sábado, 20 de julio de 2013

Madrid-Londres-Glasgow-Alicante II

Segunda parte: Glasgow

A Londres da igual si vas solo, si vas con tu pareja, con tu familia, con un grupo de amigos o con tu mejor amiga, de todas las maneras posibles (y puedo decir que he probado todas esas) la ciudad ofrece cosas para cada tipo de viaje, haciendo que sea imposible no entretenerse y divertirse. Pero cuando nos juntamos mi amiga Fani y yo en Londres, es punto y aparte. Para empezar, la maldición que nos persigue: siempre sucede algún evento violento o catástrofe natural cuando nos decidimos a ir a Londres. En las dos ocasiones famosas de las nubes volcánicas, allí estábamos nosotras. Cuando las huelgas en puente de diciembre, nosotras estábamos en Londres. Y lo último, aparte de la huelga de los franceses, fue los dos locos que había apuñalado a un hombre en mitad de la calle. Siempre sucede algo.

Casualidades aparte, el plan era recogerla en el aeropuerto, pasar la mañana en Londres grabando vídeos para un proyecto y a media tarde coger el tren hacia Glasgow para llegar allí de noche. Todo parecía perfecto, había hecho un sol del carajo los días anteriores así que los vídeos saldrían estupendísimos, ¿no? ¡NO! ¡Qué ilusas fuimos! El proyecto consistía en grabarnos haciendo el payaso en los sitios míticos de Londres para meterlos después en un vídeo-felicitación para una amiga que se casaba. Pero el tiempo quiso poner su granito de arena y dejar caer la famosa lluvia londinense cuando llegamos al Buckingham Palace. Hubiera quedado muy bien de no ser porque mi cámara no es impermeable. Así que nos tocó aguardar bajo un árbol de Green Park un cuarto de hora a que parara de llover, y en cuanto vimos que amainaba un poco, allá que fuimos a saltar y principalmente a descojonarnos delante de la cámara con el palacio de fondo. Y de ahí al Big Ben a hacer lo mismo, con la lluvia que volvía a apretar y que nos pilló en mitad del parque de St. James. No había otro bonito día en el que llover...

Una vez grabadas diversas tomas nos fuimos hasta King's Cross a recoger nuestras maletas y a Euston a pillar el tren, pues aún nos esperaban 4 horas y pico hasta llegar a Glasgow. Por suerte el tiempo sí acompañó en ese viaje y pude hacer algunas instantáneas desde el tren para recordar aquellos prados verdes que no suelo ver mucho por aquí. Puntual, el tren llegó a Glasgow ni un minuto antes ni uno después. Salimos a la estación y ya alucinamos con la gente, críos deno más de 17 años borrachos como cubas cantando y riendo escandalosamente por la estación. Y no fue un caso aislado. Nuestro hotel estaba muy cerca así que fuimos a pie, encontrándonos por el camino numerosos grupos de gente bebida, pero que a diferencia de las borrachas que veíamos en las giras de Take That, aquí se respiraba buen ambiente. Pero para unas españolas siempre es sorprendente ver a gente tan ebria siendo las 8 de la tarde, aunque allí ya era de noche.


Llegamos al hotel sin problemas donde nos estaban esperando otras dos amigas españolas, con quienes estuvimos conversando en la habitación del hotel. Se ofrecieron a enseñarnos dónde se encontraba la sala donde iba a tocar Mark y al no estar muy lejos accedimos a dar el paseo. Vimos que era una zona muy animada, no sólo por todos los comercios que había, a esas horas cerrados, sino también por todas las discotecas que había en la avenida. Al llegar a la sala planeamos nuestra estrategia para hacer cola y seguimos conversando animadamente durante varios minutos. Luego ya nos retiramos a dormir para recobrar fuerzas para el día siguiente.

Y tal como sucedió en Londres, efectivamente algo pasaba con las fans inglesas, que en la última gira de Mark allá por el 2005, siempre llegaban con una hora de adelanto a la sala. Sin embargo, en esta gira se dio en casi todas las ciudades la situación de ver a las inglesas acampadas a primerísima hora de la mañana. Así que nuestras amigas que iban de avanzadilla, nos dieron el aviso que las inglesas estaban organizando la fila poniendo número en el orden de llegada de la gente. Así que a las 9 de la mañana nos fuimos, cogimos le número siguiente a nuestras amigas, y tras el desayuno, volvimos con ellas para hacer cola hasta las 8 que empezaba el concierto.

Cualquiera puede decir que casi 12 horas de cola es una burrada, que qué aburrimiento, que menuda cosa estar tirada en mitad de la calle tanto tiempo, etc. Pero son de esas cosas que hasta que no las haces, no sabes lo que te pierdes. Nuestro plan era dejar algunas cosas en el hotel, pero el tiempo en la fila se nos pasó tan rápido que no pisamos el hotel (sólo yo tras el desayuno pensando que me habían robado el móvil). Y es que tantas horas con tantas cosas de las que hablar se pasan volando. Que si te pones a imaginar qué va a tocar (mis amigas no habían estado en ningún otro y no querían spoilers), que si te pones a recordar otros conciertos (sean o no de Mark), te pones a hablar de música en general (hablamos de Love Of Lesbian, de Second, de LA, de John Garrison, de Reikiavik...), y cualquier tema que se nos pasaba por la cabeza. Además luego está que si te vas al Primark a comprarte una manta o algo para sentarte encima, que si te pica el gusanillo te vas a comprar chocolatinas al 24 horas, que si aprieta el calor te pones crema protectora y te compras unos helados en la cafetería o te pones pañuelos en la cabeza haciendo el ganso (momento harén de Mark Owen), que si vigilas a las italianas que quieren colarse, que si te pones a hacer fotos a los edificios de alrededor...

Pero uno de los mejores y más divertidos momentos, aparte del harén, cuando ya empieza a haber movimiento y empieza la prueba de sonido, por simple aburrimiento nos ponemos las cuatro a buscar wifi como habíamos hecho por la mañana, y cuál es nuestra sorpresa al ver que había una red protegida con el nombre de "Mark Owen Productions". Diversión asegurada durante horas si no hubiera sido que, al tener amigos informáticos, conocía algunas típicas claves que usan para algunas redes. Efectivamente el 12345678 no funcionó, pero al ver que eran 8 dígitos, pues dije: "ocho ochos". Y accedí. A los 5 minutos lo cambiaron, o algo pasó porque me echó de la red y ya no pude volver a acceder, pero mi cara en el primer momento tras ver conectado el wifi tuvo que ser un poema. Ya puedo decir que le he pirateado el WiFi a mi artista favorito, ¡jaja!

A eso de las 7, las inglesas de delante empezaron a levantarse, y les molestó que nosotras también lo hiciéramos, pero la cosa no pasó a mayores. A las siete y media abrieron las puertas, dejando pasar primero a ese grupo, y al rato a nosotras, tan sólo porque la "cabecilla" de ese grupo así lo había pedido al guarda de seguridad. Suponemos que tenían miedo que las arrolláramos y nos pusiéramos en primera fila, y es que las fans españolas tenemos muy mala fama, pero eso viene después. Sin embargo nosotras cuatro no estábamos muy por la labor de correr, era la primera vez en aquel sitio y no sabíamos por dónde había que ir. Si nos hubieran grabado, hubiera parecido una película cómica: escaleras cerradas que subían y subían, y Fani corre que te corre mientras gritaba que siguiera su voz. Ahora sé que no es tan fácil orientarse siguiendo una voz, lo parece pero NO lo es. Y los teloneros, Animal Kingdom, estuvieron exactamente igual que en Londres, muy flojos en la mayoría de canciones (a excepción del batería que hacía las veces de pianista).

Cuando empezó la música, nadie se inmutó, parecía que nadie sabía que era el "opening", y es que quienquiera que lo escuche, lo último que pensará es que es la música para dar comienzo a un concierto. Hasta que entró la banda desatando una repentina locura. Las primeras notas de Giveaway empezaron a sonar para recibir a Mark, quien había reciclado la chaqueta de hacía dos giras de Take That. Y yo encantada. Por suerte no repitió esa horterada de chaqueta geométrica que llevaba en Londres. Nada más salir le vi diferente, se le veía como más suelto, quizá menos cansado, se movía más por el escenario e incitaba al público a cantar con él. Y nada más terminar la primera canción, va y se acerca a nuestro lateral diciendo, aparte de lo típico: "Veo que venís desde muy lejos, como por ejemplo... ¡España!". Sin duda la bandera de nuestra amiga Pili había causado el efecto deseado: llamar su atención. Y las italianas no tardaron en empezar a quejarse, pero allá que fue Mark a hacer como si no pasara nada, preguntando a las de las primeras filas de dónde venían. Y nosotras felices como regalices.

El resto del concierto no tuvo ninguna variación con respecto al de Londres en cuanto al setlist, pero sí que noté a Mark muy enérgico, más participativo y comunicativo con el público, creo que en gran parte porque el público que asistió a Glasgow fue más considerado, o al menos más adulto, y se callaban cuando hablaba, y aplaudían cuando había que aplaudir, y gritaban cuando correspondía. En esta ocasión no estaba Jake Emlyn pero teníamos a un Jamie Norton (pianista de Mark) que lo bordó. Una voz sorprendente sin duda, pues esperaba que fuera Ben Mark (guitarrista) quien sustituyera la voz de Jake, ya que Ben tiene su propia carrera como cantautor. Pero Jamie estuvo a la altura y con creces.

Ben Mark
El concierto fue apoteósico, o al menos así lo recordaré siempre. Mark lanzaba bromas sarcásticas dándose cuenta de quién había seguido su carrera en solitario y quién no, pues desde el escenario señalaba quién se sabía la letra (muy a lo Robbie jaja). Y no sé si fue porque nosotras nos la sabíamos pero al terminar todas terminamos con la rara impresión de que había estado más tiempo en nuestro lateral del escenario que en el centro que es lo normal o en el otro lateral. Quizá paranoias de fan, pero nos hacía ilusión saber que había reparado en nosotras.

Entre el buen rollo que había entre mis amigas y yo, el verlas sorprenderse con algunos temas, los efectos de luces y sonido, y la simpatía no sólo de Mark sino también del resto de la banda, fue un concierto digno de recordar. Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto de un concierto. Por eso me dio tanta pena cuando se acabó, y para aliviar la pena, me abalancé sobre el puesto de merchandising a la captura de las nosecuantasmil tazas que me habían encargado. Y el tío del merchandising va y me dice que nanai, que me vaya al concierto de Manchester que allí las tendrán (y yo por dentro "no me tientes, no me lo digas dos veces"). Así que en vez de tazas pillé chapas para todo quisqui, que además salían más baratas, la mitad que las tazas.

Salimos del recinto con nuestro merchandising, la ilusión del primer saludo, y el subidón que hace corroborar lo bien gastado que está el pastizal que ha sido necesario para ir al concierto, porque aunque las entradas de Glasgow fueron más baratas que las de Londres, los vuelos por el contrario eran el doble de caros. Así que salimos y estuvimos pensando por cuál puerta saldría, pero teniendo el autobús justo enfrente de la principal, era obvio. Así que allí nos plantamos, con la misión que intentamos conseguir escrita en un cartel porque iba a ser imposible explicárselo con tanta gente. De esa forma lo leería y ya si le parecía bien, lo diría.

¿Y cuál era esa misión? Consistía en grabar en vídeo a Mark dando la enhorabuena a unos amigos que se casaban (la novia es fan) para unirlo a un vídeo que habíamos preparado entre todas las amigas (todas fans también). Pero con tanta gente, y alguna hasta las cejas de alcohol, ya vi que aquello iba a estar más complicado de lo que me había imaginado. Así que nos alejamos de la puerta principal, más cuando vimos que a músicos, mánagers, etc. los hacían subir por el lado del autobús que daba a la carretera. ¿Para qué van a hacerlo fácil, teniendo el autobús dos puertas, una de ellas al borde de la acera?

Cruzamos la calle y nos apoyamos en un coche justo enfrente de la puerta por donde iban entrando y saliendo, con tres carriles de calle de por medio por lo cuales pasaban autobuses, coches, camiones y hasta la policía en varias ocasiones. Junto a nosotras estaban algunas inglesas, tan bebidas que iban y venían del coche al autobús si importarles mucho el tráfico. Como no iba a ser posible grabar el mensaje con Mark, me dije: pues que lo grabe un músico. Y entonces apareció Ben, sin nadie alrededor, y dije "ésta es la mía". Ni corta ni perezosa, y sin saber muy bien cómo iba a reaccionar, me acerqué lo más educadamente posible y le expliqué lo de la boda nuestra amiga y la sorpresa que se llevaría si él aparecía en el vídeo. Le encantó la idea y gustosamente accedió a grabar un mensaje de parte de todo el equipo.

Volví con mis amigas al coche, y al rato de estar esperando a que Mark apareciera, a Pili le dio por mirar el edificio de la sala y descubrió en una ventana que Ben estaba echando fotos a las fans, y a su lado Mark. Miré alrededor. A mi lado, las inglesas, más pendientes de la puerta principal que de la ventana. Miré arriba de nuevo. Mark saludando desde la ventana con la mano como un niño pequeño. Y nosotras cuatro devolviéndole el saludo de igual forma. Y él que volvía a saludarnos. Aquello era lo más surrealista que me había pasado nunca. Tras 10 minutos haciendo los pavos tanto nosotras como Mark, y Ben echando fotos, saqué la cámara para dejar prueba fehaciente de aquella escena, momento en el que las beodas se dieron cuenta de qué hacíamos y empezaron los gritos histéricos. Y nosotras con el consiguiente ataque de risa.

Tras aquella anécdota, llegamos a la conclusión de que nuestra mala fama como fans españolas no tenía por qué en comparación con las inglesas. Con más razón después de ser testigos de los siguientes momentos. Ben volvió a la calle y se quedó alucinando cuando una, que había memorizado el código de acceso al autobús, se lo gritó a los cuatro vientos. Pero no sólo fue eso, sino que además, mientras el chaval que hacía de segurata salvaba a una de ser atropellada, en cuestión de segundos otra aprovechó la distracción, atravesó los tres carriles sin mirar, pulsó el código y subió al segundo piso del autobús ante la mirada atónita de nosotras cuatro y los vítores de sus amigas. El de seguridad no se había percatado de nada pero el bajista que estaban dentro sí, y fue él quien salió escopeteado detrás de ella y quien amablemente le acompañó a la salida. Y tal y como era de esperar, cuando tras un par de horas allí de parón, Mark se decidió a salir, las inglesas cruzaron de nuevo y se apelotonaron contra la puerta, ocupando parte del primer carril, obligando a los conductores a evitar atropellarlas, y los pobres de seguridad que no daban a basto, y nosotras sin movernos, esperando lo peor. Hasta la policía se detuvo para ver si tenían controlada la situación, que por suerte hizo serenarse a las más borrachas, pero aún así Mark tuvo que pasar totalmente cubierto por dos hombres que le doblaban la altura y que en nada le colaron en el bus.

Como la esperanza es lo último que se pierde, allí aguantamos las cuatro una hora más en vano, a ver si con la gente yéndose, y nosotras cuatro solas en el coche, Mark salía. Cuando volvió a aparecer Ben, pensé que mejor preguntarle si iba a salir o no antes de quedarnos más heladas allí en mitad de la calle como pasmarotes. Y teniendo la oportunidad de hablar tranquilamente por él, le pregunté qué tal iba funcionando el disco, que cuál era su plan tras la gira, que si pensaba retomar su carrera en solitario (lo cual le sorprendió)... Tonta de mí tenía que haber aprovechado ese momento para pedirle que publicara las fotos que nos había hecho desde la ventana, ya que por el Twitter luego ignoró mi petición.

Como ya Ben nos aseguró que Mark no saldría, pues nos recogimos y nos fuimos a cenar al único sitio abierto, un McDonald's, donde estuvimos riendo y hablando y reviviendo cada momento de aquel día. Y es que los mejores conciertos a los que he asistido siempre han acabado en un restaurante de ese tipo, alargando al máximo el momento de la despedida.

martes, 9 de julio de 2013

Madrid-Londres-Glasgow-Alicante I

Primera parte: Londres

Cada viaje ya de por sí es una aventura, no sabes qué te puede suceder pero sabes que vas a pasártelo bien. Y si ya encima el viaje es por algo como un concierto, está claro que te lo vas a pasar mejor que bien. Como ya anuncié en una de mis anteriores entradas, me fui de concierto a Londres y a Glasgow a ver en concierto a Mark Owen. El susodicho sólo sacó gira por Reino Unido, y de lo más repentinamente. Y allá que me fui yo, a la aventura nunca mejor dicho, porque en esta ocasión me iba sola a Londres. No era la primera vez que me decidía a viajar sola a esa ciudad, pero sí para ir a un concierto. Ahora que ha pasado, en ese aspecto tampoco fue muy diferente, eso sí, no me gasté tanto dinero en ropa como la primera vez (me aburría, me iba de compras. Esta vez iba más en plan fotográfico).

Pero sí que fue muy diferente en el resto de aspectos. Para empezar, ya tuve que desempolvar mi inglés estando en Atocha ante unos guiris que un poco más y aparecen en Príncipe Pío en lugar de en la T4. Y una vez allí, bueno, para qué... Llego y me entero de que hay huelga en Francia, vaya puntería la mía. Así que la T4 y yo nos hicimos graaaandes conocidas en aquel día. Pero la experiencia es un grado, y los cargadores de mp3, cámara y móvil iban conmigo en lugar de la maleta facturada. Hice bien porque eso me salvó de muchas horas aburridas. Sobre todo me entretuve en desenganchar la cremallera del bolso y en enchufar el cargador del móvil a una pared. Parece fácil, ¿no? Pues no. La mayoría de los enchufes de la T4 tienen mucha holgura (como de enchufe de aspiradora o electrodoméstico grande) así que un cargador pequeño se cae constantemente. Pero con un poco de ingenio y un par de chaquetas conseguí hacer una especie de trípode donde apoyar el cargador y rellenar la batería de mi móvil.

Mi vuelo salía al mediodía, salió al final casi a las 8 de la tarde. Yo solamente rezaba por no perder la reserva de hotel como ya casi nos pasó en otra ocasión con otro retraso de no sé cuántas horas (gracias EasyJet). Pero lo chistoso fue cuando ya con todo el mundo a bordo del avión, cinturones abrochados, etc etc. Nos anuncian por la megafonía del avión y en inglés (y la gente que no entiende inglés bien ¿qué?) que el vuelo, debido a problemas con la huelga de Francia, no llega al aeropuerto de la City, sino a Southend. Nunca había estado en ese aeropuerto pero por las quejas y las caras de disgusto de la gente, me daba a mí que no estaba tan cerca de la ciudad como el City. En fin, era eso o quedarnos en tierra. Ya me las apañaría una vez en tierras anglosajonas. El aeropuerto del Southend está a medio hacer, y no deja de ser un hangar convertido en pequeño aeropuerto. Llegamos y nos metieron en un bus que nos dejaría en el aeropuerto de la City, asegurándonos que el transporte público estaría disponible para cuando llegáramos. Sí, claro, el penúltimo DLR (tren) pasó justo cuando nos bajábamos del bus. Y eso que me bajo del autobús, y siento un dejà vu. Había vuelto a Sunderland 4 años atrás: salida de un concierto multitudinario, todo el mundo desaparece en coches, y de pronto ¡¡¡no había ni dios!!! A la mayoría de la gente del autobús venían a recogerla, y los primeros que salieron del bus como alma que lleva el diablo se abalanzaron sobre los taxis. Y allí estábamos cuatro gatos nunca mejor dicho: una adolescente a la que llegaban tarde a recoger, un chico de unos 30 y pico con traje, un señor ya mayor y servidora.

Pasaron unos 30 minutos hasta que llegó un taxi que compartí con el chaval. Fue curioso el viaje, entre nosotros hablamos más bien poco pero lo divertido fue ser testigo de los malentendidos entre él y el conductor, quienes no se entendían ni para atrás. Intenté explicarle al tío qué le estaba diciendo el taxista, pero estaba demasiado inmerso intentando hablar correctamente en inglés, y ni me escuchó. Cuando se bajó, me dediqué a darle conversación al taxista que muy amablemente me dijo qué podía hacer por Shepherd's Bush cuya actividad se resumía en pasar el rato en Westfield, el centro comercial superhipermegachulomodernoquetecagas que acababan de abrir. ¿Dónde me había metido? ¿En qué barrio iba a estar los próximos 4 días? Menos mal que la comunicación con el metro es buena y aquello me salvó. El taxista no sólo fue mi guía turístico en esa noche sino que además me rebajó la tarifa (había cobrado de más al otro, vaaaaya qué torpeza, no?) y me hizo de guardaespaldas mientras yo me dedicaba a despertar al buen hombre que regentaba el hotel, quien al verme simplemente confirmó mi nombre y me dio la llave de la habitación. Si se la puede llamar así. El hotel estaba muy modernizado, remodelado recientemente, pero la habitación no era enana, era... ¿Compacta? Sí, por ejemplo. Al final me fui a la cama sobre la 1 y media, hora inglesa.

Ains las horas inglesas. Parezco nueva en esto algunas veces. Cambié el reloj de pulsera nada más bajar del avión, pero no la del móvil, es decir, la del despertador. Sonó el despertador y yo me levanté medio zombie, ducha rápida, desayuno en el hotel de al lado y empiezo el turismo. Y eso que sales a la calle, un día de diario, y dices: ¿dónde está todo el mundo? Oh shit! Efectivamente iba una hora por delante de los ingleses, ¡pensaba que eran las 9 y media! Así que me lo tomé con calma y dado que tenía tiempo de sobra, hice fotos al parque donde me acordé de que la última vez que estuve allí fue con un grupo de argentinas a las que acababa de conocer y con las que me lo pasé genial, y pensé en lo divertido que podría haber sido de haber estado ellas allí. Y luego pretendía hacer foto preconcierto a la sala donde iba a tocar Mark. Cuál fue mi sorpresa al ver que ya habían como unas 10 personas allí. Algo está cambiando con las fans inglesas, ellas nunca hacen fila tan temprano. Era surrealista. Así que, con entrada general, reajusté el plan y la hora que había ganado esta mañana la había perdido junto con otras 4 si no quería quedarme en última fila. Aquella mañana sólo me dio tiempo a ir a Camden con parada obligatoria de compra y relax en Yumchaa Teas, una tetería en The Stables con vistas al canal.

Normalmente cuando voy, que es en cada viaje que hago a Londres, puedo pasarme horas y horas allí, pues el sitio es perfecto para ello. Pero aquella mañana no fue posible y tan pronto como terminé mi English Breakfast tea (buenísimo) de vuelta a a la calle a tirar fotos por el canal y al metro. Comida rápida en McDonalds con Daft Punk de fondo y a la cola, donde ya me percaté de que las primeras no eran todas inglesas. Pero sí había mucha adolescente. La nueva generación takie en su (probablemente) primer concierto en una sala. Parecían que hacía cola par ver a Take That, con caras pintadas, banderas, y toda la parafernalia que no me es rara de ver en grandes estadios pero que allí llamaba demasiado la atención.

El concierto no estuvo mal, pero entre que Howard, otro de los componentes de Take That, estaba en el palco y aunque lo evitaba no pasaba desapercibido, las adolescentes gritando cada vez que Mark abría la boca, el efecto de las luces no se distinguía con tanto humo de máquina y el sonido dejaba mucho que desear, no fue de los mejores conciertos en sala a los que había ido (aún hoy sigue siendo peor el concierto que dio en 2005 en la Moby Dick). Los teloneros Animal Kingdom fueron contratados a última hora tras sacar del cartel a los anteriores (The Boy Least Likely To) por razones técnicas según versión oficial. Para mi gusto, salieron perdiendo pues Animal Kingdom no eran nada del otro mundo encima del escenario, les faltaba fuerza, una fuerza que sólo demostraron en la última canción. En Londres la verdad es que no vi mucha gente emocionada con ellos, lo normal, unas cuantas palmas y caras de "baja ya del escenario para que entre el otro". Mark estuvo como es él, activo, sin dejar de moverse por el escenario, intentando en vano hacerse oír por encima de los gritos entre canción y canción. Yo iba con los deberes hechos y el setlist aprendido, y cierto es que para mí fue toda una sorpresa que subiera a cantar Jake Emlyn, colaborador en el álbum, y las canciones nuevas sonaban muy bien y eran muy animadas, pero para mi gusto, hubiera metido más canciones del anterior disco, How The Mighty Fall. Cuestión de gustos.

Como anécdota de la noche, yo iba sola y terminé la noche con cinco españolas y una argentina. Cosas de los conciertos. ¡Ah, sí! Y la cremallera del bolso rota al final, como era de esperar. Y aún tenía día y medio más en Londres y luego Glasgow. Genial. Pero ni siquiera eso me quitó el buen humor de aquella noche.

El siguiente día en Londres puede resumirse en búsqueda y compra de souvenirs varios. Y sí, vale, también me compré cosas para mí, pero no ropa, sino unos discos que me interesaban tener en original y que quería comprar en tiendas de música concretas: Rough Trade y Roxy Sister. Rough Trade la conocía por ser la primera que tuvo el disco de Satellites y Roxy Sister la conocí allí mismo buscando en Google algún sitio cerca de Oxford Circus donde comprar música. Rough Trade tiene dos tiendas en Londres, y la de Notting Hill me venía perfecta para pasearme por Portobello, con la parada obligatoria en el Starbucks donde me encanta sentarme y ver a la gente pasear. Y ya de paso reírme de lo contento que se ponen los turistas españoles o italianos cuando entran a un Starbucks y ven que el barista es español (Antonii! habían puesto en su chapa).

Rough Trade es una tienda pequeña pero con mucha historia, y el hombre que había tras el mostrador, el más mayor de los que allí había y que tenía pinta de llevarla, de lo más majo. Estuvo hablándome de discos, le pregunté por los que buscaba y luego tuvimos una animada charla sobre cómo se pronuncia Satellites (/séitalaits/, ahí es nada) y dónde encontrar una tienda donde comprar púas de guitarra, que él muy amablemente me indicó y casi me llevó! Así que salí de Rough Trade con un disco de Satellites para una amiga, lo nuevo de Beady Eye, y un disco de The National (no el último).

Ice Ice Berry (vanilla)
En cuanto a Roxy Sister, me costó lo suyo encontrarla. Me perdí en el barrio y estuve dando vueltas como una tonta hasta toparme con otro Yumchaa donde me decidí a probar, no muy convencida, los tés helados. Pisando sobre seguro escogí el Ice Ice Berry con vainilla, que llevaba frutos rojos. ¡Enorme y delicioso! Altamente recomendable si vais a Londres y aprieta el calor. Además de refrescarme, el Yumchaa me ayudó a orientarme (es lo que tiene tener localizadas algunas tiendas), y entonces me acordé de algo más: era la calle de una portada de un disco de Oasis. Y en esa misma calle, casualidades de la vida, estaba la tienda. En Roxy Sister, una tienda enorme donde te puedes encontrar de todo, encontré los discos que me faltaban de la lista, uno de Kasabian y dos de Blur. También cabe mencionar que mientras daba vueltas di con una tienda de aparatos musicales, Chapell, que sería la delicia de cualquier profesional o que quiera serlo. La tienda ocupaba toda la parte baja de un edificio enorme, dos plantas atestadas de instrumentos por lo que se veía los cristales.

De Oxford Circus fui a Seven Dials, concretamente a Arc Nest, una tienda friki de cómics donde compré dados de rol para los amigos y una cajita de variados para mí, no pude resistirlo. La tienda era muy pequeña, estilo las que hay en Madrid, pero la diferencia es que en ésta no se veía nada de pared, estaba todo hasta arriba de cómics, figuras, juegos de mesa y demás. Y además tenía otro piso arriba en plan biblioteca. Impresionante ver tanta cosa en un espacio tan reducido. Cuando terminé en la tienda, y teniendo Covent Garden al lado, me fui al mercado a seguir con las fotos y a conseguir algo de WiFi en Le Pain Quotidien. Ya lo había conocido cuando fui con unos amigos y me había encantado esa cafetería repartida a lo largo del edificio. Subí hasta la última planta y me senté en la mesa comunal, una mesa enoooorme que tienen para compartir. Como era de esperar, todo el mundo prefería la terraza, así que tenia toda la planta y para mí sola. Me puse a escribir y mirar Internet hasta que llegó un grupo grande de edad avanzada que a saber por el escándalo, no eran de allí. Más tarde, al oírles hablar, reconocí el acento, eran de Barcelona. Y con las bromas y confusiones entre inglés y catalán, les eché una mano con la traducción, dándome cuenta de que por fin había encontrado el sentido al estudio del valenciano: ¡para hacerte entender en Londres con catalanes! Las señoras que vieron que yo me manejaba muy bien con la carta, en lugar de pedirle recomendaciones a la camarera me la pedían a mí, y de hecho una me preguntaron qué era lo que yo estaba tomando. A punto estuve de decirle: el moccacino, chocolate + café, más amargo que he probado en toda mi vida (aquella noche no dormí nada).

Mis compras :)
Tras aquella vivencia con los catalanes, recogí mis compras y me volví al hotel, pues empezaba a anochecer y aunque quería hacer fotos desde Primrose Hill, de noche estaba claro que no iba a poder hacerlas. Y de igual manera, Somerset House ya había cerrado. Así que mantuve la esperanza de pillar Hamley's abierto, y sí, lo pillé abierto, durante 5 minutos. Así que di un paseo por Regents Street y Piccadilly para terminar cenando en un restaurante italoamericano que ya conocía, el Garfunkels, donde la conexión WiFi iba como la seda, así que intenté estar allí el mayor tiempo posible pero el cansancio empezaba a hacer mella. Había salido del hotel a las 10 de la mañana y eran ya casi las 11 de la noche, sin duda había aprovechado bien el día. Pero lejos de terminar las aventuras por aquel día, de camino al hotel en el bus había una señora inglesa y su hijo que no encontraban Oxford Street y a los que acompañé hasta esa calle, donde yo me metí en el metro y ellos siguieron su camino. Y cuál fue mi sorpresa que al pasar el metro por Notting Hill Gate sube el barista del Starbucks (el Antonii!), y que se baja en la misma parada que yo. Y adolescentes catalanes en el metro también (había buenos vuelos baratos Barcelona-Londres aquella semana al parecer). Y cuando por fin llego al hotel, sin nada de sueño pero con mucho cansancio, me cruzo con el dueño del hotel al que no había vuelto a ver desde la primera noche, que al parecer se aburría porque empezó a darme conversación y una que es muy educada pues aguantó y estuve de charla un buen rato hasta que ya no aguantaba más, mis pies necesitaban descansar y más teniendo en cuenta que al día siguiente llegaba mi amiga Fani y estábamos dispuestas a hacer las cabras como ninguna otra por todo Londres.

jueves, 4 de julio de 2013

Travis


A todos nos ha pasado: ves un anuncio, se te queda la música metida en la cabeza y te las apañas para tener la información de quién la canta y cómo se llama la canción. Normalmente con el paso del tiempo nos olvidamos, o si tuvo fama, pasa a ser una de esas canciones puntuales que se ponen de moda, y nunca más se supo del grupo.

Sin embargo, cuando descubro una canción que me apasiona, no lo dejo ahí, y suelo escuchar más cosas del mismo autor. En la mayoría de los casos resultaron ser eso, éxito de un solo single. Hasta que vi el anuncio del Mercedes-Benz Clase E, allá por el 2000, donde aparecía un niño aburrido metido en un coche en mitad de un atasco, y el Mercedes en cuestión se deshacía del tráfico como si tal cosa. El anuncio no era nada del otro mundo, pero la música me enganchó, y tras varias búsquedas di con que la canción era Side, de Travis.
El anuncio no lo he vuelto a encontrar por desgracia, pero la canción, para quien no la conozca, es ésta:


A partir de ese momento les seguí la pista de aquella manera, pues las revistas españolas no se hacían mucho eco de ellos, y yo era una novata en esto del Internet. No me considero una auténtica fan de ellos. Sí, tengo todos sus discos, y sí, siempre me entero de sus andaduras, pero he de reconocer que normalmente por azar. Nunca los he visto en directo, es mi maldición, porque siempre, absolutamente siempre, hay algo que me lo impide. O bien me he enterado a toro pasado, no sé qué es peor.

Hace algunos meses, como por arte de casualidad, la misma con la que los conocí, me llegó por YouTube una recomendación de un videoclip de Travis, llamado Another Guy. Tras tantos años, pensé, debía ser una canción especial que habían sacado para algo como un recopilatorio benéfico o algo así. Y no, era un single de Travis, así, sin más. Sabía que el cantante había sacado disco en solitario y había hecho su correspondiente gira -a la que por supuesto, no pude ir- pero de la banda nunca más supe, así que tras tanto tiempo sin saber de ellos, supuso una alegría inmensa el oírles de nuevo, aún siendo sólo un sencillo.

El videoclip, muy en la línea de ellos, extraño, divertido. Y hecho años más tarde del último que sacaron, y es que el paso del tiempo no perdona nada ni a nadie. La canción sin embargo no me convenció. Algo sosa para mi gusto.

Más tarde empezaron las noticias de un nuevo disco, salió Where You Stand, primer single oficial del nuevo disco (¡disco nuevo!). Éstos son los Travis que conocía. El videoclip consta de una tipa haciéndoselo pasar putas a Fran Healy (el cantante. Siempre los peores parados).

Y la cosa cada vez va a mejor. Su último videoclip, segundo single, ha sido de los mejores que he visto en toda mi vida. Una idea de lo más original: figuras hechas con el propio vaho. El resultado es digno de ver:


La escena de la caída o el barco y el mundo en color me dejaron atónita. Estoy en la búsqueda ahora mismo de ver el cómo se hizo.

El disco se llamará como el primer single, Where You Stand, y constará de 11 canciones (ya veremos si no hay alguna escondida por ahí). La fecha del lanzamiento es el 19 de agosto, fecha difícil de olvidar pues el cumpleaños de mi hermana Clara, también seguidora de Travis. Así que no queda más que esperar pacientemente a que llegue agosto para poder escucharlo.