sábado, 20 de julio de 2013

Madrid-Londres-Glasgow-Alicante II

Segunda parte: Glasgow

A Londres da igual si vas solo, si vas con tu pareja, con tu familia, con un grupo de amigos o con tu mejor amiga, de todas las maneras posibles (y puedo decir que he probado todas esas) la ciudad ofrece cosas para cada tipo de viaje, haciendo que sea imposible no entretenerse y divertirse. Pero cuando nos juntamos mi amiga Fani y yo en Londres, es punto y aparte. Para empezar, la maldición que nos persigue: siempre sucede algún evento violento o catástrofe natural cuando nos decidimos a ir a Londres. En las dos ocasiones famosas de las nubes volcánicas, allí estábamos nosotras. Cuando las huelgas en puente de diciembre, nosotras estábamos en Londres. Y lo último, aparte de la huelga de los franceses, fue los dos locos que había apuñalado a un hombre en mitad de la calle. Siempre sucede algo.

Casualidades aparte, el plan era recogerla en el aeropuerto, pasar la mañana en Londres grabando vídeos para un proyecto y a media tarde coger el tren hacia Glasgow para llegar allí de noche. Todo parecía perfecto, había hecho un sol del carajo los días anteriores así que los vídeos saldrían estupendísimos, ¿no? ¡NO! ¡Qué ilusas fuimos! El proyecto consistía en grabarnos haciendo el payaso en los sitios míticos de Londres para meterlos después en un vídeo-felicitación para una amiga que se casaba. Pero el tiempo quiso poner su granito de arena y dejar caer la famosa lluvia londinense cuando llegamos al Buckingham Palace. Hubiera quedado muy bien de no ser porque mi cámara no es impermeable. Así que nos tocó aguardar bajo un árbol de Green Park un cuarto de hora a que parara de llover, y en cuanto vimos que amainaba un poco, allá que fuimos a saltar y principalmente a descojonarnos delante de la cámara con el palacio de fondo. Y de ahí al Big Ben a hacer lo mismo, con la lluvia que volvía a apretar y que nos pilló en mitad del parque de St. James. No había otro bonito día en el que llover...

Una vez grabadas diversas tomas nos fuimos hasta King's Cross a recoger nuestras maletas y a Euston a pillar el tren, pues aún nos esperaban 4 horas y pico hasta llegar a Glasgow. Por suerte el tiempo sí acompañó en ese viaje y pude hacer algunas instantáneas desde el tren para recordar aquellos prados verdes que no suelo ver mucho por aquí. Puntual, el tren llegó a Glasgow ni un minuto antes ni uno después. Salimos a la estación y ya alucinamos con la gente, críos deno más de 17 años borrachos como cubas cantando y riendo escandalosamente por la estación. Y no fue un caso aislado. Nuestro hotel estaba muy cerca así que fuimos a pie, encontrándonos por el camino numerosos grupos de gente bebida, pero que a diferencia de las borrachas que veíamos en las giras de Take That, aquí se respiraba buen ambiente. Pero para unas españolas siempre es sorprendente ver a gente tan ebria siendo las 8 de la tarde, aunque allí ya era de noche.


Llegamos al hotel sin problemas donde nos estaban esperando otras dos amigas españolas, con quienes estuvimos conversando en la habitación del hotel. Se ofrecieron a enseñarnos dónde se encontraba la sala donde iba a tocar Mark y al no estar muy lejos accedimos a dar el paseo. Vimos que era una zona muy animada, no sólo por todos los comercios que había, a esas horas cerrados, sino también por todas las discotecas que había en la avenida. Al llegar a la sala planeamos nuestra estrategia para hacer cola y seguimos conversando animadamente durante varios minutos. Luego ya nos retiramos a dormir para recobrar fuerzas para el día siguiente.

Y tal como sucedió en Londres, efectivamente algo pasaba con las fans inglesas, que en la última gira de Mark allá por el 2005, siempre llegaban con una hora de adelanto a la sala. Sin embargo, en esta gira se dio en casi todas las ciudades la situación de ver a las inglesas acampadas a primerísima hora de la mañana. Así que nuestras amigas que iban de avanzadilla, nos dieron el aviso que las inglesas estaban organizando la fila poniendo número en el orden de llegada de la gente. Así que a las 9 de la mañana nos fuimos, cogimos le número siguiente a nuestras amigas, y tras el desayuno, volvimos con ellas para hacer cola hasta las 8 que empezaba el concierto.

Cualquiera puede decir que casi 12 horas de cola es una burrada, que qué aburrimiento, que menuda cosa estar tirada en mitad de la calle tanto tiempo, etc. Pero son de esas cosas que hasta que no las haces, no sabes lo que te pierdes. Nuestro plan era dejar algunas cosas en el hotel, pero el tiempo en la fila se nos pasó tan rápido que no pisamos el hotel (sólo yo tras el desayuno pensando que me habían robado el móvil). Y es que tantas horas con tantas cosas de las que hablar se pasan volando. Que si te pones a imaginar qué va a tocar (mis amigas no habían estado en ningún otro y no querían spoilers), que si te pones a recordar otros conciertos (sean o no de Mark), te pones a hablar de música en general (hablamos de Love Of Lesbian, de Second, de LA, de John Garrison, de Reikiavik...), y cualquier tema que se nos pasaba por la cabeza. Además luego está que si te vas al Primark a comprarte una manta o algo para sentarte encima, que si te pica el gusanillo te vas a comprar chocolatinas al 24 horas, que si aprieta el calor te pones crema protectora y te compras unos helados en la cafetería o te pones pañuelos en la cabeza haciendo el ganso (momento harén de Mark Owen), que si vigilas a las italianas que quieren colarse, que si te pones a hacer fotos a los edificios de alrededor...

Pero uno de los mejores y más divertidos momentos, aparte del harén, cuando ya empieza a haber movimiento y empieza la prueba de sonido, por simple aburrimiento nos ponemos las cuatro a buscar wifi como habíamos hecho por la mañana, y cuál es nuestra sorpresa al ver que había una red protegida con el nombre de "Mark Owen Productions". Diversión asegurada durante horas si no hubiera sido que, al tener amigos informáticos, conocía algunas típicas claves que usan para algunas redes. Efectivamente el 12345678 no funcionó, pero al ver que eran 8 dígitos, pues dije: "ocho ochos". Y accedí. A los 5 minutos lo cambiaron, o algo pasó porque me echó de la red y ya no pude volver a acceder, pero mi cara en el primer momento tras ver conectado el wifi tuvo que ser un poema. Ya puedo decir que le he pirateado el WiFi a mi artista favorito, ¡jaja!

A eso de las 7, las inglesas de delante empezaron a levantarse, y les molestó que nosotras también lo hiciéramos, pero la cosa no pasó a mayores. A las siete y media abrieron las puertas, dejando pasar primero a ese grupo, y al rato a nosotras, tan sólo porque la "cabecilla" de ese grupo así lo había pedido al guarda de seguridad. Suponemos que tenían miedo que las arrolláramos y nos pusiéramos en primera fila, y es que las fans españolas tenemos muy mala fama, pero eso viene después. Sin embargo nosotras cuatro no estábamos muy por la labor de correr, era la primera vez en aquel sitio y no sabíamos por dónde había que ir. Si nos hubieran grabado, hubiera parecido una película cómica: escaleras cerradas que subían y subían, y Fani corre que te corre mientras gritaba que siguiera su voz. Ahora sé que no es tan fácil orientarse siguiendo una voz, lo parece pero NO lo es. Y los teloneros, Animal Kingdom, estuvieron exactamente igual que en Londres, muy flojos en la mayoría de canciones (a excepción del batería que hacía las veces de pianista).

Cuando empezó la música, nadie se inmutó, parecía que nadie sabía que era el "opening", y es que quienquiera que lo escuche, lo último que pensará es que es la música para dar comienzo a un concierto. Hasta que entró la banda desatando una repentina locura. Las primeras notas de Giveaway empezaron a sonar para recibir a Mark, quien había reciclado la chaqueta de hacía dos giras de Take That. Y yo encantada. Por suerte no repitió esa horterada de chaqueta geométrica que llevaba en Londres. Nada más salir le vi diferente, se le veía como más suelto, quizá menos cansado, se movía más por el escenario e incitaba al público a cantar con él. Y nada más terminar la primera canción, va y se acerca a nuestro lateral diciendo, aparte de lo típico: "Veo que venís desde muy lejos, como por ejemplo... ¡España!". Sin duda la bandera de nuestra amiga Pili había causado el efecto deseado: llamar su atención. Y las italianas no tardaron en empezar a quejarse, pero allá que fue Mark a hacer como si no pasara nada, preguntando a las de las primeras filas de dónde venían. Y nosotras felices como regalices.

El resto del concierto no tuvo ninguna variación con respecto al de Londres en cuanto al setlist, pero sí que noté a Mark muy enérgico, más participativo y comunicativo con el público, creo que en gran parte porque el público que asistió a Glasgow fue más considerado, o al menos más adulto, y se callaban cuando hablaba, y aplaudían cuando había que aplaudir, y gritaban cuando correspondía. En esta ocasión no estaba Jake Emlyn pero teníamos a un Jamie Norton (pianista de Mark) que lo bordó. Una voz sorprendente sin duda, pues esperaba que fuera Ben Mark (guitarrista) quien sustituyera la voz de Jake, ya que Ben tiene su propia carrera como cantautor. Pero Jamie estuvo a la altura y con creces.

Ben Mark
El concierto fue apoteósico, o al menos así lo recordaré siempre. Mark lanzaba bromas sarcásticas dándose cuenta de quién había seguido su carrera en solitario y quién no, pues desde el escenario señalaba quién se sabía la letra (muy a lo Robbie jaja). Y no sé si fue porque nosotras nos la sabíamos pero al terminar todas terminamos con la rara impresión de que había estado más tiempo en nuestro lateral del escenario que en el centro que es lo normal o en el otro lateral. Quizá paranoias de fan, pero nos hacía ilusión saber que había reparado en nosotras.

Entre el buen rollo que había entre mis amigas y yo, el verlas sorprenderse con algunos temas, los efectos de luces y sonido, y la simpatía no sólo de Mark sino también del resto de la banda, fue un concierto digno de recordar. Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto de un concierto. Por eso me dio tanta pena cuando se acabó, y para aliviar la pena, me abalancé sobre el puesto de merchandising a la captura de las nosecuantasmil tazas que me habían encargado. Y el tío del merchandising va y me dice que nanai, que me vaya al concierto de Manchester que allí las tendrán (y yo por dentro "no me tientes, no me lo digas dos veces"). Así que en vez de tazas pillé chapas para todo quisqui, que además salían más baratas, la mitad que las tazas.

Salimos del recinto con nuestro merchandising, la ilusión del primer saludo, y el subidón que hace corroborar lo bien gastado que está el pastizal que ha sido necesario para ir al concierto, porque aunque las entradas de Glasgow fueron más baratas que las de Londres, los vuelos por el contrario eran el doble de caros. Así que salimos y estuvimos pensando por cuál puerta saldría, pero teniendo el autobús justo enfrente de la principal, era obvio. Así que allí nos plantamos, con la misión que intentamos conseguir escrita en un cartel porque iba a ser imposible explicárselo con tanta gente. De esa forma lo leería y ya si le parecía bien, lo diría.

¿Y cuál era esa misión? Consistía en grabar en vídeo a Mark dando la enhorabuena a unos amigos que se casaban (la novia es fan) para unirlo a un vídeo que habíamos preparado entre todas las amigas (todas fans también). Pero con tanta gente, y alguna hasta las cejas de alcohol, ya vi que aquello iba a estar más complicado de lo que me había imaginado. Así que nos alejamos de la puerta principal, más cuando vimos que a músicos, mánagers, etc. los hacían subir por el lado del autobús que daba a la carretera. ¿Para qué van a hacerlo fácil, teniendo el autobús dos puertas, una de ellas al borde de la acera?

Cruzamos la calle y nos apoyamos en un coche justo enfrente de la puerta por donde iban entrando y saliendo, con tres carriles de calle de por medio por lo cuales pasaban autobuses, coches, camiones y hasta la policía en varias ocasiones. Junto a nosotras estaban algunas inglesas, tan bebidas que iban y venían del coche al autobús si importarles mucho el tráfico. Como no iba a ser posible grabar el mensaje con Mark, me dije: pues que lo grabe un músico. Y entonces apareció Ben, sin nadie alrededor, y dije "ésta es la mía". Ni corta ni perezosa, y sin saber muy bien cómo iba a reaccionar, me acerqué lo más educadamente posible y le expliqué lo de la boda nuestra amiga y la sorpresa que se llevaría si él aparecía en el vídeo. Le encantó la idea y gustosamente accedió a grabar un mensaje de parte de todo el equipo.

Volví con mis amigas al coche, y al rato de estar esperando a que Mark apareciera, a Pili le dio por mirar el edificio de la sala y descubrió en una ventana que Ben estaba echando fotos a las fans, y a su lado Mark. Miré alrededor. A mi lado, las inglesas, más pendientes de la puerta principal que de la ventana. Miré arriba de nuevo. Mark saludando desde la ventana con la mano como un niño pequeño. Y nosotras cuatro devolviéndole el saludo de igual forma. Y él que volvía a saludarnos. Aquello era lo más surrealista que me había pasado nunca. Tras 10 minutos haciendo los pavos tanto nosotras como Mark, y Ben echando fotos, saqué la cámara para dejar prueba fehaciente de aquella escena, momento en el que las beodas se dieron cuenta de qué hacíamos y empezaron los gritos histéricos. Y nosotras con el consiguiente ataque de risa.

Tras aquella anécdota, llegamos a la conclusión de que nuestra mala fama como fans españolas no tenía por qué en comparación con las inglesas. Con más razón después de ser testigos de los siguientes momentos. Ben volvió a la calle y se quedó alucinando cuando una, que había memorizado el código de acceso al autobús, se lo gritó a los cuatro vientos. Pero no sólo fue eso, sino que además, mientras el chaval que hacía de segurata salvaba a una de ser atropellada, en cuestión de segundos otra aprovechó la distracción, atravesó los tres carriles sin mirar, pulsó el código y subió al segundo piso del autobús ante la mirada atónita de nosotras cuatro y los vítores de sus amigas. El de seguridad no se había percatado de nada pero el bajista que estaban dentro sí, y fue él quien salió escopeteado detrás de ella y quien amablemente le acompañó a la salida. Y tal y como era de esperar, cuando tras un par de horas allí de parón, Mark se decidió a salir, las inglesas cruzaron de nuevo y se apelotonaron contra la puerta, ocupando parte del primer carril, obligando a los conductores a evitar atropellarlas, y los pobres de seguridad que no daban a basto, y nosotras sin movernos, esperando lo peor. Hasta la policía se detuvo para ver si tenían controlada la situación, que por suerte hizo serenarse a las más borrachas, pero aún así Mark tuvo que pasar totalmente cubierto por dos hombres que le doblaban la altura y que en nada le colaron en el bus.

Como la esperanza es lo último que se pierde, allí aguantamos las cuatro una hora más en vano, a ver si con la gente yéndose, y nosotras cuatro solas en el coche, Mark salía. Cuando volvió a aparecer Ben, pensé que mejor preguntarle si iba a salir o no antes de quedarnos más heladas allí en mitad de la calle como pasmarotes. Y teniendo la oportunidad de hablar tranquilamente por él, le pregunté qué tal iba funcionando el disco, que cuál era su plan tras la gira, que si pensaba retomar su carrera en solitario (lo cual le sorprendió)... Tonta de mí tenía que haber aprovechado ese momento para pedirle que publicara las fotos que nos había hecho desde la ventana, ya que por el Twitter luego ignoró mi petición.

Como ya Ben nos aseguró que Mark no saldría, pues nos recogimos y nos fuimos a cenar al único sitio abierto, un McDonald's, donde estuvimos riendo y hablando y reviviendo cada momento de aquel día. Y es que los mejores conciertos a los que he asistido siempre han acabado en un restaurante de ese tipo, alargando al máximo el momento de la despedida.

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