domingo, 26 de octubre de 2014

Head Towards The Dawn

Los mejores discos de mi colección, aquellos que guardo con más recelo, porque son mi favoritos, pero no necesariamente lo que un crítico de música calificaría de buenos, pueden contarse con una mano. ¿Soy exigente con la música? No con todos por igual, reconozco que cuanto más me gusta un artista o grupo, más quisquillosa soy, pero es lo que tiene ser fan. Podemos sacarle punta a todo pero otros de fuera del "círculo", que ni se atrevan.

Uno de estos discos “intocables” es Head Towards The Dawn, de Budapest. El disco previo, Too Blind To Hear, reconozco que tiene muy buenas canciones, algunas mejor que éste que menciono (por ejemplo la canción Censored Memories, el himno del grupo, no hay fan que no la adore), pero no es mi disco favorito de Budapest. Pero para aquellos que se han hartado de leerme y oírme hablar de su música, empecemos por ¿quiénes fueron Budapest?


Las raíces de Budapest se basan en cuatro chavales (John Garrison, Mark Walworth, Adrian Kelly y Paul Possart) que decidieron montar un grupo, Red Fridge, el cual luego pasaría a llamarse Budapest con la incorporación del quinto miembro, Chris Pemberton (Pembers), sin olvidar al amigo de siempre y mánager, Smurf (el primer mánager que me ha caído bien). Y todo esto, como fan que soy, lo digo de memoria, así que seguramente haya algún dato que esté mal, lo lamento si es así. De 4 pasaron a ser 5 y entonces grabaron el Too Blind To Hear, del cual no recibieron ni un penique de la discográfica, Easy Street. Como nota más agravante, poco antes de mezclar el disco, Mark Walworth se quitó la vida, siendo un golpe tan duro que John, amigo muy cercano de Mark, no lo superó del todo hasta años después.


Así que entre unas cosas y otras, la banda se disolvió a pesar del relativo éxito que había tenido el disco, sobre todo canciones como Is This The Best It Gets o la aclamada Censored Memories que hicieron mella en la escena tanto británica como española (quizá más la española) de lo que ahora denominan indie (discrepo, pero en fin, eso da para otra entrada de blog...). Pero por alguna extraña razón que no he alcanzado a saber, y nunca sabré, se volvieron a reunir Chris y John, y decidieron resucitar Budapest. Tanto Ade como Paul se negaron así que buscaron miembros para esta nueva etapa. De este modo se incorporaron a la formación un jovencísimo Tom Visser (creo recordar que no era ni mayor de edad cuando empezó con ellos), Jimmy Lapworth, Pete Wilson y Mark Seabridge. Es decir, primero fueron cuatro, luego cinco, y finalmente seis, sin olvidar al loco de Smurf, el miembro extra que se oculta en las sombras. Con esta nueva formación publicaron Head Towards The Dawn, con nueva discográfica por supuesto: Sinnamon.


Y aquí es cuando un chaval de Sinnamon fue el que me dio de gratis el single de presentación, Clock Face, a la salida de un concierto de Keane (Barcelona, marzo de 2005. Imposible olvidarlo). La canción correcta en el momento oportuno, como ya comenté en otro post. Recuerdo lo escéptica que me mantuve al principio, pero nunca hay que juzgar un libro por su portada, y un disco, menos. Porque además si te metes con que es un nombre poco imaginativo para una banda, el destino te juega mala pasadas (coff, coff). El escepticismo sobre el nombre de la banda despareció tan pronto sonaron los primeros acordes de la canción, la cual se convertiría en mi favorita, y en mucho más meses después.

Cuando por fin el disco cayó en mis manos, el 99% del resto de mi colección de CD's desapareció. ¿Cómo había podido estar todo este tiempo sin escucharles? ¿Por qué no llegaron a mí antes? Desde la primera canción, Say Something Wonderful, o Get Me Home que sonaba muchísimo mejor en directo, hasta la desgarradora Questions, todo era un mezclum de nostalgia, tristeza profunda, disconformidad y rabia. La excepción que confirma la regla: All This Time, que creo que es la canción más alegre que ha escrito John Garrison en toda su carrera. Podría pensar que el ritmo del siguiente corte, Oh Yeah, suena también bastante alegre, pero sigue la constante del disco acerca de huir, de alejarse, de marcharse porque donde está estacionado le está destrozando por dentro ("I will show my light upon you, it's time for me to go").

Pero la que se lleva la palma en canción deprimente, como comentaba, es Questions, dedicada a Mark Walworth, canción que da qué pensar. Como bien indica el título, es una canción consistente en una retahíla de preguntas ("All I want to know, did it cross your mind what you'd leave behind" o "Did you give a clue, I swear I never knew") a las que desgraciadamente no hay respuesta. Frases como "We talked of our tomorrow but you never came." o "And do you know, the thing that just won't lie, You never said goodbye." que te emocionan y te hace ver cómo de frágiles son las personas y cómo de la noche a la mañana tu vida puede cambiar sin esperarlo.

Quizás en mi lista de favoritas, tras Clock Face está Questions, pero muy de cerca le sigue Something Somewhere, porque con el paso del tiempo ha terminando siendo la canción que me recuerda a ellos, a Budapest, a todas las charlas que jamás pensé tener, al foro donde tan bien nos lo pasamos, a los dos únicos conciertos que asistí de ellos, a todos los amigos que hice, a todo lo que aprendí del mundo musical, tanto bueno como malo, el punto y aparte que supuso su música, y tantas cosas más que no caben en un blog. Porque aunque se separaran, aún quedan sus discos ("I know you'll always be there, I know you'll stay near") a los que recurro siempre que lo necesito. En Instagram me dio por crear el hashtag #cancionescomomantitaseninvierno para definir esas canciones en las que rebozarse y regocijarse, y dejar pasar el tiempo mientras las escuchas en bucle. Pues bien, la gran mayoría de este disco podrían definirse con ese hashtag.

Así que no me importa cuando la gente me pregunta quiénes son ésos cuando en realidad no les interesa, porque lo realmente importante es que sé quiénes fueron para mí, y a pesar del transcurso de los años, y del distanciamiento "social" que ha existido entre nosotros, su música siempre será parte de mí.


Videoclip: Set The Fire To The Third Bar

Para continuar con la lista de mis videoclips favoritos, no podía faltar éste: Set The Fire To The Third Bar, de Snow Patrol.


Desde el primer momento la canción me enganchó y de eso hace tantos años que ni los cuento. Luego me cautivó la letra, sobre amores en la distancia, lo difícil que se hace no estar con la persona que amas, no poder compartir lo que el resto del mundo hace y que ves a tu alrededor, cosas tan simples como quedar en el centro de la ciudad, una despedida eterna en un portal, una cena con otras parejas...

El caso es que di con el videoclip porque me dio por buscar la letra, y cuando lo encontré, por fin le puse cara a Martha Wainwright, cuyo apellido me sonaba lejanamente y no sabía de qué. Pensé que al ver su cara me sonaría. Pues no. Al pasar los años supe que es la hermana de Rufus Wainwright (nunca lo hubiera dicho).

Pero volviendo al tema del videoclip, y comparándolo con el que ya comenté de James Blunt,  a mí no me hace falta grandes escenarios, cambios de vestuarios, o planos espectaculares. Éste es de los vídeos más sencillos, dentro de lo que cabe, porque que te presten una sala de interrogatorio no debe ser fácil, ni montarla, que tampoco me parece tan fácil como montar una estantería de Ikea. Pero quitando eso, el videoclip está rodado al completo en el mismo sitio, claramente diferenciado tanto en color como en mobiliario: una silla a un lado, una mesa al otro. Unas paredes pintadas de blanco, las otras en oscuro. ¿Para qué más?

Lo que a mí me parece una genialidad es conseguir plasmar la letra en ese cubículo, tan sólo jugando con los planos y las superposiciones, al igual que con los gestos y el juego que da el cristal polarizado. Y el final, triste, como no podía ser de otra manera para terminar de gustarme del todo.

Por otro lado, tanto Gary Lightbody como Martha Wainwright tampoco lo hacen tan mal. ¿Sobreactuación? Sí, pero recordemos, no son actores, son cantantes. ¿Drama? Soy una dramalover tanto de pelis como de videoclips, así que no sé por qué no tendría que estar este vídeo aquí. :)

sábado, 4 de octubre de 2014

Damien Rice

Me gusta saber qué discos compran los cantantes que suelo escuchar por el simple hecho que he comprobado a lo largo de estos años que sus recomendaciones suelen ser muy afines a mis gustos. Imagino que de una manera u otra ellos beben de sus artistas o discos favoritos, para crear luego los suyos propios, que son los que termino yo escuchando. Así que es de razonamiento lógico que me guste. No en el 100% de los casos pero normalmente sí. Por ejemplo un disco de Talk Talk recomendado por John Garrison o de quien voy a hablar hoy, de Damien Rice. No me considero fan, sino más bien una supporter de este hombre, principalmente porque hasta hace unos años no sabía ni cómo era físicamente.

Pero volviendo al tema, el saber de su música fue un poco por rebote. En una entrevista Mark Owen habló de él, una amiga escuchó la entrevista y se hizo con los discos 0 y 9 de Rice, amiga que después me los recomendaría fervientemente. Y qué acertado. La música de Damien Rice creo que fue mi primer paso hacia eso que llaman folk, aunque ahora me cuesta definir su música como tal (me cuesta definir un género específico para cada artista que escucho, en general). Relajante es lo que mejor la define para mí. Fue el primer cantante que sin importar el disco, sus canciones me transmiten mucha paz y tranquilidad. Será la voz, lo acústico, yo qué sé. Sé que cuando los nervios se apoderan de mí y surgen los primeros síntomas psicosomáticos, me pongo el disco de 9 y me acuesto un rato, me levanto como nueva. Ni chill out ni música relax ni ostias. Damien Rice en bucle.

Además sus letras son de las que podría hacerse un libro y no sabrías distinguir si son poesía o son canciones. Me encanta leerlas, pero más escucharlas, porque la voz que tiene, tan concreta, distintiva, suave, susurrante, con ese toque rasgado que sale en los momentos más desgarradores de la canción. Una combinación de voz y música que me encanta. 

Still a little bit of your taste in my mouth
Still a little bit of you laced with my doubt
Still a little hard to say what's going on

En otros cantantes es fácil imaginarse las melodías cantadas por otros, y viceversa, casos donde la voz es asombrosa pero la música deja mucho que desear. Pero no en Damien Rice. Además, sabe cuándo y cómo rodearse de buenas voces. Es el claro ejemplo de todos los años que ha estado trabajando con Lisa Hannigan, cantante cuya trayectoria en solitario nada tiene que envidiar a la de Rice. Canciones como 9 Crimes o Cold Water sonarían bien con él a solas, pero combinándose con ella, las hace aún más conmovedoras.

Porque no sé si le pasará a más gente que escuche a Damien Rice, pero tiene algunos temas que hacen que se te estremezca algo por dentro, tiene esa capacidad de estrujarte las entrañas sin compasión. Además en mi caso sus canciones han sido el telón de fondo de muchos relatos que he escrito, y de los que luego la gente les ha gustado más sobre otros escritos sin su música, porque notaban algo distinto.

Obviamente, hay algunos temas de él que no son de mi agrado pero que tampoco me obligan a pasar a la siguiente canción. Por ejemplo, Unplayed Piano, Lonely Soldier o The Blower's Daughter. Ésta una de sus canciones más aclamadas y sin embargo yo prefiero quedarme con 9 Crimes, I Remember, o Cheers Darlin'. No tengo una favorita porque me es imposible escoger una, todo depende del humor que tenga el día que las escuche, pero ésta última, Cheers Darlin', me pareció sublime nada más escucharla. Los efectos para ambientar la letra, que bien podría ser una película, la voz tan pasional de la que hablaba antes, justo en los momentos de la letra tan desesperada, y una escena tan típica como el amor no correspondido y estar presente cuando la persona de la que te has colgado se va con otr@.



Y todos estos años desde aquel momento en que me pasaron sus discos, he estado escuchándolos día sí, día también. Cuando me acordaba, de vez en cuando investigaba por Internet si había sacado algo, si había algún tema nuevo, pero pocas o ninguna eran las noticias de él. Y de pronto de la noche a la mañana, apareció este clip (rodado en España):


Ocho años, y parece que no hayan pasado, pues de nuevo ese susurro en cada verso, en cada rasgada, y el caos en el momento justo para dejarte con la miel en los labios. El disco nuevo sale a la venta el 31 de octubre, y es de lo mejorcito que trae este otoño. Además, lo puedes pedir ya, y será por formatos que hay disponibles (a mí la caja de madera no me mata pero la litografía sí). Lo que tira más hacia atrás es que son sólo 8 canciones, pero si sólo te interesa la música, tienes la versión CD por 13€ (más gastos de envío, imagino). A primera vista me parece caro pero porque los últimos discos que me he comprado han sido con más canciones y menos euros (artistas poco conocidos con primer disco), o eran discos que no eran recientes. Así que al fin y al cabo no es tan caro. Pero no me decido entre tanto formato...

Además está de gira, sin pisar España de momento, pero las entradas volaron y me quedé sin verle en Berlín ¬¬ Otra ocasión será. De momento es una de mis alegrías de esta época, y estoy deseando escuchar el disco al completo. Aunque todo sea dicho, ya he escuchado el primer single,  I Don't Want To Change You, y no me mata, me sigo quedando con los escalofríos que me proporciona My Favourite Faded Fantasy.

jueves, 2 de octubre de 2014

Cambios

La semana pasada saltó una noticia que cayó como una bomba entre las takies/thatters/fans de Take That: Jason abandonaba el grupo. Cuando Robbie se fue a finales de los 90 no me afectó, aún no los conocía, pero sí he visto cómo grupos que me encantan han ido modificando su formación con el paso del tiempo.

El primer cambio importante para mí fue el batería de Maroon 5. Songs About Jane ya era un éxito cuando Ryan Dusick, el batería, se dañó el brazo y tuvo que ser reemplazado por Matt Flynn. Como cuando meten a alguien nuevo en tu círculo de amigos, al principio desconfías. Pero lo peor era saber que Ryan lo dejaba por causas de salud, no podía volver a tocar la batería.

En segundo lugar, y creo que ha sido de las marchas que más me ha afectado, y además de otro batería: Sebas Limongi, de Cyan. Y es que hay músicos que marcan la diferencia. No es lo mismo Ryan, al que no tuve la suerte de conocer, como Sebas, que siempre estaba de broma y hablaba con nosotros como si fuéramos conocidos de toda la vida. Gestos que se agradecen, y mucho. Las risas que me eché con él y poses épicas como “mirada atardecer” serán cosas imborrables de mi memoria. Todo esto no quita que pudiera ser sólo una fachada para tratar bien al público, que luego fuera vete tú a saber, pero yo me quedo con lo que percibí. Y digo que fue de las marchas que más me impactó porque fue una marcha en silencio, sin previo aviso. De pronto dejó de estar en los conciertos y yo, ingenua de mí, al segundo concierto me aventuré a preguntar por él pensando que estaría enfermo. Cuando me percaté del cambio en la cara de Javi, el cantante, vi cuán equivocada estaba. Él se deshizo en justificaciones pero son cosas del grupo que a mí que no me incumben. Fue un golpe porque no hubo despedida, me hubiera gustado hablar con él sobre todo para saber si seguiría en la música, para no perderle la pista en tal caso, pero sobretodo me hubiera gustado una última charla para hacerle saber que voy a echar de menos esos momentos postconcierto.

De eso hace ya meses, parecen años, y ha sido revivirlo todo con Jason. La diferencia es que con Jason mi reacción no ha sido un shock, sino en parte alivio por él. Era el miembro de Take That más independiente, más a su bola en el sentido de que las redes sociales no iban con él, por ejemplo, y los periódicos sensacionalistas publicaban que lo habían visto en un parque sentado, en un coche hasta arriba de trastos... Cosas de cualquier persona a pie. Queda raro que lo haga una estrella del pop pero no una persona común, qué cínico. Ahora que han pasado unos días, me parece más increíble su marcha. Porque cuando el miembro de un grupo se va, en un primer momento es como si fuera su fallecimiento, desaparece de la faz de la tierra. Y Jason es especialista en desaparecer, ya lo hacía entre disco y disco. Mientras que Howard mantenía el contacto con el mundo a través del Twitter, y Gary y Mark siempre andaban metidos en música, Jason se evaporaba. Cuesta pensar que ahora es para siempre.

Y sin despedirse. Un comunicado en la web y ya está. Supongo que así funciona la música: nunca sabes cuándo va a ser la última vez que verás a un grupo, o un miembro, en un concierto. La gente dirá que no era nadie, tan sólo el bailarín, o ni eso. Pero para nosotras, las takies, era algo más que “el que bailaba”. Aunque lo suyo era el baile, en esta nueva etapa descubrimos la voz tan dulce que tenía para cantar. Y qué decir de sus expresiones faciales, el positivismo contagioso que poseía... Siempre le hemos visto como el típico hermano mediano que solventa las discusiones entre los mayores y los más jóvenes, aunque estamos seguras que también tenía su genio. Pero también tenía paciencia, este hombre era un pozo de paciencia interminable.

Así que qué más da lo que digan, nos quedaremos con lo que hemos visto, los momentos compartidos con él, los conciertos en los que nos lo ha hecho pasar realmente genial. Pero eso no evitará que siempre veremos su estilizada silueta allí donde solía estar. Se le echará mucho de menos.