blogs?

Mi reflexión viene de haber estado leyendo mi blog de MySpace mientras tomaba el café esta mañana, y darme cuenta de que efectivamente lo que yo hacía en el 2006 es lo que se lleva ahora en el 2014, con la única diferencia de que sigo manteniendo la filosofía de "si me gusta tu disco, escribo sobre él. Si no me gusta tu música, paso de escribir sobre ti".

Así que me reí mucho cuando más de uno al conocerme reconoció haber creído que yo pertenecía al colectivo de "medios". Porque sí, tengo blogs, pero son subjetivos y personales, no sigo un esquema, no pretendo llegar a mil vistas ni mucho menos. Y como puede comprobarse por las fechas, la constancia no es lo mío; escribo en ellos cuando me da la gana, cuando me aburro y el Twitter se me queda corto, o cuando me dan arrebatos de inspiración.

Si un cantante no me llega, podrá tener un discazo, pero si no me gusta, ¿para qué voy a escribir sobre él si no voy a hacerlo bien? No soy nadie para elegir qué artista o banda merece difusión y cuál no, ni para decidir si un disco es bueno, eso se lo dejo a otros que tienen más idea y más objetividad a la hora de reseñar.

Aparte me hace gracia también la denominación "medios". Tan mal está el periodismo musical en España que ahora los medios son personas que no han estudiado periodismo pero sí han tenido experiencia en el mundo de la música. No hace falta tener una carrera para saber hacer tal o cual cosa, pero me parece tan triste que los periodistas de España estén tan en su nube, que tengan que venir otros, muchos de los cuales reconocen no tener vocación de periodista, a hacer lo que no hacen ellos.

Me parece genial que la gente se mueva para promocionar a tal o cual banda, que escriba tropecientasmil entradas para dar a conocer a artistas desconocidos que luego lo petarán, y me parece bien que como contrapartida les regalen los discos antes que a nadie y sean acreditados en conciertos, estrenos, ruedas de prensa... Como es totalmente lógico, porque es un intercambio de intereses: a la gente de los blogs les interesa tener de qué escribir, y a los músicos la difusión, que aunque no sea de las altas esferas, es la difusión que está en auge. 

Pero ahora hay tantos, tantísimos blogs, que como era de esperar, lo que era buen rollo ahora es una guerra constante entre unos y otros, a ver cuál es el primero que habla del nuevo disco de Fulanito, a ver cuál saca la mejor foto en un concierto... Y yo, como lectora que soy de éstos blogs cuando me apetece escuchar algo nuevo, me encuentro en casi todos los lados con los mismos temas, los mismos cantantes y las mismas opiniones al fin y al cabo (¿para qué os enfrentáis si pensáis igual?). Escucho la música que tan de moda parece estar y a mí me resulta de lo más aburrida, monótona, repetitiva. Y en los conciertos, eso de que haya más medios que público (que al fin y al cabo, son los consumidores) te da que pensar.

En resumen, tanto blog, tanta pugna, tantos frentes, que luego todos terminan hablando de lo mismo, cuando hace apenas ¿un par de años? ¿Tres a lo mucho? Cada blog era un mundo distinto, como distinto es el humor que tenemos cada día, y que nos hace escuchar música distinta en función de cómo nos sintamos. Dependiendo de tu humor y de lo que te apeteciera escuchar, leías un blog u otro. Ya no creo que vuelva esa frescura de sonidos nuevos, parece como si la inevitable caída del "indie" fuera vinculada a la caída de los blogs. Es lo que tienen las modas, son pasajeras, pero a algunas cuesta más decirles adiós.

martes, 25 de marzo de 2014

Videoclip: So Far Gone

Como ya dije en mi anterior entrada de videoclips, me pirran los que son en plan minipelícula. En esta caso hablaré del tanto querido como odiado James Blunt. Que sí, que estamos de acuerdo que todo el mundo acabó hasta la coronilla del You`re Beautiful, así que no voy a hablar de ese videoclip, pero principalmente porque ni fu ni fa, no me dice nada ese clip.

Y al igual que en las películas, cada cual tiene sus gustos, y el videoclip de So Far Gone para mi gusto son de los mejores que he visto. Dejando a un lado el filtro Nashville que le pone la cara amarilla a James, y la sobreactuación del mismo en algunos planos, hay que reconocer que es un videoclip muy peliculero y ante todo romanticoempalagoso. ¡Y lo que me gusta!

La letra, para quien no la conozca, va de típica situación entre una pareja donde ya no hay más tu tía, el amor se ha acabado y el "si no lo dices tú lo digo yo", la hora del punto y final. Como letra es simple (sigo prefiriendo mil veces la de High On Getting By) pero el videoclip es una mejora.

El vídeo intercala escenas de un Blunt solitario cantando por ¿Londres? y flashbacks de Blunt con la prota, a modo de recuerdos de la relación de la que habla la letra. Y no me parecería tan fuera de lo común si no fuera porque han añadido breves tomas, de segundo y medio, de pequeños detalles de los que te hacen pensar e identificarte con lo que ves: unas caricias por debajo de la mesa, unas rosas, un café en una cafetería en un día de invierno, compartir los auriculares durante un paseo...

Y las escenas entre los dos, escenas cotidianas, a las que no prestamos mucha atención cuando se viven pero que efectivamente cuando no se vuelven a repetir se recuerdan con nostalgia, como puede ser una tarde de bolera o hacer el payaso haciendo la compra.

Llama la atención que hacia el final de la canción (....no turning back on what you can't save....) ya no se les ve juntos en la misma escena, sólo se ven primeros planos de cada uno en solitario. También se aprecia que la chica, sonriente en el resto del vídeo, aparece con semblante serio. No parece casualidad que lo hayan montado así, e igual sucede con el final, donde cada uno se da media vuelta hasta emborronarse. Y fundido en negro, que eso siempre queda bien.

Es un videoclip sencillo, que cualquiera podría montar, pero al que se atreva a pensarlo, de verdad que le reto a hacerlo al nivel de éste, con tanto detalle (las dos piedras con corazones dibujados que luego cubre la marea) y tanto plano breve que hace que sea distinto. He visto algún que otro muy parecido, y hablaré de ellos también más adelante, pero éste por ser el primero le tengo especial cariño.


viernes, 21 de marzo de 2014

Fases de la post-gira

En otras ocasiones ya he hablado de la preparación de toda fan para un concierto o gira. Porque si alguien te dice que se va de gira, no pienses que va a tocar por el país o algo así, no. Podría llegar a decirse que una fan se va de gira cuando asistirá a varios conciertos del mismo tour, aunque no suele ser muy común, más que nada por el tema económico-laboral. Así que si alguien dice que se va de gira, seguramente vaya a una o dos fechas, y gracias.

Los oídos me pitan (sabía yo que delante del
altavoz no era bueno), pierdo equilibrio,
ergo me caigo.
Hoy me ha dado por pensar en ¿qué pasa después del último concierto del tour? No es el último de la gira del artista pero sí es el último al que asistirás. ¿Y qué es lo primero que me viene a la mente? La palabra D E P R E S I Ó N, así, en negrita, subrayado en amarillo, con luminosos de fila de hormigas rojas (si no tienes Windows 98 no las verás) y miles de iconos como el de la derecha.

Los que vayan de adultos, o lo sean de verdad, dirán "pues vaya tontería deprimirse por algo tan tonto". Pues sí, pero es lo que hay. Y al pensar en los momentos postconciertos, es inevitable compararlos con las llamadas "etapas de duelo".

1º Fase de negación
Llega el último tema, estás eufórica perdida, has perdido el chubasquero, unas gafas, y posiblemente la mochila. Te duelen las manos de tanto aplaudir, no sientes nada de rodillas para abajo y ya te da igual que se te cuele la italiana de atrás o que la inglesa borracha salte por encima tuya. Tú y tu amiga gritáis lo más alto posible sin daros cuenta de que no tenéis voz, así que os sale un graznido que ya quisiera Wilhelm. Pero da igual, porque el artista está en su apoteosis final preparado a la de unadostres-CHAS! Y desaparece tras la última reverencia aprovechando el ensimismamiento de algunas alucinando pepinillos con los fuegos artificiales. Recordemos: hemos pasado días a la interperie bajo sol, lluvia, y viento, comiendo basura, durmiendo poco y mal. Normal que flipemos con los fuegos artificiales como si fueran de los mejores que hayamos contemplado jamás. La banda, los únicos valientes mientras el o los cantantes abandonan el lugar en el auto, hace su final levantando la última ovación. Guitarras, baterías... Todo se mezcla y de pronto paran de tocar. El escenario se apaga, se encienden los focos del estadio, abren puertas de par en par, aparecen los equipos de limpieza... Y ahí empieza la negación.

¿Alguna vez habéis mirado las caras de los de atrás cuando termina el concierto? Supongo que es mirarte como en un espejo, porque seguro que tú tienes la misma cara de gilipollas integral, con sonrisa cual Joker: inerte, fija. Que acojona, vamos. Pero ahí estás, con tu sonrisa de psicópata, riéndote con tu amiga como si no se hubiera terminado, como si volvieras a ver todo el concierto pasar por tu mente. Vas camino al metro o bus o lo que te vaya a llevar a tu hotel y vais cantando (si a eso se le puede llamar cantar) los temas escuchados en el concierto. Os lanzáis sobre las camas y os ponéis a recordar las anécdotas, los mejores momentos, los gestos, los bailes, el error en tal o cual canción... Y no paráis de hablar. ¿Por qué? Porque en el momento que llegue ese silencio, os daréis cuenta de que el concierto forma ya parte del pasado.

2º Fase de ira
Vuelves a tu vida, a tu rutina, a tu casa con platos por fregar, a tu trabajo donde se te ha acumulado la faena... Miras a tu alrededor y todo te parece aburrido, tedioso. Hasta el clima, si es distinto, te cabrea. Las siguientes semanas al concierto estás arisca, saltas a la mínima, te enfadas por todo y en general tienes un humor de perros. No hay quien te soporte en esta etapa. Porque no puedes olvidar lo vivido, lo bien que te lo pasaste sin preocupaciones ni mayores responsabilidades, y lo comparas a la vida tan sosa que te toca vivir. La gente con los mismos temas de conversación, los mismos problemas de siempre... No te gusta, te dan rabietas, y todo, absolutamente todo, te molesta, y no hay nadie que pueda ayudarte a cambiar hasta que te da por pensar en "¿por qué no un concierto más?"

3º Fase de negociación
"¿Por qué no? Seguro que quedan entradas para alguno.", y te pones a mirar entradas, vuelos, mentalmente cuadras fechas, transbordos, dinero... Y cuando te topas con un obstáculo, tiras por otro lado, buscas la manera de encontrar otra forma de volver a vivir aquel magnífico último concierto. En esta etapa estamos un poco en plan yonki con el mono: "uno más y ya, sólo uno, ¡uno más!". Pero por más ofertas que busques, el muro es el mismo. Acabas de volver del viaje, no tienes un duro, no te quedan días de vacaciones y el tiempo corre a tu contra, la gira está llegando a su final y si al principio ya estaban agotadas las entradas ¿qué esperas encontrar ahora? La propia realidad es la que te dice "basta, ya has tenido suficiente".

4º Fase de depresión
La realidad te escupe el final. Se acabó la gira, ahora sí que sí, this is the end my friend. Y te deprimes, dejas rienda suelta a la melancolía y el único consuelo lo encuentras hablando con el resto de fans. Estás desanimada y no tienes ganas para nada ni para nadie que no comprenda tu tristeza. Escuchas en bucle el disco que se ha promocionado en la gira, da igual si te gustaba o no, ahora te encanta en cuanto que te recuerda a aquellos gloriosos días dorados. Y es que una vez pasado el tiempo, todos los recuerdos son buenos y bonitos, idílicos. Olvidamos lo malo, nos quedamos lo bueno, que es lo que añoramos y lo que nos produce un desasosiego tal que parece que nos falte el aire.

5º Fase de aceptación
La vida te obliga a seguir adelante, vas adaptándote de nuevo a tu vida y tu rutina, dejas que te animen, sales por ahí, ya te llaman la atención otras cosas que nada tienen que ver con la gira. Y justo entonces piensas "¿qué demonios?". Ya habrá más giras, tan sólo cabe esperar, pero mientras tanto, tu vida no está tan mal como la pintabas. Aceptas que aquel maravilloso concierto tuvo sus momentos buenos y sus momentos malos, y que tuviste la suerte de estar allí para vivirlo (¿cuántas de tus amigas o conocidas ni siquiera fueron?), pero ya forma parte de tu pasado, es otro bonito recuerdo que almacenar en tu memoria.


Imagino que gente no fan o que no conozca a fans todo esto le sonará absurdo y surrealista, que no digo que no lo sea, pero si no lo has visto o vivido es como si no existiera. Pero sí existe, algunas les pasa más grave que a otras, a otras apenas les pasa, pero suceder, sucede. Es puro drama, lo sé, pero luego lo ves con la imposible objetividad que te da el tiempo transcurrido, y dices: "pero qué bien nos lo pasamos".

domingo, 2 de marzo de 2014

Videoclips: Wasteland y Neon Sun

Desde mi punto de vista me resultan indispensables los videoclips como parte de la comercialización de un disco, pero siempre me han gustado más por lo que son, películas con música. Algunos videoclips sólo muestran a la banda, otros son un collage del artista en su últimos conciertos, hay los que cuentan la historia de la canción, los hay que no lo hacen o lo hacen de un modo muy abstracto. A mí siempre me han gustado más los que, independientemente de la letra, cuenten una historia. Más adelante hablaré de otros videoclips que han llamado mi atención pero hoy voy a hablar de dos porque en realidad son como primera y segunda parte, como si de una auténtica película se tratase.

Cuando John Garrison sacó el segundo disco (02) de su nuevo proyecto Satellites, y publicó el siguiente vídeo, pensé que se había vuelto loco del todo.


El disco, ya escuchado previamente, no resultó ser de mis favoritos pero la sorpresa vino cuando eligió Wasteland como single promocional de 02. Una canción con ritmo repetitivo, con la voz más grave que le he escuchado jamás... Para mí debía haber sido Neon Sun pero no suelo acertar en las apuestas por primer single, siempre pierdo. El videoclip sin embargo hizo cambiar mi opinión.

Ese toque geométrico que también encontramos en el artwork del vinilo/CD para empezar el videoclip me parece un buen reclamo, una acertada identificación entre videoclip y disco físico en tienda. La verdad es que hoy en día las portadas tan llamativas no suelen ser muy comunes. Y empieza directamente con el robot, explicando cómo se alimenta, hasta que llega la evolución y con ella, la destrucción del robot.

Será que soy una sentimental pero ver al robot perdiendo su "vida" entre otros iguales pero a la vez peores, supuestamente mejorados (versiones 2.0), era como ver un animal bajo la lluvia pidiendo cobijo y siendo ignorado. Comparaciones aparte con otra de sus canciones (My Morning Sun) donde también expone su disgusto con el mundo moderno y "actualizado", me resulta una crítica acertada aunque algo genérica, y generalizar nunca es bueno, pero también es inevitable.

Y siendo un vídeo tan "geometrizado", me encanta cómo han conseguido darle esa expresividad a un robot dibujado con un par de cubos. Y lo mismo con el resto, con los "actualizados" tirados por el suelo, borrachos, más los detalles de los carteles... Opino que es una manera muy original de plasmar la idea principal. Pero el final no deja de ser un final "trágico", a mí personalmente me deja con muy mal sabor de boca.

Y meses después, buscando la letra de Neon Sun, me topo con un vídeo del mismo estilo:


Mi reacción fue entre incredulidad, sorpresa, y tras verlo, felicidad. En primer lugar incredulidad porque no habían anunciado nada de segundo single ni mucho menos se había mencionado Neon Sun. Sorpresa al encontrar la pista antes de tiempo, lo que viene siendo un megaspoiler, cosa que cada vez me suele pasar más a menudo lo busque o no. Y luego felicidad al final del videoclip.

El videoclip empieza muy del estilo del otro, píxeles al ritmo de la canción, rayos del sol que amanece, y entre tanta línea recta, comienzan a surgir ramas enrevesadas con sus correspondientes frutos que, como no podía ser de otra manera, son cubos. Bien, original es un rato, pero una vez visto el anterior, a éste le falta algo, quizá sentimiento. Pero ¡oh! De un fruto cúbico de aquellos surge una mujer, de diseño muy logrado. Ponte tú a dibujar a una mujer usando sólo triángulos y cubos, ¡JA!

¿Y por qué es la segunda parte? ¿Dónde está el nexo? ¿Por qué me encaaaaaaaaaanta tanto y me hizo feliz el final del videoclip? Eso mejor que lo vea a quien le interese saber cómo acaba.

Sí, cuento todo menos el final, pero como fan que soy de Satellites (aunque a veces no me comporte como tal), de alguna manera tengo que hacer que suban las reproducciones de los vídeos.

En resumen, no son de mis videoclips favoritos pero me parece una manera muy original, tanto la temática de los videoclips y cómo van unidos, así como el vincular visualmente todo de tal manera que crea una marca del artista fácilmente distinguible.

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Neon Sun formará parte de Istedgade, el nuevo EP de Satellites que tiene como fecha de lanzamiento el 7 de abril del 2014, y que incluirá los temas Encore Encore, Spent Venom y A Million Drums.

Canciones tristes

¿Por qué gustan tanto las canciones tristes? Parece que cuanto más deprimentes, más nos gustan. Me percaté de ello al comprobar que mis canciones favoritas son un poco... De tirarse por la ventana. La mayoría de ellas expresan angustia, desilusión, inconformidad y la rabia que da no poder cambiar. Tienen un mensaje casi destructor. Pero sin embargo, las reproduzco con Morty (mi mp3 querido) y me encantan, y las pongo en repetición y las tarareo, y disfruto escuchándolas como una enana, y ya cuando son en directo lo flipo. Ya ves, una cosa tan deprimente me hace feliz. ¿Por qué?

Primero creo que es porque en algún momento todos hemos pasado por algo parecido a lo que dicen esas canciones deprimentes. Todos alguna vez hemos sentido angustia, pena, desazón. A todos nos han roto el corazón, muchas ilusiones y algunos sueños que nunca veremos cumplir. Imagino que en aquel momento nos gustó ese tipo de melodías porque nos sentíamos identificados, y aunque estuviéramos en lo más hondo del pozo, esa canción expresaba con armonía nuestros pensamientos y sentimientos. Era un pañuelo de lágrimas porque aunque no llegaran a calmarnos, era un alivio saber que no sólo nos pasaba a nosotros.

A veces pensamos que los amigos no han pasado por lo mismo (inevitable error) y que la familia no lo comprende (otro craso error), y hayamos el consuelo en esas letras que un desconocido escribió y a las que puso música, haciéndonos creer que pasó por lo mismo que nosotros. Ése es el más monumental de todos los errores, porque los compositores normalmente hacen una canción por una razón y el oyente entiende una cosa o crea una razón totalmente distinta. Es lo que tiene la música, al igual que otras artes: el oyente hace suya la canción sin que el compositor pueda hacer nada por evitarlo.

En segundo lugar, empiezo a creer que nos encantan las canciones deprimentes más estando de buen humor porque estamos felices y contentos, todo lo opuesto a lo que estamos escuchando, y es como echar la vista atrás, ver todo lo malo que hemos vivido y disfrutar del momento en el que todo va bien y estamos conformes y felices. Dice la gente que la felicidad no es eterna, que no existe, que sólo son esos pequeños momentos en los que somos conscientes de que lo somos, momentos que merecen la pena aprovechar.

Con esto no pretendo hacer un estudio sociológico ni descubrir una verdad empírica, no tengo pruebas mas que mi propia experiencia y las (pocas) reflexiones que he oído de otras personas. Puede ser una tontería, pero soy una persona curiosa, más si es un tema como la música de la que creo que nunca me cansaré de aprender, ya sea en el terreno de la teoría musical (he aprendido más escuchando a músicos y mánagers que en el colegio) o de cómo es cada canción, por qué unas gustan más otras, por qué gustan más en un momento y luego ya no tanto, y demás temas que se acercan al plano ¿filosófico?

Da igual, sólo son preguntas curiosas que me surgen sin más. Siempre he sido un bicho raro ;P




viernes, 21 de febrero de 2014

Con-cierto ruido

El pasado verano llegó hasta mí el siguiente artículo y me hizo pensar acerca de las similitudes y diferencias entre los conciertos en España y en Reino Unido. Concretamente en los conciertos que tienen lugar en salas pequeñas. Tras años asistiendo a varias actuaciones en diferentes salas de conciertos, he llegado a la conclusión que la primera diferencia radica en el artista que se sube al escenario. Cada uno tiene sus propios seguidores, e incluso éstos van variando a lo largo de su carrera, y en función del tipo de público, te encuentras con gente más responsable y educada, o bien te topas con todo lo contrario.

Mucha gente dirá que es que no se puede ir a un concierto donde haya demasiadas adolescentes porque son las que peor se comportan. Estoy totalmente de acuerdo con ello, las hormonas adolescentes sacan todo lo malo de ellas, pero no se limita a esa edad. Más de una vez me he topado con mujeres de 30, o incluso 40 y pico, cuyo único desahogo en un concierto es gritar y soltarle barbaridades al pobre cantante, sin importar que ello interrumpa vergonzosamente la charla del artista.

Pero de igual manera que las adolescentes son en su mayoría muy molestas en un concierto, los adultos tampoco se libran. En conciertos normalmente acústicos se suelen oír las conversaciones como si estuvieras en el bar de la esquina, cosa bastante molesta para la gente que va a ver al artista, o incluso para el artista mismo, además de la tremenda falta de respeto hacia él y su trabajo. Nadie obliga a nadie a ir a un concierto, si vas es porque quieres, porque para eso has pagado la entrada. O quizás te la hayan regalado, o hayas sido arrastrado hasta allí, o quizás vayas a regañadientes porque te toque currar en esa actuación, pero ni siquiera en ese caso el cantante tiene la culpa. Demostrar que no te gusta su música charlando con quien te corresponda en la conversación es una gran falta de educación desde mi punto de vista.

También hay lugares en Reino Unido, como cafeterías o pequeños pubs donde tienen dos zonas: una que es la zona bar por decirlo así, y otra la zona de actuaciones en vivo. Está bien montado, de tal manera que si el concierto gratuito de esa tarde/noche no te mola, te vas a la barra y a la zona de mesas a hablar con tus amiguetes. Sería lo lógico en locales habilitados de tal manera, ¿no? Pues resulta que no, e ingleses que pasaban por allí, entran en la zona del concierto, y a la segunda canción ya tiene que mandar silencio el propio cantante. Vergonzoso. Y en cuanto en España, sería una buena idea tener locales dispuestos así, y ya hay alguno como Costello Club en Madrid, pero se repite lo mismo: gente en la zona que no corresponde hablando más alto que el artista cantando.

En el artículo se menciona la idea de cuanto más cara la entrada, menos público ruidoso. No había caído en ello hasta ahora, y es cierto en parte. Por un lado, cuando te cuesta más esfuerzo, económico o trabajoso (como escribir un mail para conciertos por invitación, no por venta de entradas), la gente es más respetuosa. En teatros, auditorios, estadios, donde la entrada suele ser de precio elevado, poco importa que andes hablando con el de al lado, pues la sonorización impide que tu voz se alce entre tantísima gente. Si además el grupo canta rock o algún tipo de música potente, parece que las voces pasan más desapercibidas, incluso en espacios pequeños.



Pero en mi caso, por muy "ruidosos" que sean, si alguien me da conversación en un concierto en un sitio pequeño, seguramente le mire feo. No mentiré, yo he hablado en conciertos, normalmente sobre la actuación (que si se ha equivocado de estrofa, que qué ha dicho, que si han cambiado el ritmo con respecto al disco...), pero si es un concierto acústico, en un sitio pequeño, recurro al móvil para comunicarme con alguien, en plan notitas que te pasabas en clase con tu compañero de pupitre. Pero en vez de pasar un trozo de papel, paso el móvil.

Sin embargo, en los conciertos que he ido a Reino Unido para ver a artistas con miles de seguidores, y cuyas entradas no bajan de 60€, el público permanece en silencio durante la canción, y aplauden y gritan cuando corresponde, y lo más importante para mí, escuchan al artista cuando habla. A mí me gusta eso, más que nada porque me cuesta entender lo que dice, y seguramente sea interesante para mí lo que vaya a anunciar. Algunos artistas prefieren el público español porque no hacen más que gritar y animar sin pausa, pero eso de gritar por gritar no va conmigo.

Pero en el mencionado artículo mezclan dos cosas que desde mi punto de vista nada tienen que ver. Además de la gente que habla sin cesar, están los smartphones y por tanto, las redes sociales. En ese aspecto soy más de la opinión de Guille Mostaza ("están comunicando a otra gente lo que está pasando en la actuación, cosa que suele pasar si lo están disfrutando."). No veo ningún problema en alguien usando su Smartphone, si bien como dice también Don The Tiger: "Hay gente que es especialista en que la vida les pase por delante y ni les roce.". Si vas a ver el concierto en todo momento a través de una pantalla, para eso tienes YouTube, pero tú mismo, tú te estás perdiendo lo mejor de la música en directo, que es el directo en sí.

Pero lo que yo no llego a entender es por qué tanta crítica al uso de los teléfonos alzados en conciertos. ¿Acaso nos hemos olvidado de aquellas pancartas que llevábamos en nuestra adolescencia fan y que impedían ver al de atrás? O las cámaras de fotos, no tan discretas como las actuales, y tan aparatosas que molestabas a los de tu alrededor mientras la sacabas, echabas las fotos y la volvías a guardar. O la típica chica de baja estatura aupada por su amigo el alto, con lo cual tenías ante ti un ser de casi 3 metros que no te dejaba ver ni la sombra del cantante.

Otra cosa son los que van y vienen, y no paran quietos durante el concierto, tomando fotos y notas de lo que observan, bloggeros y periodistas que más de una vez se han topado con alguien a quien no le ha sentado nada bien tanto movimiento y han generado, y volvemos al inicio, un ruido molesto y ajeno al concierto. Bloggeros y periodistas hay como en todo, de muchos tipos. Los hay que piden permiso, los hay que no. Bien por los primeros. Pero una cosa que echo en falta de los conciertos multitudinarios es esos fotógrafos a los que les ceden un pequeño espacio entre escenario y público para poder sacar todas las fotografías que quieran y puedan  moverse con soltura durante sólo los 2 primeros temas. Sí, suelen jorobar a los de la primera fila, pero sólo son unos minutos. No es lo mismo que estar yendo y viniendo durante la hora y media/dos horas que dure la actuación.

Pero oye, que de igual manera que está establecido que en los conciertos de estadios está prohibida la reproducción fotográfica o de vídeo (es decir, prohibidas las cámaras) yo no veo mal que quieran prohibir los móviles. De hecho, si lo que molesta es que publiquen en las redes sociales que están viendo a tal o cual artista, que pongan un inhibidor de frecuencias. Si tan sólo prohíben, me joderá no poder hacer fotos para recordar el concierto, ya sea con cámara o móvil, pero si prohíben algo, que lo hagan de verdad. Es decir, que prohíban las cámaras y no los móviles, o viceversa, no me parece bien, menos si no ponen medios ni órdenes estrictas. Eso de prohibir cámaras profesionales pero no de bolsillo o smartphones que tienen casi mayor resolución que una profesional, no lo veo lógico. De igual manera no veo justo que prohíban coger fotos y luego una vez dentro todo el mundo las haga y los de seguridad no hagan nada para evitarlo. De hecho, de todos los conciertos a los que he ido, sólo hay dos en los que realmente se preocuparon de que nadie hiciera fotos ni vídeos: uno, el de James Blunt en un teatro en Málaga, y otro de Take That en Londres en un estadio.

En resumen, todo se reduce a lo mismo: la cultura y el respeto. De qué vale quejarse de gente que te molesta en un concierto si no les llamas la atención. O si estás más pendiente de dónde publica el de al lado, si en FourSquare o en Twitter, que del concierto. El artista lo podrá hacer mejor o peor, pero se merece cierto respeto, y si no te gusta, ya sabes dónde está la salida.


miércoles, 19 de febrero de 2014

Rivalidades entre fans

Con motivo del concierto de los BackStreet Boys (BSB) que dieron anoche, me ha dado por pensar en esos odios infundados no entre bandas, eso es otro tema, sino entre las fans de los grupos. Cualquiera que me conozca sabe la tirria que les tengo desde que salieron a la luz, es decir, tras separarse Take That (TT). No me caen bien, algunos de los miembros peor que otros, pero ¿por qué? Yo qué sé. Hace ya tanto tiempo...

Pienso que quizá parte de la culpa de este odio venga por la prensa, siempre comparando, y más cuando coincide en el tiempo el fin de una banda y el resurgir de una nueva. Más si una es de Reino Unido y otra de EE.UU. Si a una adolescente se te ocurre decirle, aún con el dolor de la separación reciente, que los que acaban de llegar son los nuevos [inserte banda disuelta aquí], no esperes que la reacción sea pacífica. Cierto es que algunas se convirtieron fans de los nuevos sin dejar de serlo de los viejos. Olé por ellas, yo no pude.

Pero lo intenté, juro que lo intenté. Y aquí seguramente radica la verdadera causa de tanta manía hacia los BSB: me "quitaron" a mis amigas. La etapa adolescente es bastante dura ya de por sí sola, más si vas viendo que a tus amigas ya no les gusta la misma música, que desemboca en no poder compartir tu pasión. Para más inri, van y pasan a ser fans de la otra banda. La empiezas a escuchar, a conocerla, pero no te termina de convencer, con lo cual terminas siendo una marginada que "no está a la onda". Y como tus amigas son como son, no se callan una y no piensan antes de hablar (¿qué adolescente lo hace?), empiezan las púas, las críticas e insultos sobre los que hacía un año habían sido sus ídolos. Yo tampoco me callaba, y así empezamos un toma y daca de insultos sobre ellos, y al tiempo, la gota que colmó el vaso y rompió nuestra amistad. Drama total volumen I, con portazo incluido.

Cualquiera puede pensar que eso no eran amigas, que las amigas se respetan, pero para mí sí lo fueron porque a pesar de todo ese odio hacia TT, a pesar de lo mucho que les insultaron, a pesar de que nunca olvidaré que desearon la muerte de Robbie Williams por sobredosis, siempre recordaré pequeños detalles, algo tontos, que tuvieron conmigo: varios regalos sobre el grupo, algún recorte de una revista, e incluso un robo en unos grandes almacenes para conseguirme un póster, una de las mejores anécdotas de aquella etapa. Además, cosas de la vida, tras aquello volvimos a hacer las paces y tan amigas hasta que perdimos el contacto al coger distintos caminos.

Ya han pasado muchos años de aquello, pero la espinita sigue ahí. A ellas no les guardo rencor alguno, pero no olvido. En cuanto al odio sobre BSB, es como algo latente, está ahí dentro, escondido, pero surge en cuanto leo alguna entrevista y no estoy nada de acuerdo con lo que dicen. Y vuelve a salir esa adolescente al grito de "Mentirosos! Falsos! Qué falsos sois!". Pero luego pienso en la gente que conozco, personas encantadoras que han resultado ser fans de BSB, y veo lo emocionadas que están cuando se acerca la fecha del concierto, el nerviosismo de preparar todo para ese día, el orgullo que da ver que hablan de ellos en los medios, el subidón de adrenalina cuando tocan su canción favorita, la completa e inmensa felicidad cuando les conocen en persona... Y el odio se disipa, y me alegro que BSB existan porque hacen feliz a gente que me cae bien.

Porque es cuando me doy cuenta que, sin importar la banda, cuando una es fan, los sentimientos son idénticos, a todas nos hacen felices y nos ilusionan las mismas cosas, y es que, en el fondo, todas somos iguales.