lunes, 25 de noviembre de 2013

Una canción

Una canción puede ser un éxito, un hit, un temazo, temón, etc. Hay canciones para reír, para llorar, para ser feliz, para estar de bajón, para concentrarse, para bailar, para dormir, para no dormir, para enamorar, para odiar, para pensar...

Clock Face es una de "mis" canciones, es el ejemplo más claro de la canción correcta en el momento oportuno. Llegó a mí por azar, un desconocido de una discográfica la repartía a la salida de un concierto en Barcelona. Casi no fui a ese concierto por no tener quién me llevara, pero el destino se puso de mi parte, o más bien mi padre quien debió pensar que ya tenía edad para irme de concierto a otra ciudad.

Aquella época no era mi mejor momento, estaba perdida, me había dado de bruces con la realidad y mis ilusiones de tener un título universitario se habían evaporado con amargor, primero con el periodismo que no pude estudiar y luego con Filología del que estudié un par de años. Pero ése era "mi plan": estudiar y luego marcharme de Alicante. Y no había plan b, ya no sabía qué hacer con mi vida.


Aquel concierto de un grupo que empezaba, Keane, fue ya de por sí distinto. Conocer a los mismísimos cantantes era un privilegio para unos pocos en aquel entonces. Que yo fuera sola al concierto era otra nueva cosa a vivir. Muchas experiencias nuevas y gratificantes en una misma noche. Y con mi sonrisa de idiota-postconcierto alguien con una camiseta donde se leía "Sinnamon Records" me paró y me dio un single, en cuya portada se podía ver un molino y un campo a contraluz. Se llamaban Budapest. Jamás había oído hablar de ellos. Mi padre me recogió según lo acordado, y al montarnos en el coche, lo primero que hice fue poner el cd. Empezaba suave pero luego adquiría tal ritmo que me cautivó. Y atravesar Barcelona de noche, desierta a aquellas horas, con esa banda sonora de fondo, es uno de los mejores recuerdos que tengo.

Lo poco que entendí de la letra aquella misma noche me caló, era imposible no identificarme con lineas como “if I don't know then who else will” o “please be a phase that's all”. Más tarde, el propio cantante explicó el mensaje de la canción: trata sobre lo que nos está establecido por la sociedad, la moral o lo que sea. Todo el mundo tiene la idea implantada de que lo que hay que hacer en la vida al llegar a cierta edad es estudiar para tener un buen trabajo, casarse, tener familia, (“if I don't hear then I'll assume that everybody's singing the same old tune”) y el conflicto, las dudas, la presión que supone cuando tus deseos son otros (“is it the time to draw a line?”/“it doesn't feel natural feels too slow”/“it feels so wrong the pressure's on, I can't ignore it any longer”). La canción trata de negarse en rotundo a seguir el plan establecido (“I spike myself, I kick and scream”/“I will not learn the words”), a hacer lo que uno crea conveniente con su propio tiempo de vida (“I turn my clock to face against the wall”).

La canción no cambió mi vida, pero me ayudó a verla desde otra perspectiva. Si la Universidad y el plan no habían salido bien, es que no eran para mí. Al tiempo de empezar a convertirme en una seguidora de Budapest, dejé la universidad mientras seguía trabajando de niñera, ahorrando dinero básicamente para música, en concreto, para posibles conciertos de Budapest, aunque luego me lo gasté casi todo en "mi primera" gira. Mi cantante favorito de la adolescencia iba a pasar por mi país después de 9 años con sólo dos fechas, y no me lo pensé. Me iba a Barcelona y luego a Madrid. Mi primer viaje por mi cuenta, y con escala. Acojonada se quedaba corto, pero las ganas de cumplir mi sueño y el saber que esa oportunidad no volvería podían con todo. Fue un viaje que jamás olvidaré, por la gente que conocí, lo mucho que pude aprender a desenvolverme y en el que me di cuenta de cómo un simple concierto me hacía tan sumamente feliz.

Pero para seguir yendo a conciertos y viajar necesitaba dinero, más de lo que ganaba, así que necesitaba tener algunos estudios para conseguir un trabajo estable, y siguiendo el consejo de mi madre me metí a estudiar un ciclo de formación profesional de Secretariado Internacional. Tenía dos idiomas, informática y era corto. Perfecto. Parecía que las cosas se iban aclarando, no sabía a qué dedicarme pero quería ir a conciertos, y así lo conseguí.

Un par de años después ya había estado en Barcelona, Madrid, Málaga, Zurich, Manchester y Londres en varias ocasiones, y todo por conciertos. Y todo comenzó por aquella canción que me dio fuerzas a seguir intentando buscar mi camino. No sé si será el correcto, pero me gusta y soy feliz así. Porque un concierto no es sólo ver a alguien cantando y bailando, es la gente que conoces, fijarte en cómo está organizado el espectáculo, las diferentes salas o estadios y la diferencia de sonido entre ellas, las charlas con las bandas, la gente entregándose a la música como si no hubiera mañana, los comentarios e intercambios de opiniones sobre lo bien o lo mal que ha estado... Cada concierto es un mundo, una experiencia única e irrepetible.

Ahora cada vez que escucho Clock Face me hace pensar en lo lejos que he llegado, en los sueños que he cumplido, y que por muy perdidos que estemos, siempre hay que hacer cosas que nos hagan felices, fuera de clasicismos e ideas preconcebidas.

....only my expectant eyes looking for diamonds in the sky, the only one looking for this prize....

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Listos que no saben distinguir entre groupie y fan

Hoy me ha cabreado mucho, muchísimo, como suele suceder cada vez que lo veo, algunos comentarios en tono despectivo hacia las fans vía Twitter. Me importa un carajo que nos tachen de histéricas, infantiles, etc. Pero que digan que somos groupies por ahí NO paso.

Cada cual es como es, y por mi propia experiencia, como fan que soy y habiendo conocido a un montón de fans, puedo decir que no todas las fans son iguales. Tampoco hay dos personas iguales. Que generalicen con esto no me importa, es más, lo veo totalmente normal: siempre se hacen notar más las histéricas y el pato lo pagan las que son más tranquilas. Pero que usen y hablen de fans con el nombre de "groupie" me parece de lo más... ¿Estúpido? ¿Ignorante? ¿Imbécil? Y lo peor no es que se lo oiga a otras fans, lo peor es que cada vez lo leo más por las redes sociales de perfiles de profesionales de la música: desde bloggers hasta periodistas ¡e incluso músicos! Podrán tocar la guitarra de puta madre (olé por ellos, envidian me dan), podrán distinguir un buen disco de uno malo (me parece bien, para eso les pagan -a algunos-), podrán saber quién va a estar en el candelero y quién se va a ostiar en el mundillo... Pero decir que las fans somos groupies es símbolo de su ignorancia, y pone de manifiesto, una vez más, cuánto desprecio hay hacia las fans.

Porque groupie, señores, no es lo mismo que fan. Ya escribí sobre los orígenes de las groupies, y mi opinión y preferencia al usar ese término.

Las groupies se rigen por las modas, el famoseo y por el simple hecho de si eres músico o no. Tiran los tejos a diestro y siniestro, sin cortarse un pelo y si además les siguen el juego y encima les invitan a todo, mejor que mejor. Rara vez se compran un disco, en todo caso se lo compran cuando es un súperventas para luego tenerlo olvidado en una estantería. Ésas, señores, ÉSAS son las groupies. Las fans son las que, independientemente de si su artista favorito esté de moda o no, de si el disco sea una bazofia o sea el mejor de su carrera, las fans lo compran. Sí o sí. No se rigen por modas, no pugnan por acostarse con el cantante... Podrán tener infinidaaaaaaad de fantasías sexuales con sus cantantes favoritos, pero a la hora de tenerlo delante no se lanzan a su cuello como hacen las groupies. Si es una fan de las histéricas, se abrazará a él como mucho, pero otras se quedarán como estatuas de hielo, y otras actuarán con total normalidad e incluso entablan una conversación como adultos. Y todas son fans por igual. Pero ninguna se irá a la cama con él.

Pero veámoslo desde el punto comercial, que a fin y al cabo, la pela es la pela, y es lo que cuenta hoy en día. El dinero en muchos casos es lo que hace que un grupo siga o no adelante. Hasta ahí de acuerdo, ¿no? Señores, ¿no se han dado cuenta de que una fan es una fuente constante de dinero para los músicos? Una fan comprará todos los discos, e incluso más de una y de dos copias, irá a todos los conciertos, y arrastrará consigo a todo ser que pueda convencer, comprará merchandising hasta para su abuela, se gastará MILLONADAS a lo largo de su vida por un artista que nunca la recordará. ¿Por qué no quieren verlo desde ese punto?

Me gustaría pensar que, de esa manera, se respetaría un poco más al mundo fan. Pero siempre es más fácil despreciar y poner verde a alguien en lugar de investigar, aprender y conocer. Y luego se lamentarán de que la música en este país esté como esté. Así no se va a solucionar nada.



Como consejo: si te cruzas con una panda de histéricas, no dejes que agoten tu paciencia y al final acabes poniéndote a su nivel montándoles el pollo como si fueras su progenitor, pero haz que se calmen con buen rollo. Ponte en su lugar. Tampoco es tan difícil. ;)

sábado, 20 de julio de 2013

Madrid-Londres-Glasgow-Alicante II

Segunda parte: Glasgow

A Londres da igual si vas solo, si vas con tu pareja, con tu familia, con un grupo de amigos o con tu mejor amiga, de todas las maneras posibles (y puedo decir que he probado todas esas) la ciudad ofrece cosas para cada tipo de viaje, haciendo que sea imposible no entretenerse y divertirse. Pero cuando nos juntamos mi amiga Fani y yo en Londres, es punto y aparte. Para empezar, la maldición que nos persigue: siempre sucede algún evento violento o catástrofe natural cuando nos decidimos a ir a Londres. En las dos ocasiones famosas de las nubes volcánicas, allí estábamos nosotras. Cuando las huelgas en puente de diciembre, nosotras estábamos en Londres. Y lo último, aparte de la huelga de los franceses, fue los dos locos que había apuñalado a un hombre en mitad de la calle. Siempre sucede algo.

Casualidades aparte, el plan era recogerla en el aeropuerto, pasar la mañana en Londres grabando vídeos para un proyecto y a media tarde coger el tren hacia Glasgow para llegar allí de noche. Todo parecía perfecto, había hecho un sol del carajo los días anteriores así que los vídeos saldrían estupendísimos, ¿no? ¡NO! ¡Qué ilusas fuimos! El proyecto consistía en grabarnos haciendo el payaso en los sitios míticos de Londres para meterlos después en un vídeo-felicitación para una amiga que se casaba. Pero el tiempo quiso poner su granito de arena y dejar caer la famosa lluvia londinense cuando llegamos al Buckingham Palace. Hubiera quedado muy bien de no ser porque mi cámara no es impermeable. Así que nos tocó aguardar bajo un árbol de Green Park un cuarto de hora a que parara de llover, y en cuanto vimos que amainaba un poco, allá que fuimos a saltar y principalmente a descojonarnos delante de la cámara con el palacio de fondo. Y de ahí al Big Ben a hacer lo mismo, con la lluvia que volvía a apretar y que nos pilló en mitad del parque de St. James. No había otro bonito día en el que llover...

Una vez grabadas diversas tomas nos fuimos hasta King's Cross a recoger nuestras maletas y a Euston a pillar el tren, pues aún nos esperaban 4 horas y pico hasta llegar a Glasgow. Por suerte el tiempo sí acompañó en ese viaje y pude hacer algunas instantáneas desde el tren para recordar aquellos prados verdes que no suelo ver mucho por aquí. Puntual, el tren llegó a Glasgow ni un minuto antes ni uno después. Salimos a la estación y ya alucinamos con la gente, críos deno más de 17 años borrachos como cubas cantando y riendo escandalosamente por la estación. Y no fue un caso aislado. Nuestro hotel estaba muy cerca así que fuimos a pie, encontrándonos por el camino numerosos grupos de gente bebida, pero que a diferencia de las borrachas que veíamos en las giras de Take That, aquí se respiraba buen ambiente. Pero para unas españolas siempre es sorprendente ver a gente tan ebria siendo las 8 de la tarde, aunque allí ya era de noche.


Llegamos al hotel sin problemas donde nos estaban esperando otras dos amigas españolas, con quienes estuvimos conversando en la habitación del hotel. Se ofrecieron a enseñarnos dónde se encontraba la sala donde iba a tocar Mark y al no estar muy lejos accedimos a dar el paseo. Vimos que era una zona muy animada, no sólo por todos los comercios que había, a esas horas cerrados, sino también por todas las discotecas que había en la avenida. Al llegar a la sala planeamos nuestra estrategia para hacer cola y seguimos conversando animadamente durante varios minutos. Luego ya nos retiramos a dormir para recobrar fuerzas para el día siguiente.

Y tal como sucedió en Londres, efectivamente algo pasaba con las fans inglesas, que en la última gira de Mark allá por el 2005, siempre llegaban con una hora de adelanto a la sala. Sin embargo, en esta gira se dio en casi todas las ciudades la situación de ver a las inglesas acampadas a primerísima hora de la mañana. Así que nuestras amigas que iban de avanzadilla, nos dieron el aviso que las inglesas estaban organizando la fila poniendo número en el orden de llegada de la gente. Así que a las 9 de la mañana nos fuimos, cogimos le número siguiente a nuestras amigas, y tras el desayuno, volvimos con ellas para hacer cola hasta las 8 que empezaba el concierto.

Cualquiera puede decir que casi 12 horas de cola es una burrada, que qué aburrimiento, que menuda cosa estar tirada en mitad de la calle tanto tiempo, etc. Pero son de esas cosas que hasta que no las haces, no sabes lo que te pierdes. Nuestro plan era dejar algunas cosas en el hotel, pero el tiempo en la fila se nos pasó tan rápido que no pisamos el hotel (sólo yo tras el desayuno pensando que me habían robado el móvil). Y es que tantas horas con tantas cosas de las que hablar se pasan volando. Que si te pones a imaginar qué va a tocar (mis amigas no habían estado en ningún otro y no querían spoilers), que si te pones a recordar otros conciertos (sean o no de Mark), te pones a hablar de música en general (hablamos de Love Of Lesbian, de Second, de LA, de John Garrison, de Reikiavik...), y cualquier tema que se nos pasaba por la cabeza. Además luego está que si te vas al Primark a comprarte una manta o algo para sentarte encima, que si te pica el gusanillo te vas a comprar chocolatinas al 24 horas, que si aprieta el calor te pones crema protectora y te compras unos helados en la cafetería o te pones pañuelos en la cabeza haciendo el ganso (momento harén de Mark Owen), que si vigilas a las italianas que quieren colarse, que si te pones a hacer fotos a los edificios de alrededor...

Pero uno de los mejores y más divertidos momentos, aparte del harén, cuando ya empieza a haber movimiento y empieza la prueba de sonido, por simple aburrimiento nos ponemos las cuatro a buscar wifi como habíamos hecho por la mañana, y cuál es nuestra sorpresa al ver que había una red protegida con el nombre de "Mark Owen Productions". Diversión asegurada durante horas si no hubiera sido que, al tener amigos informáticos, conocía algunas típicas claves que usan para algunas redes. Efectivamente el 12345678 no funcionó, pero al ver que eran 8 dígitos, pues dije: "ocho ochos". Y accedí. A los 5 minutos lo cambiaron, o algo pasó porque me echó de la red y ya no pude volver a acceder, pero mi cara en el primer momento tras ver conectado el wifi tuvo que ser un poema. Ya puedo decir que le he pirateado el WiFi a mi artista favorito, ¡jaja!

A eso de las 7, las inglesas de delante empezaron a levantarse, y les molestó que nosotras también lo hiciéramos, pero la cosa no pasó a mayores. A las siete y media abrieron las puertas, dejando pasar primero a ese grupo, y al rato a nosotras, tan sólo porque la "cabecilla" de ese grupo así lo había pedido al guarda de seguridad. Suponemos que tenían miedo que las arrolláramos y nos pusiéramos en primera fila, y es que las fans españolas tenemos muy mala fama, pero eso viene después. Sin embargo nosotras cuatro no estábamos muy por la labor de correr, era la primera vez en aquel sitio y no sabíamos por dónde había que ir. Si nos hubieran grabado, hubiera parecido una película cómica: escaleras cerradas que subían y subían, y Fani corre que te corre mientras gritaba que siguiera su voz. Ahora sé que no es tan fácil orientarse siguiendo una voz, lo parece pero NO lo es. Y los teloneros, Animal Kingdom, estuvieron exactamente igual que en Londres, muy flojos en la mayoría de canciones (a excepción del batería que hacía las veces de pianista).

Cuando empezó la música, nadie se inmutó, parecía que nadie sabía que era el "opening", y es que quienquiera que lo escuche, lo último que pensará es que es la música para dar comienzo a un concierto. Hasta que entró la banda desatando una repentina locura. Las primeras notas de Giveaway empezaron a sonar para recibir a Mark, quien había reciclado la chaqueta de hacía dos giras de Take That. Y yo encantada. Por suerte no repitió esa horterada de chaqueta geométrica que llevaba en Londres. Nada más salir le vi diferente, se le veía como más suelto, quizá menos cansado, se movía más por el escenario e incitaba al público a cantar con él. Y nada más terminar la primera canción, va y se acerca a nuestro lateral diciendo, aparte de lo típico: "Veo que venís desde muy lejos, como por ejemplo... ¡España!". Sin duda la bandera de nuestra amiga Pili había causado el efecto deseado: llamar su atención. Y las italianas no tardaron en empezar a quejarse, pero allá que fue Mark a hacer como si no pasara nada, preguntando a las de las primeras filas de dónde venían. Y nosotras felices como regalices.

El resto del concierto no tuvo ninguna variación con respecto al de Londres en cuanto al setlist, pero sí que noté a Mark muy enérgico, más participativo y comunicativo con el público, creo que en gran parte porque el público que asistió a Glasgow fue más considerado, o al menos más adulto, y se callaban cuando hablaba, y aplaudían cuando había que aplaudir, y gritaban cuando correspondía. En esta ocasión no estaba Jake Emlyn pero teníamos a un Jamie Norton (pianista de Mark) que lo bordó. Una voz sorprendente sin duda, pues esperaba que fuera Ben Mark (guitarrista) quien sustituyera la voz de Jake, ya que Ben tiene su propia carrera como cantautor. Pero Jamie estuvo a la altura y con creces.

Ben Mark
El concierto fue apoteósico, o al menos así lo recordaré siempre. Mark lanzaba bromas sarcásticas dándose cuenta de quién había seguido su carrera en solitario y quién no, pues desde el escenario señalaba quién se sabía la letra (muy a lo Robbie jaja). Y no sé si fue porque nosotras nos la sabíamos pero al terminar todas terminamos con la rara impresión de que había estado más tiempo en nuestro lateral del escenario que en el centro que es lo normal o en el otro lateral. Quizá paranoias de fan, pero nos hacía ilusión saber que había reparado en nosotras.

Entre el buen rollo que había entre mis amigas y yo, el verlas sorprenderse con algunos temas, los efectos de luces y sonido, y la simpatía no sólo de Mark sino también del resto de la banda, fue un concierto digno de recordar. Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto de un concierto. Por eso me dio tanta pena cuando se acabó, y para aliviar la pena, me abalancé sobre el puesto de merchandising a la captura de las nosecuantasmil tazas que me habían encargado. Y el tío del merchandising va y me dice que nanai, que me vaya al concierto de Manchester que allí las tendrán (y yo por dentro "no me tientes, no me lo digas dos veces"). Así que en vez de tazas pillé chapas para todo quisqui, que además salían más baratas, la mitad que las tazas.

Salimos del recinto con nuestro merchandising, la ilusión del primer saludo, y el subidón que hace corroborar lo bien gastado que está el pastizal que ha sido necesario para ir al concierto, porque aunque las entradas de Glasgow fueron más baratas que las de Londres, los vuelos por el contrario eran el doble de caros. Así que salimos y estuvimos pensando por cuál puerta saldría, pero teniendo el autobús justo enfrente de la principal, era obvio. Así que allí nos plantamos, con la misión que intentamos conseguir escrita en un cartel porque iba a ser imposible explicárselo con tanta gente. De esa forma lo leería y ya si le parecía bien, lo diría.

¿Y cuál era esa misión? Consistía en grabar en vídeo a Mark dando la enhorabuena a unos amigos que se casaban (la novia es fan) para unirlo a un vídeo que habíamos preparado entre todas las amigas (todas fans también). Pero con tanta gente, y alguna hasta las cejas de alcohol, ya vi que aquello iba a estar más complicado de lo que me había imaginado. Así que nos alejamos de la puerta principal, más cuando vimos que a músicos, mánagers, etc. los hacían subir por el lado del autobús que daba a la carretera. ¿Para qué van a hacerlo fácil, teniendo el autobús dos puertas, una de ellas al borde de la acera?

Cruzamos la calle y nos apoyamos en un coche justo enfrente de la puerta por donde iban entrando y saliendo, con tres carriles de calle de por medio por lo cuales pasaban autobuses, coches, camiones y hasta la policía en varias ocasiones. Junto a nosotras estaban algunas inglesas, tan bebidas que iban y venían del coche al autobús si importarles mucho el tráfico. Como no iba a ser posible grabar el mensaje con Mark, me dije: pues que lo grabe un músico. Y entonces apareció Ben, sin nadie alrededor, y dije "ésta es la mía". Ni corta ni perezosa, y sin saber muy bien cómo iba a reaccionar, me acerqué lo más educadamente posible y le expliqué lo de la boda nuestra amiga y la sorpresa que se llevaría si él aparecía en el vídeo. Le encantó la idea y gustosamente accedió a grabar un mensaje de parte de todo el equipo.

Volví con mis amigas al coche, y al rato de estar esperando a que Mark apareciera, a Pili le dio por mirar el edificio de la sala y descubrió en una ventana que Ben estaba echando fotos a las fans, y a su lado Mark. Miré alrededor. A mi lado, las inglesas, más pendientes de la puerta principal que de la ventana. Miré arriba de nuevo. Mark saludando desde la ventana con la mano como un niño pequeño. Y nosotras cuatro devolviéndole el saludo de igual forma. Y él que volvía a saludarnos. Aquello era lo más surrealista que me había pasado nunca. Tras 10 minutos haciendo los pavos tanto nosotras como Mark, y Ben echando fotos, saqué la cámara para dejar prueba fehaciente de aquella escena, momento en el que las beodas se dieron cuenta de qué hacíamos y empezaron los gritos histéricos. Y nosotras con el consiguiente ataque de risa.

Tras aquella anécdota, llegamos a la conclusión de que nuestra mala fama como fans españolas no tenía por qué en comparación con las inglesas. Con más razón después de ser testigos de los siguientes momentos. Ben volvió a la calle y se quedó alucinando cuando una, que había memorizado el código de acceso al autobús, se lo gritó a los cuatro vientos. Pero no sólo fue eso, sino que además, mientras el chaval que hacía de segurata salvaba a una de ser atropellada, en cuestión de segundos otra aprovechó la distracción, atravesó los tres carriles sin mirar, pulsó el código y subió al segundo piso del autobús ante la mirada atónita de nosotras cuatro y los vítores de sus amigas. El de seguridad no se había percatado de nada pero el bajista que estaban dentro sí, y fue él quien salió escopeteado detrás de ella y quien amablemente le acompañó a la salida. Y tal y como era de esperar, cuando tras un par de horas allí de parón, Mark se decidió a salir, las inglesas cruzaron de nuevo y se apelotonaron contra la puerta, ocupando parte del primer carril, obligando a los conductores a evitar atropellarlas, y los pobres de seguridad que no daban a basto, y nosotras sin movernos, esperando lo peor. Hasta la policía se detuvo para ver si tenían controlada la situación, que por suerte hizo serenarse a las más borrachas, pero aún así Mark tuvo que pasar totalmente cubierto por dos hombres que le doblaban la altura y que en nada le colaron en el bus.

Como la esperanza es lo último que se pierde, allí aguantamos las cuatro una hora más en vano, a ver si con la gente yéndose, y nosotras cuatro solas en el coche, Mark salía. Cuando volvió a aparecer Ben, pensé que mejor preguntarle si iba a salir o no antes de quedarnos más heladas allí en mitad de la calle como pasmarotes. Y teniendo la oportunidad de hablar tranquilamente por él, le pregunté qué tal iba funcionando el disco, que cuál era su plan tras la gira, que si pensaba retomar su carrera en solitario (lo cual le sorprendió)... Tonta de mí tenía que haber aprovechado ese momento para pedirle que publicara las fotos que nos había hecho desde la ventana, ya que por el Twitter luego ignoró mi petición.

Como ya Ben nos aseguró que Mark no saldría, pues nos recogimos y nos fuimos a cenar al único sitio abierto, un McDonald's, donde estuvimos riendo y hablando y reviviendo cada momento de aquel día. Y es que los mejores conciertos a los que he asistido siempre han acabado en un restaurante de ese tipo, alargando al máximo el momento de la despedida.

martes, 9 de julio de 2013

Madrid-Londres-Glasgow-Alicante I

Primera parte: Londres

Cada viaje ya de por sí es una aventura, no sabes qué te puede suceder pero sabes que vas a pasártelo bien. Y si ya encima el viaje es por algo como un concierto, está claro que te lo vas a pasar mejor que bien. Como ya anuncié en una de mis anteriores entradas, me fui de concierto a Londres y a Glasgow a ver en concierto a Mark Owen. El susodicho sólo sacó gira por Reino Unido, y de lo más repentinamente. Y allá que me fui yo, a la aventura nunca mejor dicho, porque en esta ocasión me iba sola a Londres. No era la primera vez que me decidía a viajar sola a esa ciudad, pero sí para ir a un concierto. Ahora que ha pasado, en ese aspecto tampoco fue muy diferente, eso sí, no me gasté tanto dinero en ropa como la primera vez (me aburría, me iba de compras. Esta vez iba más en plan fotográfico).

Pero sí que fue muy diferente en el resto de aspectos. Para empezar, ya tuve que desempolvar mi inglés estando en Atocha ante unos guiris que un poco más y aparecen en Príncipe Pío en lugar de en la T4. Y una vez allí, bueno, para qué... Llego y me entero de que hay huelga en Francia, vaya puntería la mía. Así que la T4 y yo nos hicimos graaaandes conocidas en aquel día. Pero la experiencia es un grado, y los cargadores de mp3, cámara y móvil iban conmigo en lugar de la maleta facturada. Hice bien porque eso me salvó de muchas horas aburridas. Sobre todo me entretuve en desenganchar la cremallera del bolso y en enchufar el cargador del móvil a una pared. Parece fácil, ¿no? Pues no. La mayoría de los enchufes de la T4 tienen mucha holgura (como de enchufe de aspiradora o electrodoméstico grande) así que un cargador pequeño se cae constantemente. Pero con un poco de ingenio y un par de chaquetas conseguí hacer una especie de trípode donde apoyar el cargador y rellenar la batería de mi móvil.

Mi vuelo salía al mediodía, salió al final casi a las 8 de la tarde. Yo solamente rezaba por no perder la reserva de hotel como ya casi nos pasó en otra ocasión con otro retraso de no sé cuántas horas (gracias EasyJet). Pero lo chistoso fue cuando ya con todo el mundo a bordo del avión, cinturones abrochados, etc etc. Nos anuncian por la megafonía del avión y en inglés (y la gente que no entiende inglés bien ¿qué?) que el vuelo, debido a problemas con la huelga de Francia, no llega al aeropuerto de la City, sino a Southend. Nunca había estado en ese aeropuerto pero por las quejas y las caras de disgusto de la gente, me daba a mí que no estaba tan cerca de la ciudad como el City. En fin, era eso o quedarnos en tierra. Ya me las apañaría una vez en tierras anglosajonas. El aeropuerto del Southend está a medio hacer, y no deja de ser un hangar convertido en pequeño aeropuerto. Llegamos y nos metieron en un bus que nos dejaría en el aeropuerto de la City, asegurándonos que el transporte público estaría disponible para cuando llegáramos. Sí, claro, el penúltimo DLR (tren) pasó justo cuando nos bajábamos del bus. Y eso que me bajo del autobús, y siento un dejà vu. Había vuelto a Sunderland 4 años atrás: salida de un concierto multitudinario, todo el mundo desaparece en coches, y de pronto ¡¡¡no había ni dios!!! A la mayoría de la gente del autobús venían a recogerla, y los primeros que salieron del bus como alma que lleva el diablo se abalanzaron sobre los taxis. Y allí estábamos cuatro gatos nunca mejor dicho: una adolescente a la que llegaban tarde a recoger, un chico de unos 30 y pico con traje, un señor ya mayor y servidora.

Pasaron unos 30 minutos hasta que llegó un taxi que compartí con el chaval. Fue curioso el viaje, entre nosotros hablamos más bien poco pero lo divertido fue ser testigo de los malentendidos entre él y el conductor, quienes no se entendían ni para atrás. Intenté explicarle al tío qué le estaba diciendo el taxista, pero estaba demasiado inmerso intentando hablar correctamente en inglés, y ni me escuchó. Cuando se bajó, me dediqué a darle conversación al taxista que muy amablemente me dijo qué podía hacer por Shepherd's Bush cuya actividad se resumía en pasar el rato en Westfield, el centro comercial superhipermegachulomodernoquetecagas que acababan de abrir. ¿Dónde me había metido? ¿En qué barrio iba a estar los próximos 4 días? Menos mal que la comunicación con el metro es buena y aquello me salvó. El taxista no sólo fue mi guía turístico en esa noche sino que además me rebajó la tarifa (había cobrado de más al otro, vaaaaya qué torpeza, no?) y me hizo de guardaespaldas mientras yo me dedicaba a despertar al buen hombre que regentaba el hotel, quien al verme simplemente confirmó mi nombre y me dio la llave de la habitación. Si se la puede llamar así. El hotel estaba muy modernizado, remodelado recientemente, pero la habitación no era enana, era... ¿Compacta? Sí, por ejemplo. Al final me fui a la cama sobre la 1 y media, hora inglesa.

Ains las horas inglesas. Parezco nueva en esto algunas veces. Cambié el reloj de pulsera nada más bajar del avión, pero no la del móvil, es decir, la del despertador. Sonó el despertador y yo me levanté medio zombie, ducha rápida, desayuno en el hotel de al lado y empiezo el turismo. Y eso que sales a la calle, un día de diario, y dices: ¿dónde está todo el mundo? Oh shit! Efectivamente iba una hora por delante de los ingleses, ¡pensaba que eran las 9 y media! Así que me lo tomé con calma y dado que tenía tiempo de sobra, hice fotos al parque donde me acordé de que la última vez que estuve allí fue con un grupo de argentinas a las que acababa de conocer y con las que me lo pasé genial, y pensé en lo divertido que podría haber sido de haber estado ellas allí. Y luego pretendía hacer foto preconcierto a la sala donde iba a tocar Mark. Cuál fue mi sorpresa al ver que ya habían como unas 10 personas allí. Algo está cambiando con las fans inglesas, ellas nunca hacen fila tan temprano. Era surrealista. Así que, con entrada general, reajusté el plan y la hora que había ganado esta mañana la había perdido junto con otras 4 si no quería quedarme en última fila. Aquella mañana sólo me dio tiempo a ir a Camden con parada obligatoria de compra y relax en Yumchaa Teas, una tetería en The Stables con vistas al canal.

Normalmente cuando voy, que es en cada viaje que hago a Londres, puedo pasarme horas y horas allí, pues el sitio es perfecto para ello. Pero aquella mañana no fue posible y tan pronto como terminé mi English Breakfast tea (buenísimo) de vuelta a a la calle a tirar fotos por el canal y al metro. Comida rápida en McDonalds con Daft Punk de fondo y a la cola, donde ya me percaté de que las primeras no eran todas inglesas. Pero sí había mucha adolescente. La nueva generación takie en su (probablemente) primer concierto en una sala. Parecían que hacía cola par ver a Take That, con caras pintadas, banderas, y toda la parafernalia que no me es rara de ver en grandes estadios pero que allí llamaba demasiado la atención.

El concierto no estuvo mal, pero entre que Howard, otro de los componentes de Take That, estaba en el palco y aunque lo evitaba no pasaba desapercibido, las adolescentes gritando cada vez que Mark abría la boca, el efecto de las luces no se distinguía con tanto humo de máquina y el sonido dejaba mucho que desear, no fue de los mejores conciertos en sala a los que había ido (aún hoy sigue siendo peor el concierto que dio en 2005 en la Moby Dick). Los teloneros Animal Kingdom fueron contratados a última hora tras sacar del cartel a los anteriores (The Boy Least Likely To) por razones técnicas según versión oficial. Para mi gusto, salieron perdiendo pues Animal Kingdom no eran nada del otro mundo encima del escenario, les faltaba fuerza, una fuerza que sólo demostraron en la última canción. En Londres la verdad es que no vi mucha gente emocionada con ellos, lo normal, unas cuantas palmas y caras de "baja ya del escenario para que entre el otro". Mark estuvo como es él, activo, sin dejar de moverse por el escenario, intentando en vano hacerse oír por encima de los gritos entre canción y canción. Yo iba con los deberes hechos y el setlist aprendido, y cierto es que para mí fue toda una sorpresa que subiera a cantar Jake Emlyn, colaborador en el álbum, y las canciones nuevas sonaban muy bien y eran muy animadas, pero para mi gusto, hubiera metido más canciones del anterior disco, How The Mighty Fall. Cuestión de gustos.

Como anécdota de la noche, yo iba sola y terminé la noche con cinco españolas y una argentina. Cosas de los conciertos. ¡Ah, sí! Y la cremallera del bolso rota al final, como era de esperar. Y aún tenía día y medio más en Londres y luego Glasgow. Genial. Pero ni siquiera eso me quitó el buen humor de aquella noche.

El siguiente día en Londres puede resumirse en búsqueda y compra de souvenirs varios. Y sí, vale, también me compré cosas para mí, pero no ropa, sino unos discos que me interesaban tener en original y que quería comprar en tiendas de música concretas: Rough Trade y Roxy Sister. Rough Trade la conocía por ser la primera que tuvo el disco de Satellites y Roxy Sister la conocí allí mismo buscando en Google algún sitio cerca de Oxford Circus donde comprar música. Rough Trade tiene dos tiendas en Londres, y la de Notting Hill me venía perfecta para pasearme por Portobello, con la parada obligatoria en el Starbucks donde me encanta sentarme y ver a la gente pasear. Y ya de paso reírme de lo contento que se ponen los turistas españoles o italianos cuando entran a un Starbucks y ven que el barista es español (Antonii! habían puesto en su chapa).

Rough Trade es una tienda pequeña pero con mucha historia, y el hombre que había tras el mostrador, el más mayor de los que allí había y que tenía pinta de llevarla, de lo más majo. Estuvo hablándome de discos, le pregunté por los que buscaba y luego tuvimos una animada charla sobre cómo se pronuncia Satellites (/séitalaits/, ahí es nada) y dónde encontrar una tienda donde comprar púas de guitarra, que él muy amablemente me indicó y casi me llevó! Así que salí de Rough Trade con un disco de Satellites para una amiga, lo nuevo de Beady Eye, y un disco de The National (no el último).

Ice Ice Berry (vanilla)
En cuanto a Roxy Sister, me costó lo suyo encontrarla. Me perdí en el barrio y estuve dando vueltas como una tonta hasta toparme con otro Yumchaa donde me decidí a probar, no muy convencida, los tés helados. Pisando sobre seguro escogí el Ice Ice Berry con vainilla, que llevaba frutos rojos. ¡Enorme y delicioso! Altamente recomendable si vais a Londres y aprieta el calor. Además de refrescarme, el Yumchaa me ayudó a orientarme (es lo que tiene tener localizadas algunas tiendas), y entonces me acordé de algo más: era la calle de una portada de un disco de Oasis. Y en esa misma calle, casualidades de la vida, estaba la tienda. En Roxy Sister, una tienda enorme donde te puedes encontrar de todo, encontré los discos que me faltaban de la lista, uno de Kasabian y dos de Blur. También cabe mencionar que mientras daba vueltas di con una tienda de aparatos musicales, Chapell, que sería la delicia de cualquier profesional o que quiera serlo. La tienda ocupaba toda la parte baja de un edificio enorme, dos plantas atestadas de instrumentos por lo que se veía los cristales.

De Oxford Circus fui a Seven Dials, concretamente a Arc Nest, una tienda friki de cómics donde compré dados de rol para los amigos y una cajita de variados para mí, no pude resistirlo. La tienda era muy pequeña, estilo las que hay en Madrid, pero la diferencia es que en ésta no se veía nada de pared, estaba todo hasta arriba de cómics, figuras, juegos de mesa y demás. Y además tenía otro piso arriba en plan biblioteca. Impresionante ver tanta cosa en un espacio tan reducido. Cuando terminé en la tienda, y teniendo Covent Garden al lado, me fui al mercado a seguir con las fotos y a conseguir algo de WiFi en Le Pain Quotidien. Ya lo había conocido cuando fui con unos amigos y me había encantado esa cafetería repartida a lo largo del edificio. Subí hasta la última planta y me senté en la mesa comunal, una mesa enoooorme que tienen para compartir. Como era de esperar, todo el mundo prefería la terraza, así que tenia toda la planta y para mí sola. Me puse a escribir y mirar Internet hasta que llegó un grupo grande de edad avanzada que a saber por el escándalo, no eran de allí. Más tarde, al oírles hablar, reconocí el acento, eran de Barcelona. Y con las bromas y confusiones entre inglés y catalán, les eché una mano con la traducción, dándome cuenta de que por fin había encontrado el sentido al estudio del valenciano: ¡para hacerte entender en Londres con catalanes! Las señoras que vieron que yo me manejaba muy bien con la carta, en lugar de pedirle recomendaciones a la camarera me la pedían a mí, y de hecho una me preguntaron qué era lo que yo estaba tomando. A punto estuve de decirle: el moccacino, chocolate + café, más amargo que he probado en toda mi vida (aquella noche no dormí nada).

Mis compras :)
Tras aquella vivencia con los catalanes, recogí mis compras y me volví al hotel, pues empezaba a anochecer y aunque quería hacer fotos desde Primrose Hill, de noche estaba claro que no iba a poder hacerlas. Y de igual manera, Somerset House ya había cerrado. Así que mantuve la esperanza de pillar Hamley's abierto, y sí, lo pillé abierto, durante 5 minutos. Así que di un paseo por Regents Street y Piccadilly para terminar cenando en un restaurante italoamericano que ya conocía, el Garfunkels, donde la conexión WiFi iba como la seda, así que intenté estar allí el mayor tiempo posible pero el cansancio empezaba a hacer mella. Había salido del hotel a las 10 de la mañana y eran ya casi las 11 de la noche, sin duda había aprovechado bien el día. Pero lejos de terminar las aventuras por aquel día, de camino al hotel en el bus había una señora inglesa y su hijo que no encontraban Oxford Street y a los que acompañé hasta esa calle, donde yo me metí en el metro y ellos siguieron su camino. Y cuál fue mi sorpresa que al pasar el metro por Notting Hill Gate sube el barista del Starbucks (el Antonii!), y que se baja en la misma parada que yo. Y adolescentes catalanes en el metro también (había buenos vuelos baratos Barcelona-Londres aquella semana al parecer). Y cuando por fin llego al hotel, sin nada de sueño pero con mucho cansancio, me cruzo con el dueño del hotel al que no había vuelto a ver desde la primera noche, que al parecer se aburría porque empezó a darme conversación y una que es muy educada pues aguantó y estuve de charla un buen rato hasta que ya no aguantaba más, mis pies necesitaban descansar y más teniendo en cuenta que al día siguiente llegaba mi amiga Fani y estábamos dispuestas a hacer las cabras como ninguna otra por todo Londres.

jueves, 4 de julio de 2013

Travis


A todos nos ha pasado: ves un anuncio, se te queda la música metida en la cabeza y te las apañas para tener la información de quién la canta y cómo se llama la canción. Normalmente con el paso del tiempo nos olvidamos, o si tuvo fama, pasa a ser una de esas canciones puntuales que se ponen de moda, y nunca más se supo del grupo.

Sin embargo, cuando descubro una canción que me apasiona, no lo dejo ahí, y suelo escuchar más cosas del mismo autor. En la mayoría de los casos resultaron ser eso, éxito de un solo single. Hasta que vi el anuncio del Mercedes-Benz Clase E, allá por el 2000, donde aparecía un niño aburrido metido en un coche en mitad de un atasco, y el Mercedes en cuestión se deshacía del tráfico como si tal cosa. El anuncio no era nada del otro mundo, pero la música me enganchó, y tras varias búsquedas di con que la canción era Side, de Travis.
El anuncio no lo he vuelto a encontrar por desgracia, pero la canción, para quien no la conozca, es ésta:


A partir de ese momento les seguí la pista de aquella manera, pues las revistas españolas no se hacían mucho eco de ellos, y yo era una novata en esto del Internet. No me considero una auténtica fan de ellos. Sí, tengo todos sus discos, y sí, siempre me entero de sus andaduras, pero he de reconocer que normalmente por azar. Nunca los he visto en directo, es mi maldición, porque siempre, absolutamente siempre, hay algo que me lo impide. O bien me he enterado a toro pasado, no sé qué es peor.

Hace algunos meses, como por arte de casualidad, la misma con la que los conocí, me llegó por YouTube una recomendación de un videoclip de Travis, llamado Another Guy. Tras tantos años, pensé, debía ser una canción especial que habían sacado para algo como un recopilatorio benéfico o algo así. Y no, era un single de Travis, así, sin más. Sabía que el cantante había sacado disco en solitario y había hecho su correspondiente gira -a la que por supuesto, no pude ir- pero de la banda nunca más supe, así que tras tanto tiempo sin saber de ellos, supuso una alegría inmensa el oírles de nuevo, aún siendo sólo un sencillo.

El videoclip, muy en la línea de ellos, extraño, divertido. Y hecho años más tarde del último que sacaron, y es que el paso del tiempo no perdona nada ni a nadie. La canción sin embargo no me convenció. Algo sosa para mi gusto.

Más tarde empezaron las noticias de un nuevo disco, salió Where You Stand, primer single oficial del nuevo disco (¡disco nuevo!). Éstos son los Travis que conocía. El videoclip consta de una tipa haciéndoselo pasar putas a Fran Healy (el cantante. Siempre los peores parados).

Y la cosa cada vez va a mejor. Su último videoclip, segundo single, ha sido de los mejores que he visto en toda mi vida. Una idea de lo más original: figuras hechas con el propio vaho. El resultado es digno de ver:


La escena de la caída o el barco y el mundo en color me dejaron atónita. Estoy en la búsqueda ahora mismo de ver el cómo se hizo.

El disco se llamará como el primer single, Where You Stand, y constará de 11 canciones (ya veremos si no hay alguna escondida por ahí). La fecha del lanzamiento es el 19 de agosto, fecha difícil de olvidar pues el cumpleaños de mi hermana Clara, también seguidora de Travis. Así que no queda más que esperar pacientemente a que llegue agosto para poder escucharlo.

domingo, 9 de junio de 2013

The Art Of Doing Nothing


No escribo reseñas, eso que vaya por delante. Tan sólo expreso mi punto de vista, siempre personal y subjetivo, acerca de un disco. Mi punto de vista pero con todo mi respeto. Intento no ser demasiado brusca exponiendo mis críticas pero con algunos me sale la vena quisquillosa más que con otros artistas. Y con Mark Owen, siendo mi cantante favorito durante más de 15 años, reconozco que me pongo muy perfeccionista con cualquier cosa que haga. Y si no me gusta, mal vamos.

Así que si hay alguna fan a la que le parezca que todo lo que hace este muchacho hombre es digno de alabanzas, que no siga leyendo. O si lo hace, bueno, me habré ganado a otra persona cabreada conmigo. En fin, más se perdió en la guerra...

No me gusta que la gente haga prejuicios basados en opiniones de otros, así que para quien interese, aquí hay un vídeo donde se puede escuchar una preview del disco:

O quienes prefieran el disco entero, pinchar aquí

Mañana sale a la venta el cuarto disco de Mark Owen, más conocido por pertenecer a Take That y a veces ni eso. Y sus discos en solitario, tres discos previos de lo más variopinto en cuanto a estilo que pasaron sin pena ni gloria. Una lástima que una etiqueta que tengas de por vida ya te anule el resto de tu trabajo. Pero bueno, él ya es mayorcito para saber lo que se hace.

Las comparaciones son odiosas, pero en el caso de Mark es que son imposibles porque ninguno de sus discos se parecen entre ellos. No me voy a explayar de nuevo en hablar de los anteriores, para eso ya tengo otra entrada en este blog. Y siguiendo en su línea, The Art Of Doing Nothing es... Diferente.

Cuando lo escuché el pasado viernes de una primera oída me percaté de que ahora Mark se ha tirado por un sonido más eléctrico, con algún sintentizador de esos que no me gustan nada: con la voz tan particular que tiene y la fastidia así. Y en esa primera escucha, siendo How The Mighty Fall el anterior disco, mi primera opinión fue "no está mal pero podría ser mejor." Ahora que ya lo he escuchado más detenidamente, reconozco el intento por hacerse sonar con un ritmo acorde a lo que suele escucharse hoy en día.


El primer corte del disco, Giveaway, una canción que empieza con el eco de la voz y una constante de fondo que casi sin darnos cuenta se transforma en algo más distorsionado hasta llegar al primer estribillo, donde se incorporan los coros sin alterar esa tranquilidad. Pero a partir de ahí, el ritmo aumenta siendo el protagonista durante el resto de la canción. Es una buena canción para empezar el disco, muy en la línea de Mark, una canción suave, que se hace notar en un determinado punto pero sin abusar, que para eso queda aún mucho disco.

The One empieza como lo que es, una canción ¿disco? pero donde predomina la voz. La típica canción que escuchas en cualquier discoteca donde pinchen dance. Es aquí cuando, si conoces cómo suena Take That, notas cierto parecido con el álbum Progress. Y es que en esta canción es fácil imaginarse al mismísimo Gary Barlow con sus gorgoritos cantándola. Hacia la mitad, cuando cobra mayor fuerza, la canción mejora e incluso podría ser un posible próximo single, aunque para mi gusto le falta algo, quizás una letra menos repetitiva.

El primer single es la que viene a continuación, Stars. Y aquí es cuando más se nota el sintetizador del que hablaba antes. Reconozco que tiene un estribillo contagioso, pero escuchado el disco entero, considero que quizás debiera haberse arriesgado más y haber elegido otra canción como single. Pero hace su función, representa esa primera idea de por dónde va el disco.

Carnival, esa canción que en instrumental nos hemos cansado a escuchar las fans viendo el vídeo que surgió con la renovada y moderna web de Mark. Y si en instrumental me encantó, en la versión original no pierde nada. Una canción que no es para bailar como The One pero de esas con las que te dejas llevar. Y la letra vuelve a ser algo repetitiva, pero aquí es más en plan subliminal, de las que luego sin ton ni son vas canturreando por la calle. Pero si hay algo que destacar, es la melodía. Echo en falta, y mucho, a Paul Freeman en las letras, pero Ben Mark y Jamie Norton se hacen notar en esta parte, y es una alegría que vuelvan a trabajar juntos.

El quinto corte es Animals, que leyendo las opiniones de otras fans es la más valorada en general. A mí personalmente hay algunos trozos que me recuerdan a Secondhand Wonderland (pero con su voz de ahora), y otros en los que me da la impresión de que Mark intenta imitar la manera de cantar de David Bowie (we could be the animals). Y a pesar de todo, tiene ese toque oweniano, y quizá por eso es una de mis favoritas.

Us And Ours, otra vez el sintentizador fastidiando la voz y otra vez el ritmo dance. Aparte del cachondeo que tengo yo sola porque, a falta de leer las letras, en el estribillo parece que diga "oooooh sandaloo...", y pienso sí, el incienso de sándalo que se le ha subido a la cabeza. Bromas aparte, es una canción alegre, y preveo que en directo ganará mucho y podría ser de las más coreadas y aplaudidas. Pero no se encuentra entre mis destacadas.

Y luego está Heaven's Falling, la canción que más me ha sorprendido de este disco, y la que menos me podría esperar de él. Todo ello en sentido negativo. ¿Es la que menos me gusta? Sí, sin duda. Empieza más o menos bien, pero la voz de Mark suena en sus notas más graves como sonaba en Stand, y no digo que cante mal en ese registro pero para mi gusto prefiero unos cuantos tonos más. Y entonces cuando menos te lo esperas, ¡aparece un rap! Y yo con cara de póquer. Al menos es de agradecer que el rap no lo haga él tras visto lo visto cuando le tocó sustituir a Robbie Williams rapeando en un directo.

La octava canción, Raven, es la que tengo catalogada como favorita. Ya pasa a cantar como suele cantar él, con un tono más agudo en algunos momentos pero sin llegar al nivel de Animals o The One. Y el ritmo acompaña a la letra en su justa medida, haciéndose notar cuando debe hacerlo y pasando a un segundo plano cuando la voz tiene que ser lo principal. Los coros pueden ser simples, pero ahí reside lo bueno de la canción, y la alternancia entre las guitarras acústicas y las eléctricas me pirra. Y estoy segura que si Mark se lo monta bien, con Raven puede conseguir ese vínculo especial y la participación del público en el concierto.

Tras el subidón, llega una melódica que a estas alturas del disco ya se echaba en falta. S.A.D. Con ese título de siglas crípticas escuchamos el dueto que se marca con Ren Harvieu, a quien podría haberle dado mayor protagonismo en esta colaboración porque la voz de esta chica es buena (y eso lo digo escuchando Sister Morphine, ¡recomendable!), pero Mark la eclipsa en gran parte, y la canción pierde pudiendo haber sido mejor si hubieran alternado las voces en lugar de cantar los dos al mismo tiempo. Eso sí, cabe destacar los arreglos del final que me ponen los pelos de punta cada vez que los escucho.

End Of Everything empieza suave con unos pocos acordes de piano pero pega el subidón a partir del medio minuto y ya nos hace notar que es una canción de las de Mark, a medio tiempo, con un estribillo algo flojo que nada tiene que ver con el resto de la canción. Y es que lo que merece la pena de este corte es todo el resto, y la guitarra de Ben con el piano de Jamie es a veces una combinación asombrosa. Es un buen broche final.


En una visión general y alejada, es un disco que está bien, ni más ni menos. Mark intenta amoldarse a los tiempos que corren pero siendo quien es, difícil lo tiene. El intento por hacerse más bailable, sea o no influencia de los últimos trabajos de Take That, no le pega mucho pero lo importante es que a uno le guste lo que hace, y siendo tan perfeccionista como es, seguro que ha dado lo mejor de sí. Otra cosa es que cada cual tenga sus preferencias en cuanto a estilos musicales y a unas fans les guste más y a otras menos. Algunas dirán que es lo mejor que ha hecho hasta el momento. Yo seguiré diciendo que no existe nada como el How The Mighty Fall.

Cabe decir que The Art Of Doing Nothing no viene con letras en el libreto (lo cual me jode, y mucho, y en cualquier CD) y además existe una versión extendida donde se incluyen tres canciones más (Ghost, Morning Bell y The Lamb) y dos remixes de Stars. Los remixes no los he escuchado, pero las canciones sí, y si hay algo para destacar, sería como mucho Morning Belle, otro tema casi dance que recuerda lejanamente a grupos que están en auge ahora mismo. Pero siendo sincera, yo me quedaría con el CD normal. Pero soy una ansias y tengo el deluxe firmado primera edición formato guayquetecagaschachipiruli-piezadecoleccionista de camino.

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Otra vez?

En época de tour de mis cantantes favoritos, algunas de las preguntas que más me suelen hacer, siempre vienen provocadas por frases como "me voy a ver a Mark" o "tengo entradas para Londres y para Manchester". Y las preguntas siempre son las mismas: "¿Otra vez a Mark?" o "¿Vas a ver el mismo concierto dos veces?". Preguntas que suelen hacer los no fans, e incluso algún aficionado a la música en rara ocasión. Y no creo que sea la única persona a la que formulan estas cuestiones cada vez que anuncia que se va de concierto.

En cuanto a la primera pregunta, no importa que sea Mark Owen, John Garrison o Reikiavik. De hecho la última vez que me preguntaron fue "¿Otra vez vas a ver a los Reikiavik ésos?". Pues sí, y las veces que pueda permitírmelo y que me dé la gana, es lo que te dan ganas de decir tras tantos años aguantando el "¿Otra vez?", sobre todo cuando lo dicen en ese tono cansino y a veces incluso despectivo. Concretamente en aquel caso la distancia en tiempo entre ambos conciertos fue una semana. Pero ahora con la gira de Mark, ansío que alguien me pregunte si OTRA VEZ me voy a ver a Mark. Ya tengo asumido que la gente no tiene en cuenta cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que le vi encima de un escenario (mayo 2011) ni mucho menos que distinga Mark de Take That (en julio 2005 fue su última gira en solitario,hace 8 años!!!!). Pero esa información es inútil para quien pregunta (como es lógico), así que ahorro saliva y me limitaré al "Sí, otra vez :) ".

Por otro lado, ¿hay algún problema en ver el mismo concierto dos veces? Ok, admito válidas las opiniones de derroche de dinero, pero es que NO es el MISMO concierto. Empezando por si es un artista al que nunca has visto en vivo, no puedes hacerte una opinión firme basada en una sola actuación. Si el cantante ese día tiene mala suerte y hace una actuación penosa,no volverás a verle en directo, irás comentando lo mal que canta y no sabrás si es realmente así o es un buen artista con un mal día.

Por otro lado algunas giras de artistas de renombre y gran popularidad suelen ser todos los conciertos igual, pues están organizados bajo un estricto guión difícil de saltarse. Pero como espectador ante un gran espectáculo no puedes estar atento a todo, y la oportunidad de ver el mismo show dos veces te permite percatarte de cosas que te habías perdido. Y en cuanto a lo del guión, siempre hay alguna excepción, por ejemplo cuando me entero que mi grupo favorito cambió gran parte del setlist (lista de canciones) a mitad de la última gira, con lo que los primeros conciertos NO fueron idénticos a los últimos...

Y si ya hablamos de artistas con menos renombre, ahí sí que no son conciertos iguales ni de coña. Y eso me encanta, porque nunca sabes qué te puedes esperar. Empezando por la distinción entre conciertos acústicos y eléctricos en los que el setlist cambia por completo. No es lo mismo un concierto con toda clase de instrumentos musicales que hacer uno menos "ruidoso" y tener que limitarse a un número determinado de instrumentos.

Y está el hecho que los conciertos, cuanto menos multitudinarios, más especiales son, los artistas suelen relacionarse más con el público, improvisan temas, y los fallos técnicos, más comunes en locales pequeños, siempre son una buena anécdota y motivo para hacer un chiste en mitad de la actuación. Cosas que suceden al azar, al contrario que en conciertos en estadios donde todo está medido al milímetro y cualquier fallo está mal visto.

Por poner ejemplos que he visto y vivido: Mark Owen se resbaló en mitad de una canción cuando cantó con Take That en el estadio de Sunderland (Newcastle), y se limitó a reírse con el resto pero la actuación siguió como si nada. Entre canción y canción, ni se mencionó. Sin embargo, en un concierto de John uno de sus pedales quedó enganchado, sonando aún cuando la canción había terminado, y recuerdo a John haciendo el payaso pisoteando (en broma) el pedal y haciendo chistes sobre él el resto del concierto. O como cuando en un concierto de lo que iba a ser media hora terminó siendo casi una hora más al unirse amigos suyos espontáneos para hacer versiones de canciones de otros grupos. Esto último sucedió en Leamington (UK) pero yo me lo perdí porque ya había ido a verle a Londres. Y no ha vuelto a hacerlo nunca más.

Así que sí, me gusta ir a más de un concierto del mismo grupo. No espero que la gente lo llegue a entender, no voy a soltar todo ésto cada vez que me digan que tiro el dinero por ver al mismo artista en diferentes ciudades, pero seguiré haciéndolo mientras pueda. Los conciertos no me dan de comer pero me hacen la más feliz.

Ah, y por cierto, en una semana voy a ver a Mark Owen en Inglaterra. Dos veces. :)

sábado, 4 de mayo de 2013

La vuelta de Mark Owen en solitario

Quien me conozca, seguramente estará diciendo "ya estabas tardando en hablar de él". Pues sí, es inevitable. Es lo que tiene ser fan del mismo cantante durante 17 años (17 años, se dice pronto). Después de tantos años, hasta mi madre dice que es uno más de la familia.

Pues bien, el motivo para hablar hoy de él es que por fin se ha dignado a retomar su carrera en solitario (¡bien!). ¿Y por qué me alegro tanto? Sencillo. Seré muy fan de Take That por muy prefabricados que sean, y los adoro aunque a veces los mataría, pero Mark en solitario... Es otro mundo. Y a partir de ahora todos  los datos que voy a decir los digo tirando de memoria, así que si hay errata, es de agradecer que se me diga.

Cuando me hice fan de Take That ya estando separados seguí a tres de sus miembros en sus carreras en solitario (a saber: Mark Owen, Robbie Williams y Gary Barlow), sin perder la esperanza de que antes o después volverían a reunirse como banda. Mientras que Robbie tiró por una rama más rockera y Gary se mantuvo en lo melódico que provenía de Take That, Mark sorprendió a todo el mundo, dejándose greñas y pasando de niño bueno y tierno a sonriente hippie-grunge. Y la música... Rara. Para las adolescentes que éramos en aquel 1996 todo lo que hicieran nos parecía perfecto, pero ahora mirando hacia atrás, es cuando sé que Green Man, su primer disco, era raro de narices. Era una fumada muy grande; Green Man sin ir más lejos, el título ya lo dice todo, o Are You With Me, que leyendo la letra y con eso del campo de amapolas puedes encontrar mucha ambigüedad en la traducción. Sin embargo aún hoy algunas canciones las salvo de la hoguera, tales como Clementine, Ask him to, o I am what I am (la que salió como single, que nada tiene que ver con la versión del álbum). El disco tuvo su bombazo, siendo número 1 en España y en no sé cuántos países más. Pero la burbuja pronto explotó y a Mark se lo tragó la tierra.

Mis esperanzas de volver a ver a Take That juntos iban disminuyendo conforme pasaban los años, y allá por el 2003, un día sonó en la radio Four Minute Warning, decían que era de Mark Owen. Recuerdo el no pestañear, no creer lo que la locutora decía, y el quedarme de piedra al reconocer su voz. Por aquel entonces ya había empezado a moverme por el mundo de Internet, así que después de grabar la canción en cassette como solía hacer en el 96, me fui al cybercafé a investigar, y encontré que Mark había resultado ganador en una especie de Gran Hermano de famosos en Inglaterra. Él seguía vistiendo con ropas algo hippies pero con mejor pelo y esa sonrisa que cualquier markiana reconoceríamos entre un millón. Los años en el anonimato le habían sentado de lujo. Y así fue cómo me enteré de que la discográfica del Green Man le había echado, y que para poder promocionarse para un segundo disco que tenía en mente, se había metido en ese programa. Sí, bueno... El dinero iba para una causa benéfica, y oficialmente para eso había decidido entrar en la casa del Celebrity Big Brother. Pero para mí la razón fue la primera. Cuando salió de la casa, al poco publicó In Your Own Time, donde retomaba esa vena pop de las que solían sonar tanto en las radios de aquel entonces. Era un disco muy comercial, ni por asomo se parecía al primero, que era tan trascendental y místico. El segundo exprimía lo romántico (el tema por excelencia, Alone Without You, pero también destacaría Close To The Edge o If You Weren't Leaving Me) y en inferior cantidad temas más autobiográficos, como Pieces Of Heaven, balada deprimente donde las haya pero con el mensaje de que no hay que rendirse por muy mal que vayan las cosas.

Por suerte, no sólo lo cantaba sino que también se lo aplicaba. Le echaron de esa segunda discográfica por las pocas ventas del disco. ¿Qué esperaban, si la promoción había sido escasa, casi nula? Sí, bueno, el tour por las salas indies del momento en Inglaterra estuvo bien, pero no puedes vender un concierto si no vendes previamente el álbum. Bueno, puntualizo: no lo vendes si no eres ya previamente archiconocido y tienes un grupo de millones de fans detrás que sabes que, independientemente de cómo suene el disco, comprarán la entrada al concierto. El tema es que mucha gente, muchísima, se enteró del disco y de la gira a toro pasado, y por el boca a boca. En aquel entonces la mayoría de la gente no disponía de ordenadores en sus casas y el único sitio por donde te podías enterar de algo era en el foro de la web oficial. Pero si no actualizan la web, la gente no entra al foro. Tan simple como eso. Es decir, desde mi punto de vista, tuvieron delante de las narices una fuente de ingresos no de la ostia pero sí buena, y no le supieron sacar provecho.

Así que, fastidiado de que su segundo contrato no saliera según lo esperado, se lió la manta a la cabeza y a finales del 2004 creó su propio sello discográfico, Sedna Records, con el que autoeditó su tercer album, How The Mighty Fall, y para mi humilde opinión, uno de los mejores discos que he escuchado en la vida. Temas como They Do, el rockero Wasting Away o el contagioso I Believe In The Boogie hacen que merezca la pena. Al año siguiente, con la web ya actualizada y mayor actividad en el foro que seguía siendo fuente de información constante, se dedicó a promocionarlo por las radios inglesas y alemanas, para más tarde dar una gira europea que lo traería a España. Como suele pasar, de lo de España nos enteramos cuatro gatos, pero al menos las fans aportamos nuestro granito de arena comprando el single en cantidades inimaginables para que subiera las ventas en nuestro país. Yo aún guardo como unos cinco singles, más o menos. Y cuando pisó por segunda vez España en solitario (desde el 96 no había vuelto), las entradas para verle en la Moby Dick de Madrid se agotaron, en parte porque decidieron reducir el aforo.

Pero tan pronto terminó el tour, en diciembre de 2005 saltó la noticia: Take That volvían a reunirse. Así que la carrera en solitario de Mark había terminado. Recuerdo el rebote que cogí, no era justo, en ese momento cuando parecía que iba a remontar, que la crítica incluso empezaba a fijarse en él en el buen sentido, que la gira había conseguido a traer más gente de fuera del fenómeno Take That, ahora iba y decía que se iba a reunir con la banda. A tomar por saco todo. Pero bueno, como ciertas cosas en las mejores familias, se le termina "perdonando". Y es que es difícil cabrearte por mucho tiempo con un cantante si sigue haciendo música que te gusta. No digo que no me gustara lo que vino después, todos los viajes y aventuras con los tours de Take That son inolvidables e inmejorables, pero como aquel 2005 entre Mark, Keane y Budapest, entre Alicante, Madrid y Barcelona, no he vivido nada igual.

Y ahora, ocho años después, vuelve a retomar su carrera en solitario mientras Take That está de descanso. No sé qué cable se le habrá cruzado pero ha decidido que era el momento y lo ha hecho. Él es así. Supongo que ahora que Take That vuelven a ser famosos, puede tener mayor éxito en solitario, y además, como suelo bromear con algunas thatters, querrá cambiar los azulejos del baño y no le llegará la pasta. La verdad es que me gustaría pensar que todo lo que se organizó el año pasado por su 40 cumpleaños (subasta benéfica incluida) ha tenido algo que ver para que se diera cuenta de que las boogiebelievers seguíamos esperando que volviera a tocar en salas pequeñas y él solo con sus chicos de siempre.

La pregunta es: ¿cuajará esta vez? El single, Stars, la verdad es que no suena mal, pero a mí no me termina de convencer. El disco sale en junio, aunque ya hay por ahí una preview y me convence bastante más, aunque ahora el estilo es quizá demasiado electrónico para mi gusto, a ratos me suena tanto al Progress de Take That que no sé qué esperar. Ya haré una crítica en condiciones cuando me llegue el CD, porque sí, ya lo he reservado, y sí, me estoy pensando en ir a verle a Reino Unido, aunque me asombre y me indigne que quiera vender las entradas antes que el disco. Cosas de fans, ni yo misma me entiendo.

Fanologista - parte 2: las groupies y las bands aid

Fanologista es un término que me inventé hace ya algunos años. Desde el 2005 fui más consciente de palabras como "fandom", "fénomeno fan", groupies, stalkers, etc. Y me pareció interesante la idea de crear una entrada del blog que por aquel entonces usaba (MySpace) donde hablara de los tipos y "especies" que me había encontrado a lo largo de aquellos conciertos y viajes, desde España hasta Suiza pasando por Reino Unido, of course. Es curioso cuánta especie de fan hay por ahí suelta.

Aún hoy en día me asombra las semejanzas y diferencias que hay entre fans. Ahora mismo están de moda las Directioners y las Believers (fans de One Direction y Justin Bieber), pero no dejo de ver lo mucho que se parecen a algunas takies (fans de Take That. En inglés, thatters) que conocí hace casi 18 años. Así que cuando hablan de enfrentamientos entre directioners, believers y takies, simplemente me parto de la risa (pero declaro que aún sigo manteniendo cierto odio contra los Back Street Boys de cuando tenía doce años ¬¬ ).

En esa primera entrada, tirando de varias fuentes, describí lo que para mí era una fan, una teen-fan (o fanteen como dicen ahora, qué más da), stalkers y supporters (otro término, co-inventado con una amiga, Raquel). Traduje la entrada (en MySpace sólo escribo en inglés) y la trasladé a mi otro blog, el genérico:




Años más tarde, releyendo ese mismo texto, fue como surgió la idea de crear este blog exponiendo mis puntos de vista y mis experiencias como fan y observadora de otras fans y de gente que rodea a los músicos en general.

Pero al grano. Hoy, tras dar por perdidos todos mis apuntes y documentación que había encontrado, empecé de nuevo desde cero, y por fin terminaré de exponer las diferencias entre fans, groupies y band aids, términos que a mi parecer no deben confundirse bajo ningún concepto.

Podría decirse que son tribus urbanas, pero como sucede con las mismas, puedes pertenecer a varias de ellas al mismo tiempo. Básicamente, la diferencia reside en la distancia entre el que hace la música y el que la escucha. Como ya dije, una fan se caracteriza más por las actividades y las relaciones con otras fans que por tener una relación cercana al grupo o cantante (para ello están las groupies y las band aids). Cierto es que las actividades de las fans en algunos casos conllevan a ayudarles, pero la recompensa suele ser más para las propias fans que hacia el artista, el cual ni llega a saber de esas ayudas "no oficiales".

Hoy en día la mayoría de gente confunde el término "fan" con "groupie", y ya por ir a un par de conciertos de la misma banda te llaman groupie. Pues no. Nada tiene que ver. Cierto es que no descarto la posibilidad que las groupies nacieron de las fans, o viceversa, pues hasta donde he conseguido averiguar, la idea de "groupie" surge en los 60, época en la que también surgió el "fenómeno fan". Incluso dentro del término, yo diferencio varias clases de groupie a lo largo de la historia.


Pamela Des Barres
Para empezar tenemos a las primeras groupies, aquellas que surgieron entre lo 60-70, y las que a mi parecer tienen el signifcado de una verdadera groupie puesto que son el origen. Se caracterizaban por ser adolescentes que acompañaban a los músicos, incluso en los 70 surgieron las denominadas baby groupies, pues rondaban entre los 12 y 17 años de edad. Y por acompañar me refiero a que convivían con ellos mientras iban de gira, les facilitaban los que ellos pidieran ya fuera drogas, sexo o una niñera para los hijos del artista. A veces eran incluso musas, hay numerosas canciones compuestas para y por ellas. Iban cambiando de banda o cantante según les rotara o cuando veían que el cantante perdía interés en ella y se fijaba en otra. Simplemente cambiaban de grupo y arreglado, todo de buen rollo. De esa forma ellas consiguieron tener su propia popularidad, independiente de con quién durmieran. Además, a pesar de en su gran mayoría ser consumidoras de estupefacientes, tenían las ideas muy claras de cuál era su papel, sabían cuando tenían que desaparecer para dejar paso a nuevas groupies, lo tenían asumido como una evolución y lo veían lógico y normal. 


Sid Vicious y Nancy Spungen
Entre mediados de los 70 y principios de los 80 surgen otro tipo de groupies, perdiendo esa característica entre mística y personal assistant, convirtiéndose en sólo la amante o incluso a veces esposa del artista. En esta época también coqueteaban con las drogas, pero de manera menos sutil ya que las drogas que consumían eran más duras, y además eran también muy dadas a beber. De cierta manera todo se volvió más salvaje, tenían una personalidad más directa e hiriente, y preferían no compararse con sus antecesoras y por supuesto, que no las confundieran con simples fans. Ellas estaban muy por encima de eso. Además, les encantaba jactarse de sus "conquistas".


Y así fue como la cosa degeneró en las groupies de los 90, chicas ya no tan jóvenes sino de edad más acorde al artista, con carrera a medio hacer como actrices o modelos, cuyo único objetivo es estar en las mejores fiestas, acostarse con todo famoso que se preste y por supuesto, que él lo pague todo. Y si además, eso les ayuda con sus objetivos profesionales, mejor que mejor. Intentan en vano convencer que han vuelto a los orígenes de las groupies de los 70, que hay algo más allá del sexo, pero cuando sus relaciones no duran más allá de una noche, la excusa pierde credibilidad.


Pero no se puede generalizar del todo, hay groupies que van con el grupo por fama, pero también las he visto que les acompañan porque las fiestas son geniales y las bebidas y drogas son gratis, y otras realmente van con ellos porque empezaron como fan, pasando por ser la groupie detrás del escenario y hoy en día es feliz esposa que le acompaña en todas las giras. Esposas listas donde las haya.



Y bueno, al comienzo de la entrada he mencionado a las bands aids, de las que es muy difícil encontrar información, y toda la que encuentras proviene de la película Almost Famous/Casi Famosos (foto de la derecha). En la película se entremezcla el término de groupie de los 60 que ya he explicado con el de band aid, pero en su momento no me convenció y hoy en día menos. Band aid, aparte de tirita en inglés, literalmente significa "ayuda de la banda", y tomando esa traducción se puede aplicar a un grupo de personas que suelen tener una relación estrecha con el artista, pero centrado en lo profesional sin dejar de lado el colegueo.


A las bands aids les gusta la música en general, y sus estudios y su vida profesional suelen estar encaminadas a la industria musical (periodistas, encargadas de redes sociales, otros músicos...). Cuando les gusta un grupo o cantante aprovechan y tiran de su experiencia y sus contactos para promocionarles por su cuenta, sin necesidad de que por ello las band aids obtengan una recompensa económica.

Anteriormente he mencionado que algunas fans se mueven en grupos para también promocionar al grupo, pero hago hincapié  la diferencia reside en la profesionalidad y en la relación con el artista. Las fans pueden ser muchas, y hacer mucho ruido, pero una band aid sabe a qué contacto hablarle del último grupo que le gusta, y sabe de qué hilo tirar para conseguir que la banda adquiera mayor popularidad. Y como es algo que interesa también a los artistas, mantienen un contacto constante con este tipo de personas. Los grupos adquieren publicidad gratis, y las band aids adquieren las ventajas de ser colega de las bandas (entradas gratis, pases VIP, etc.). Todos salen ganando.